EN
LA MADRUGADA DEL
14
mayo 1975
47º ANIVERSARIO
ETA en Guernica-vizcaya-país vasco-españa, resultó muerto el
teniente de la Guardia
Civil
DOMINGO SÁNCHEZ MUÑOZ
Entre las cuatro y las cinco de la madrugada,
efectivos de la Guardia Civil comenzaron a tomar posiciones en la
carretera de acceso a Guernica desde Bilbao, así como en el interior de una
zona verde bordeada por los bloques de las denominadas Casas del Estado -unas
edificaciones situadas a la derecha de la calzada en dirección a Guernica- muy
próximas al antiguo cuartel de la Guardia Civil.
La Guardia Civil
trataba de localizar a miembros de la banda terrorista en un piso franco de ETA
situado en el número 47 de la calle Señorío de Vizcaya.
Los etarras buscados
eran, presuntamente, los autores del asesinato del agente Andrés Segovia Peralta,
ocurrido ocho días antes.
Hacia las seis de la mañana, cuando la manzana
de casas había sido rodeada por los guardias civiles, varios agentes penetraron
en el portal número 47 para proceder a un registro.
Ascendieron primero al piso superior y,
posteriormente, se dirigieron a la planta baja. Los agentes llamaron a la
puerta: "Guardia Civil, ¡abran!".
En el umbral de la puerta apareció el
matrimonio formado por Ignacio Garay Lejarreta, de 53 años, y su esposa
Blanca Saralegui Allende, de 42.
Los miembros de la Guardia Civil preguntaron si
había alguna persona más en el piso y respondieron que "dos chicos".
En ese momento, los guardias civiles, que se
encontraban frente al matrimonio, oyeron varias detonaciones que procedían de
una de las ventanas del piso por la que trataban de huir los dos etarras.
Frente a esa ventana se encontraba el teniente
de la Guardia Civil Domingo Sánchez Muñoz, que dio el alto a los dos etarras.
Uno de ellos abrió fuego contra él ocasionándole
dos heridas mortales en la cabeza y en el pecho.
A continuación se
inició un tiroteo que, según testigos presenciales, duró hasta pasadas las seis
y media de la mañana, y en el que ambos terroristas resultaron heridos y el
matrimonio Garay muerto.
Los dos etarras,
pese a estar heridos, consiguieron huir.
Uno de ellos fue
localizado dos horas más tarde en el monte de Ajangiz.
Se produjo un nuevo
tiroteo, que terminó con la vida del etarra.
Su nombre era Jesús
María Marquiegui Ayastui, alias Motriko.
El segundo etarra
también tuvo otro enfrentamiento a tiros con la Guardia Civil, pero logró
escapar de los perseguidores y ocultarse en Guernica.
En el interior del piso franco se halló
abundante documentación sobre los movimientos de la Guardia Civil en la zona y
diversas armas.
Entre ellos los movimientos del agente Andrés Segovia.
A
las 10:00
14
mayo 1981
41º ANIVERSARIO
Dos guardias civiles resultaron muertos y un
tercero herido en Lemona al ser alcanzado de lleno el vehículo en el que
viajaban por la explosión de un potente artefacto, compuesto por diez kilos de
Goma 2 y abundante metralla, que había sido colocado a un lado de la carretera
por la que circulaban.
La explosión provocó la muerte en el acto del
conductor del vehículo
de la guardia civil
JOSÉ OLAYA DE LA FLOR
guardia civil
MANUEL SÁNCHEZ BARALLO
Anselmo Jiménez Allen
El atentado se produjo casi al pie de las
instalaciones de la cantera Pekomi, en Lemona, situadas en el barrio de San
Ignaro, a un kilómetro aproximadamente de la carretera nacional que une Bilbao
con Vitoria.
El convoy estaba formado por tres Land Rover,
con una dotación de tres guardias civiles cada uno, situados al inicio de la
caravana, en el centro y al final.
En medio circulaban los dos vehículos
protegidos.
