La masacre de
Hipercor y 4 víctimas más de la banda asesina ETA
Categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR
A las 12:00 del
19 junio 1979
43º ANIVERSARIO
ETA asesinaba a tiros en Irún-Guipúzcoa-PAÍS VASCO-ESPAÑA al
anticuario chileno
HÉCTOR ABRAHAM MUÑOZ
ESPINOZA
Que vivía en esta localidad guipuzcoana desde hacía ocho años.
Héctor fue abatido a tiros por 2 terroristas cuando se encontraba sentado en una butaca en el interior de una de las dos tiendas de antigüedades que había instalado en la localidad.
Herido de muerte, la víctima trató de refugiarse detrás de un escritorio, donde fue rematado por los agresores.
La Policía encontró más tarde
en el lugar del suceso cinco casquillos de bala del calibre
Tres de las balas habían alcanzado a la víctima en la cabeza, el corazón y el cuello.
Los asesinos huyeron rápidamente en un vehículo aparcado en las proximidades y en el que esperaba al volante un 3 terrorista.
19 junio 1980
42º aniversario
ETA acababa a tiros en Amorebieta (Vizcaya) con la vida de
empleado del Ayuntamiento de Amorebieta
JOSÉ PABLO GARCÍA
LORENZO
En torno a las 8:00 horas José Pablo salía de su domicilio, situado en las afueras de dicha localidad, para dirigirse a su vehículo.
Llevaba las manos ocupadas con una carpeta, un libro y las llaves del coche, cuando 2 etarras se le acercaron y le dispararon cuatro tiros a bocajarro.
Los autores de los disparos huyeron a bordo de un automóvil R-12 que había sido robado a mano armada en las inmediaciones de Amorebieta una hora antes.
El propietario del coche había sido maniatado y abandonado en el monte Bizcargui, cercano a Amorebieta.
La mujer de José Pablo, que estaba de baja por maternidad, se precipitó a la calle al oír los disparos.
Allí se encontró el cuerpo sin vida de su marido, que había fallecido en el acto tras recibir tres disparos en la cabeza y uno en el pecho.
A las 16:08 del
19 junio 1987
35º aniversario
Hizo explosión un Ford Sierra en el segundo sótano del Hipercor de la avenida Meridiana de Barcelona-CATALUÑA-ESPAÑA, cargado con amonal y líquido inflamable.
El coche-bomba se activó mediante un temporizador programado
por los asesinos de la banda terrorista ETA
Domingo Troitiño
Arranz
Josefa Mercedes
Ernaga Esnoz
Rafael Caride Simón
El artefacto explosivo estaba compuesto por 27 kilos de amonal y 200 litros de líquidos incendiarios, además de pegamento y escamas de jabón.
Esto hizo que los productos incendiarios se adhirieran a los cuerpos y se originase una gran cantidad de gases tóxicos, que ocasionó la asfixia de las personas que se encontraban en su radio de acción.
La utilización de líquido inflamable, tipo napalm, que se usa preferentemente contra personas, no tenía precedentes en la banda terrorista.
Varias personas resultaron "atrozmente quemadas y mutiladas, sin posibilidad alguna de escapar ante la oscuridad producida por el humo negro y los materiales incendiarios adheridos a su cuerpo (...) sin posibilidad alguna de desprenderse de ellos ni apagarlos, ya que su autocombustión se ocasionó sin necesidad de utilizar el oxígeno ambiente", tal y como recoge la sentencia 49/1989 de la Audiencia Nacional.
Fue una auténtica masacre, con 21 víctimas mortales ( 4 de ellas niños) y 46 personas heridas, 5 de ellas con pérdida de miembro principal, y diecisiete con lesiones de deformidad y pérdida de miembro no principal.
La barbarie criminal de la banda acabó con la vida de trabajadores y clientes del centro comercial.