Tenían que hacer parte de la descarga en la
cantera Pekomi y, después, dirigirse a otra para descargar el resto de la
mercancía.
Dos de ellos habían acompañado a una camioneta
que transportaba detonadores y a una furgoneta cargada con 450 kilos de Goma 2
hasta la entrada de la cantera, donde se descargaron cuatrocientos kilos.
El tercer vehículo de la Guardia Civil
permanecía a la espera, a unos trescientos metros de distancia, en el cruce de
la carretera que conduce a la cantera.
Cuando el convoy iniciaba el viaje hacia la
segunda cantera, y tras recorrer escasamente cien metros, se produjo la
explosión.
El explosivo estaba colocado en un talud a la
izquierda de la carretera oculto con piedras.
La explosión fue de tal magnitud que reventó
prácticamente el vehículo y lo lanzó varios metros por los aires.
La metralla había perforado el Land Rover
dejándolo como si de un colador se tratara.
El ruido provocado por la explosión se escuchó
en un radio de diez kilómetros, en tanto que la metralla y piedras del
montículo donde se enterró el artefacto fueron lanzadas a casi un millar de
metros del lugar del atentado.
La onda expansiva destrozó cristales de casas
situadas a medio kilómetro.
La obligación de la
Guardia Civil de escoltar los transportes de explosivos y de armamento para
evitar, entre otras cosas, que ese material cayese en manos de la banda
terrorista, fue aprovechada en numerosas ocasiones por ETA para cometer
atentados debido a que ese tipo de desplazamientos obligaban a repetir
itinerarios y rutinas.
La capilla ardiente de los dos guardias
civiles se instaló por la tarde en la Comandancia de la Guardia Civil de Bilbao
y el funeral se celebró a las 10:00 del día siguiente, viernes 15 de mayo, en
el Gobierno Civil de Vizcaya.
Según el auto de procesamiento dictado
por la Audiencia Nacional en noviembre de 1988, "Borde Gaztelumendi, junto
a Enrique Letona, José Luis Barrena y Juan María Otegui, integrados en ETA,
decidieron atentar contra la Guardia Civil.
Tras recabar información sobre los movimientos
de un convoy de la Guardia Civil en una cantera de Lemona (Vizcaya),
confeccionaron un artefacto explosivo, que ocultaron entre las piedras de la
cantera".
En
1990 fue juzgado y condenado por este atentado el etarra
Enrique
Letona Viteri a dos penas de 29 años por el asesinato de José y Manuel, y a 19
más por el asesinato frustrado de Anselmo Jiménez Allen.
Anselmo ha tenido que ser intervenido
quirúrgicamente en dos ocasiones y, a día de hoy, sufre alteraciones psíquicas
como consecuencia del atentado.
José Luis Barrena Pagay, alias Txistu, detenido en 1983, utilizaba una carpintería como
tapadera para esconder a etarras y las armas y explosivos para cometer
atentados en dos zulos dentro de la misma.
Además, proporcionó
vehículos e información para cometer diversos atentados, entre ellos el
asesinato de José y Manuel.
Fue juzgado en 1990
junto a Letona Viteri.
Juan María Otegui
Elicegui, alias Txato,
murió víctima de un atentado de los GAL en agosto de 1985 en el País Vasco
francés, por lo que no pudo ser juzgado.
Tras el asesinato,
la corporación municipal de Itsasondo (Guipúzcoa), localidad natal del etarra,
compuesta por representantes de Herri Batasuna, Partido Nacionalista Vasco y
Euskadiko Ezkerra, declaró a Juan María Otegui "hijo predilecto de la
villa".
Posteriormente, en
febrero de 1986, resultaron heridas en el ametrallamiento del Bar Batzoki de
Bayona, atentado también cometido por el GAL, la viuda, Karmele Martínez, y la
hija del etarra, Nagore.
Veinticuatro años después, en diciembre de 2005,
fue condenado a 75 años de cárcel por su participación en el atentado contra el
convoy de la Guardia Civil el etarra José Antonio Borde Gaztelumendi.