El coche utilizado por los terroristas había sido robado en San Sebastián hacía cuatro meses, el 16 de febrero anterior, por el grupo de manguis de la banda, que se dedicaba precisamente a eso: a mangar vehículos para luego entregarlos a los etarras que perpetraban materialmente los atentados.
Cuando se produjo la explosión no era un momento de gran afluencia de público, pero el número de clientes que ocupaba las cuatro plantas del establecimiento (planta baja y tres sótanos) era considerable, ya que los viernes es un día habitual de compra.
La avenida Meridiana registraba en ese momento un tráfico intenso.
Frente a la puerta de acceso al aparcamiento, situada en uno de los laterales del edificio, un grupo de padres aguardaba la salida de los niños de un colegio. "La puerta del garaje saltó despedida, pero sin alcanzar a nadie", explicó uno de ellos.
La explosión provocó un gran agujero en el techo del segundo sótano, por lo que la onda expansiva afectó también directamente al contiguo, una planta convertida en supermercado de alimentación.
Al estallido, que destrozó totalmente el coche-bomba, le siguió un violento incendio.
Las llamas afectaron directamente a otros veinte vehículos aparcados en el sótano, mientras la onda expansiva causó importantes daños a veinte automóviles más.
Las instalaciones de conducción eléctrica y de agua también quedaron inutilizadas.
Esa falta de fluido eléctrico -unida al fallo de las luces de seguridad- y la inundación que se produjo dificultaron las tareas de rescate.
Tras el fuerte impacto, empezaron a salir personas del edificio, y entre ellas algunos primeros heridos. "Salían corriendo, muchos de ellos ensangrentados, y los que procedían del sótano, además de las quemaduras, llamaban la atención porque se les había abrasado instantáneamente el cabello"
En aquellos momentos se desconocía la magnitud de la tragedia.
El espeso humo causado por la explosión, la oscuridad y el fuerte calor, se convirtieron en los principales obstáculos para el acceso de los servicios de rescate a la planta directamente afectada.
A medida que los bomberos, provistos de equipos autónomos de respiración, avanzaban hacia el interior, el alcance del desastre se fue desvelando.
Los equipos de rescate consiguieron llegar al lugar de la explosión, en el segundo sótano, en torno a las 17:15 horas, una hora después de la explosión.
Casi todos los rescatados que aparecieron a partir de ese instante ya habían fallecido.
La brutal explosión provocó el fallecimiento en el acto de 15 personas:
MILAGROS AMEZ FRANCO, dependienta de 43 años
MARÍA DEL CARMEN MÁRMOL CUBILLO, de 36 años, y sus dos hijas
SONIA
SUSANA CABRERIZO MÁRMOL, de 15 y 13 años respectivamente
El matrimonio formado por
MARÍA TERESA DAZA CECILIA, embarazada
RAFAEL MORALES OCAÑA, de 33 años, que dejaron un hijo de 7 años huérfano de padre y madre
MARÍA EMILIA EYRÉ DIÉGUEZ DE TEMES, ama de casa de 44 años
MERCEDES MANZANARES SERVITJÁ, de 30 años
Sus sobrinos
SILVIA
JORDI VICENTE MANZANARES, de 13 y 9 años
MATILDE DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, de 35 años y soltera
LUISA RAMÍREZ CALANDA, de 41 años, casada y con dos hijos
El empleado de Hipercor
LUIS ENRIQUE SALTÓ VIÑUELAS, de 22 años
JOSÉ VALERO SÁNCHEZ
y el arquitecto
XAVIER VALLS BAUZA, de 41 años.
Otras 6 víctimas sobrevivieron unos días al atentado, sufriendo una agonía terrible, pues la mayoría tenía quemaduras severas en más del 80% de su cuerpo.
Son
Felipe Caparrós Ubierna, de 44 años
Consuelo Ortega Pérez, de 67 años
que fallecieron dos días después del atentado, el 21 de junio;
Mercedes Moreno Moreno, de 36 años, que falleció el 23 de junio, cuatro días después;
María Rosa Valldellou Mestre, de 57 años, que falleció el 8 de julio
Bárbara Serret Cervantes, el 16 de julio
María Paz Diéguez Fernández, de 57 años, que falleció el 3 de agosto, convirtiéndose en la vigésimo primera víctima mortal de la masacre.
En cuanto a los heridos que consiguieron sobrevivir, muchos de ellos sufrieron graves secuelas por quemaduras, antiestéticas cicatrices hipertróficas en cara y diversas partes del cuerpo, hipertrofias y rigidez articular en extremidades, pérdidas de miembros y problemas acústicos irreversibles.
El listado de heridos
recogido en la sentencia es
el siguiente:
Concepción Aguilar Juve
José Manuel Alfonso García
Ramón Aragonés Puig
Encarnación Arpall Carbonell
Ana Barroso Luque
Gabriel Bassolt Baiget
Mª del Carmen Candalijas Cavanillas
Agustina Cavanillas Suárez
Mª de los Dolores Closas Viladrich
Jordi Comas Cánoves
José Francisco Domínguez Rodríguez
Asunción Espinosa Martínez
Alberto Farrús Rameil
Mª Luisa Fernández Neira
Agustina Fita Corominas
Martín Franco Vallestín
Carmen Frías Díaz
Mª Hortensia Gago López
Rodrigo Galicia Álvarez
Carmen Gancedo Fernández
Susana González Sánchez
Mª del Rosario Grao Moscoso
Alberto Izquierdo Cortés
Jaime Juan Suriol
Juan Manuel López Tello
Roberto Manrique Ripoll
Rosario Mila Gallart
Elena Navarro Cabrera
Beatriz Omandam Balacy
Gloria Ortega Pérez
Monserrat Ortega Silva
Javier Palmero Colinas
Marta Planas Cuadrat
Luis Antonio Risueño Mateo
Pilar Rodríguez Catoria
Oscar Romero Viejo
Manuela de la Rosa Rodríguez
Mª de las Mercedes Silva García
Mª Adelina Somoza Rodríguez
Julia Tapia Aguilera
Jaime Tobeñas Perosanz
Juan Utrilla Molina
José Vargas Rincón
Josefa Viejo Báñez
Mª del Carmen Villaronga Porto
La menor Jéssica López Rodríguez, que nació con posterioridad al hecho y que, como resultado del atentado que sufrió su madre embarazada, padece sordera severa bilateral congénita, susceptible de rehabilitación sólo parcial mediante prótesis auditiva.
Jéssica López Rodríguez es hija de Milagros Rodríguez, que tenía 27 años en el momento del atentado y trabajaba como cajera de Hipercor. El día del atentado se llevó instintivamente la mano al vientre para proteger al bebé que crecía dentro de ella.
En enero de 1988 dio a luz a una niña aparentemente sana.
Cuando Jéssica tenía trece meses, un otorrino le confirmó a Milagros lo que no quería saber: "Su hija es sordomuda".
Desde entonces, su vida ha sido una lucha constante y un periplo de especialista en especialista.
A fuerza de logopedas y audífonos, Jéssica ha logrado emitir algunos sonidos.
Tal y como se recoge en la sentencia 49/1989 de la Audiencia
Nacional, los etarras
Domingo Troitiño
Arranz
Josefa Mercedes
Ernaga Esnoz
Rafael Caride Simón
Habían recibido órdenes de la cúpula de la banda de atentar
contra empresas de capital francés o mixto hispano-francés.
Como relata Florencio Domínguez en su libro ETA en Cataluña.
De Terra Lliure a Carod-Rovira (Temas de Hoy, 2005), la idea de atentar contra el
Hipercor de Barcelona fue de Rafael Caride "creyendo que se trataba de una firma francesa".
Durante la planificación, los etarras llegaron a la
conclusión de que era
un objetivo fácil, puesto que se trataba de un
edificio civil sin ningún tipo de protección especial.
Además, querían causar el mayor daño posible.