Según
recoge la sentencia
Borde
Gaztelumendi
Letona
Viteri
Introdujeron el explosivo en un Ford
Fiesta que habían alquilado y al que habían cambiado las placas de matrícula.
En la madrugada del 13 de mayo se dirigieron en
dicho coche al lugar elegido, colocaron las ollas y los tubos explosivos bajo
un montón de grava situado en las proximidades y vigilaron la llegada del
convoy que, según las informaciones que habían recibido, pasaba por allí cada
15 días.
Como ese día no apareció, decidieron
regresar al día siguiente. Según los magistrados, fue Letona
quien accionó el explosivo al paso de la caravana.
Borde Gaztelumendi fue extraditado por México en
noviembre de 2002. Según el Ministerio del Interior, Borde Gaztelumendi se
integró en el grupo UPO de ETA en 1978, grupo que actuaba en Vizcaya.
Un año después huyó a Francia, aunque en 1981
regresó a España como integrante del grupo Vizcaya, y siguió cometiendo
atentados hasta 1983.
Posteriormente, huyó de nuevo a Francia donde
vivió en la clandestinidad apoyando las actividades de las estructuras
directivas de la banda terrorista en territorio francés.
Un año después del asesinato de los dos guardias
civiles en Lemona, el
14 mayo
1982
40º aniversario
ETA asesinaba en Éibar-Guipúzcoa-país vasco-españa, al
Taxista
ANTONIO HUEGUN AGUIRRE
Vecino de
Lasarte.
Fue encontrado muerto a las ocho y cinco de la
mañana en un pequeño camino contiguo a la autopista Bilbao-Behobia a la altura
del kilómetro 62, en las inmediaciones de Éibar. Fue descubierto por dos
vecinos de un caserío que, en un primer momento, pensaron que la víctima estaba
durmiendo.
Se dirigieron a él en términos jocosos, pero al
acercarse comprobaron que estaba muerto, por lo que dieron aviso inmediatamente
a la Policía Municipal de Éibar.
La víctima no llevaba documentación alguna, pero
sí cinco mil pesetas, probablemente el producto de su jornada de trabajo.
El cadáver, cubierto con un papel de grandes
dimensiones, estaba boca abajo entre unos matorrales y presentaba cinco
impactos de bala, cuatro de ellos en el hemitórax derecho y otro en el
antebrazo del mismo lado.
Fuentes policiales confirmaron que Antonio fue
asesinado por la espalda en el mismo lugar en que fue localizado su cuerpo.
Además de los orificios producidos por las
balas, presentaba una hendidura en la cabeza y en la frente que podría haberse
producido al chocar la cabeza contra el suelo, una vez recibidos los impactos.
En el lugar de los hechos fueron encontrados
tres casquillos marca Geco y uno FN
El taxi de Antonio, un Seat blanco 124, fue
localizado mal aparcado, a última hora de la mañana del 14 de mayo, en la calle
Carmen a la entrada de Éibar.
María Concepción Huegun, hija mayor de Antonio,
habló por última vez con su padre la noche anterior a su fallecimiento, en la
parada de taxi.
Poco después, el taxista telefoneó a su familia
para decirles que se iba a Éibar donde debía realizar un servicio del que,
probablemente, no regresaría hasta pasadas las 3:30 horas de la madrugada.
A la viuda no le extrañó que no regresase a
casa, pues no tenía horarios fijos y era normal que realizase continuos viajes
por motivos laborales.
El funeral por Antonio se celebró al día
siguiente, 15 de mayo, en la iglesia de Nuestra Señora de Aránzazu de Lasarte.
Durante
la madrugada del
14
mayo 1984
38º ANINERSARIO
ETA atentaba en Fuenterrabía-Guipúzcoa-PAÍS VASCO-ESPAÑA, contra una
lancha de vigilancia portuaria de la Armada Española, mediante la colocación de
una bomba que provocó su hundimiento y
la muerte del,
cabo mecánico
JUAN FLORES VILLAR
La embarcación se hallaba anclada a unos treinta
metros de la orilla, en la desembocadura del río Bidasoa, no muy lejos de la
Comandancia Naval.