Por ello decidieron programar el coche-bomba en pleno horario
comercial.
El mismo autor, en un artículo publicado en La Vanguardia (17/06/2007) con motivo del 20º aniversario del atentado, escribió: "El Comando Barcelona se había convertido en aquellos meses en el buque insignia de ETA, porque el Madrid, encabezado por Iñaki de Juana Chaos, había sido desarticulado en enero.
La estrategia etarra consistía en perpetrar el mayor número
posible de atentados y con el máximo impacto para fortalecerse de cara a las
negociaciones que se estaban gestando en Argel.
La famosa ‘acumulación de fuerzas’.
Por eso, el año 1987, con cincuenta y dos asesinatos, es el
cuarto con más víctimas en la historia de ETA, solo superado por los del
trienio 1978-1980".
Cuando se produjo el atentado de Hipercor, el grupo Barcelona
de ETA estaba acorralado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, lo
que no evitó que cometiera la masacre. Su desarticulación se produjo en
septiembre de ese mismo año.
En 1989 fueron condenados a penas que sumaban más de 1.600 años para cada uno los etarras
Domingo Troitiño
Arranz
Josefa Mercedes
Ernaga Esnoz.
El total de la condena era el resultado de sumar 30 años por
cada uno de los veintiún asesinatos y por ser autores de cinco delitos de lesiones con
pérdida de miembro principal.
También recibieron condenas por diecisiete delitos de
lesiones con deformidad, pérdida de miembro no principal o necesidad de
asistencia facultativa de más de noventa días.
Todo ello con el agravante de utilización de explosivos y
premeditación.
En 2003 fueron condenados a 790 años cada uno
Santiago Arróspide
Sarasola (por ordenar el atentado)
Rafael Caride Simón
(por ejecutarlo)
Penas que fueron
confirmadas en 2004 por el Tribunal Supremo.
En 1992, ocho heridos de gravedad y cinco familiares de víctimas mortales presentaron una demanda ante la sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional en la que reclamaban al Ministerio del Interior una indemnización total de 300 millones de pesetas.
En julio de 1997 la sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo estableció, pese a considerar a los terroristas responsables directos del atentado, "la responsabilidad de la Administración del Estado en el resultado final por la pasividad o conducta omisiva de las Fuerzas de Seguridad y Policía en estos hechos", por no haber desalojado los almacenes tras las llamadas de los etarras.
El TS condenó finalmente al Estado como responsable civil subsidiario.
El equívoco mensaje, absolutamente genérico e impreciso, que los etarras transmitieron a las 15:00 horas, avisando de la explosión a las 15:30, tuvo consecuencias dramáticas. De hecho, la Jefatura Superior de Policía emitió, al día siguiente del atentado, un comunicado en el que responsabilizaba a la dirección de Hipercor de no haber desalojado el centro. La nota oficial explicaba que hubo tres avisos de la colocación de un artefacto (uno a la Guardia Urbana de Barcelona, otro al diario Avui y otro a la propia centralita de Hipercor), que explosionaría, según el comunicante, a las 15:30 horas.
La Policía requirió un minuto después a la dirección del centro comercial a que procediera a desalojar el hipermercado, mientras se efectuaba la inspección ocular.
El director del centro indicó, según el comunicado, "que la empresa ya había montado el dispositivo de seguridad con su propio personal y que, dadas las dimensiones del edificio y el hecho de que había pasado la hora anunciada para la explosión, no consideraba necesaria la evacuación".
En relación a este tema hay que hacer algunas precisiones.
El dato de la hora fue crucial para que se pensase que era una falsa alarma, pero especialmente porque, como publicó La Vanguardia, diariamente se recibían en Barcelona una veintena de avisos de bomba.
Lo tremendo de este caso es que no sólo hubo imprecisión en la hora de la explosión, sino que los asesinos de ETA no avisaron de que había un coche-bomba, sino que simplemente dijeron que explotaría una bomba, con lo que el rastreo se realizó para buscar un paquete con explosivo, y no se buscó expresamente un coche.