El cabo Flores murió ahogado en el interior de
la embarcación atrapado en su camarote, y no por el efecto de la onda
expansiva.
Así lo confirmaron los buzos de la comandancia
de Marina que lo rescataron: "No tenía señales de haber sido alcanzado por
la onda expansiva; el chaval, pobrecito, murió ahogado, agarrado a una
colchoneta", indicó uno de los submarinistas que intervino en la operación
de rescate del cuerpo del joven.
Su compañero, Antonio Martínez Abella, consiguió
salvarse.
Logró alcanzar la cubierta y salvó su vida
arrojándose al agua en el momento en que la lancha se hundía arrastrada de
popa.
La explosión sorprendió descansando en sus
camarotes a los dos marineros que estaban encargados de la custodia del barco
que hacía labores de vigilancia de la dársena y de la ría del Bidasoa.
La potente bomba, colocada por submarinistas de
ETA en uno de los ejes de la hélice, seccionó la popa del barco y catapultó
trozos de la cubierta a centenares de metros de distancia.
La lancha, una embarcación de fibra de vidrio de
seis metros de eslora y poco calado, se rompió en dos "como si fuera de
papel", y se hundió casi inmediatamente, dejando asomado el vértice de
proa.
La lancha hundida formaba parte de una flota de
20 unidades destinadas al servicio de vigilancia de la ría, y su dotación
estaba compuesta por un suboficial, un contramaestre, un maquinista y un
timonel.
A principios de los años ochenta se construyeron
en unos astilleros de Vigo treinta unidades de este tipo, dedicadas en su
totalidad a las patrullas de vigilancia interior de puertos, a las órdenes de
los comandantes de Marina.
Los terroristas que programaron y colocaron el
artefacto pudieron llegar hasta la lancha buceando desde la orilla francesa o
desde la costa de Fuenterrabía.
"Un nadador aficionado que utilice aletas
tarda menos de cinco minutos en llegar hasta aquí desde el lado francés",
comentó un oficial de la Marina.
En señal de duelo por el atentado, los pescadores
de Fuenterrabía decidieron no salir a faenar hasta finalizado el funeral,
celebrado en la Iglesia de la Cofradía de Pescadores, a las cuatro de la tarde,
con la presencia del ministro de Defensa, Narcís Serra, del jefe del Estado
Mayor de la Armada, del capitán general de la Región Marítima del Cantábrico,
almirante Joaquín Contreras, y del consejero de Interior del Gobierno vasco,
Jesús María Retolaza.
El sacerdote de Fuenterrabía que ofició el
funeral hizo en su homilía una durísima condena a las organizaciones
terroristas.
"Con este nuevo asesinato se escribe una de
las páginas más negras y desgraciadas de nuestro pueblo".
Y añadió, tras calificar a los terroristas de
"verdaderos y auténticos caínes del pueblo": "Os hablo a
vosotros, asesinos, a los que os otorgáis el título de salvadores del pueblo
euskaldun: basta ya de matar".
Tras la ceremonia
religiosa, el ministro de Defensa condecoró a Juan Flores con la Cruz del
Mérito Naval con distintivo blanco.
Trasladado a hombros de sus compañeros de la
Comandancia, después de haber recibido los honores militares, el cuerpo de Juan
Flores fue introducido en el furgón que lo trasladó al aeropuerto de
Fuenterrabía, con destino a Barcelona.
El féretro con los restos de Juan Flores llegó a
Barcelona a las 19:45 horas del 14 de mayo y la capilla ardiente se instaló en
la comandancia de Marina.
Momentos después se iniciaron unos actos de honor
militar, dedicados a la víctima, a los que asistieron exclusivamente
autoridades y familiares del fallecido.
Fuera del edificio se encontraban unas doscientas
personas, en su mayor parte amigos de la familia y vecinos de la Zona Franca de
Barcelona donde residía Juan Flores.
Al día siguiente por la mañana se celebró una
misa por el alma de Juan Flores Villar en Montjuic a la que asistieron casi un
centenar de personas, y que fue presidida por la cúpula militar de Cataluña,
altos mandos policiales y las primeras representaciones de los organismos
políticos.
Entre el público que se había congregado frente
al edificio del Sector Naval estaban los amigos de Juan Flores.
Todos recordaban su temor por no saber qué hacer
cuando terminase la mili" y sus continuos montajes "para poder
tomarse un permiso y venir a Barcelona".
Dos amigos recordaron que Juan tenía un
presentimiento que no cesaba de repetir en sus permisos: "Tengo miedo de
que me pase algo, estoy intranquilo".
El mismo día del atentado, el grupo Gatazka (Lucha)
reivindicaba el hundimiento de la lancha a través de una llamada a Radio
Popular de San Sebastián.
El comunicante indicó que el artefacto había
sido colocado colgando de la hélice, tal y como han ratificado expertos en
explosivos que analizaron los restos del barco.
Según oficiales de la marina, la bomba fue
colocada, en cualquier caso, por expertos, y su carga explosiva era mucho más
potente que la Goma 2.
El portavoz de Gatazka, facción de los Comandos
Autónomos Anticapitalistas, indicó que este grupo se opone al servicio militar
y señaló que el atentado es la respuesta al cerco policial que ejercen tanto
España como Francia.
Gatazka fue el título de una publicación teórica
de contenido marxista-libertario creada en Bélgica por proetarras a raíz del
proceso de Burgos.
La actividad de este grupo se limitó a lo
puramente teórico, si bien posteriormente todos los elementos que colaboraban
en la revista ingresaron en ETA en la década de los setenta.
La segunda víctima
mortal del año 2008
guardia
civil
JUAN MANUEL PIÑUEL VILLALÓN
Asesinado por ETA en Villarreal de Álava-
Legutiano-ALAVA-PAÍS VASCO-ESPAÑA, el
14
de mayo de 2008
14º
aniversario
Juan Manuel ocupaba
el puesto de vigilancia de la casa cuartel de la Guardia Civil en la localidad
alavesa.
En torno a las tres
de la madrugada vio cómo unos individuos abandonaban una furgoneta a unos diez
metros del cuartel, pegada al perímetro de seguridad.
No le dio tiempo a
nada, porque los terroristas habían programado la bomba para que estallase casi
inmediatamente y sin dar tiempo a desalojar.
Mientras avisaba, la
furgoneta, cargada con cien kilos de explosivo, saltó por los aires. ETA
buscaba una matanza, como otras cometidas anteriormente contra casas cuarteles.
El terrorista que
aparcó la furgoneta, que cubría su rostro con un pasamontañas, activó el
temporizador y salió corriendo hacia otro coche en el que emprendió la huida.
En su huida, los etarras llegaron hasta el Alto
de Urkiola en un turismo que abandonaron y que contenía una bomba que tendría
que haber explotado a las seis de la mañana.
La explosión no llegó a producirse, pues el
vehículo fue encontrado antes por las fuerzas de seguridad. Este coche fue de
gran ayuda en la investigación posterior del atentado.
Juan Manuel murió en el acto
HERIDOS
27 personas resultaron heridas.
Al cabo de varias horas de trabajo, se pudo
rescatar con vida al último de ellos, José Javier Cabrizo, enterrado bajo una
montaña de escombros.
En la casa cuartel dormían en ese momento unas
treinta personas, entre ellas cinco niños.
La potente explosión destrozó una de las plantas
del edificio y causó daños considerables a las casas colindantes.
El 28 de
diciembre de 2010 la Audiencia Nacional condenó a
Sendas penas de 515 años a los etarras
Aitor
Cotano
Arkaitz Goikoetxea
Por preparar y ejecutar el atentado contra la casa
cuartel de Legutiano.
En la sentencia también se condena a Íñigo Gutiérrez Carrillo a ocho años de prisión por un delito de colaboración con organización terrorista.
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