La imprecisión del comunicante etarra, sin aportar ningún dato que permitiera distinguirlo de la multitud de avisos falsos que se recibían por aquella época, también contribuyó a que la catástrofe se consumara.
Además, y esto es también un dato a tener en cuenta, en aquellas fechas El Corte Inglés no estaba amenazado.
Sí había habido amenazas contra hipermercados de capital francés y se habían producido atentados contra ellos.
De hecho, y como hemos señalado más arriba, los etarras creían, en una muestra de la idiocia e ignorancia de la que se nutre la banda terrorista ETA, que Hipercor era de capital francés.
Tras la sentencia de 1992, las otras treinta y tres víctimas iniciaron también demandas similares contra el Estado.
Aún siguen pleiteando con el Gobierno, que en 1995 se negó a "indemnizarles como responsable civil subsidiario, al considerar que su petición llegó fuera de plazo", según declaró a EFE con motivo del 20º aniversario del atentado Roberto Manrique, una de las víctimas del atentado de Hipercor.
A las 7:15 del
19 junio 1995
27º aniversario
ETA hacía estallar un coche-bomba en Madrid-ESPAÑA, provocando la muerte al,
policía municipal
JESÚS REBOLLO GARCÍA
La explosión se produjo mientras los policías efectuaban tareas de acordonamiento y desalojo de la zona tras recibir un aviso de los asesinos. Este atentado de ETA se produjo al cumplirse exactamente dos meses desde que la banda terrorista intentara asesinar en Madrid al líder de la oposición, José María Aznar, atentado en el que resultó herida gravemente Margarita González Mansilla, fallecida tres meses más tarde, el 22 de julio. Otros dos policías municipales, Francisco Javier Quintana y Agustín López Jiménez, sufrieron heridas leves, así como un vigilante de seguridad, Mariano Santos Duque,
una mujer que transitaba por la zona, Carmen Rodríguez Díaz y un funcionario de la Policía Nacional, Francisco Gil, que, al igual que Jesús Rebollo, se encontraba en el cordón de seguridad.
El vehículo utilizado, al que le habían cambiado la matrícula, era un Opel Omega de color azul oscuro, que había sido robado varios días antes en el madrileño barrio de Moratalaz. Los etarras habían cargado el coche con cerca de 60 kilos de amosal y un bidón de gasolina, según informó el ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch. A continuación miembros del grupo Madrid de ETA lo estacionaron en la calle del Carmen, que es peatonal, aproximadamente tres cuartos de hora antes de que lo hicieran estallar mediante un temporizador. Aunque no existían barreras físicas que lo impidiesen, en esa calle estaba prohibido aparcar.
A las 6:50 horas de la mañana, una persona que dijo hablar en nombre de la organización terrorista ETA, comunicó por teléfono a la Policía Local, Cruz Roja, Bomberos y la cadena SER, que un coche-bomba iba a estallar media hora después en la calle del Carmen. Agentes de la Policía Local y de la Policía Nacional desalojaron en pocos minutos la zona, donde a esa hora transitaban numerosos ciudadanos que se dirigían al trabajo mientras otros esperaban el autobús.
Toda la zona fue cortada en un diámetro de cien metros y rodeada por cintas de seguridad. Poco después, a las 7:15 horas, antes de que los artificieros se acercaran a inspeccionar el coche, se produjo la explosión. Los terroristas habían colocado dos papeleras de hierro fundido a ambos lados del vehículo, para que actuaran como metralla. Además, la calle donde estalló el coche-bomba es muy estrecha, lo que provocó que la onda expansiva tuviera un "efecto cañón".
El agente Jesús Rebollo fue alcanzado en la cabeza por un trozo de metralla, a pesar de que se encontraba a más de ochenta metros de distancia del coche-bomba. El impacto le provocó un traumatismo craneoencefálico severo. Fue atendido en un primer momento en una ambulancia del SAMUR y, posteriormente, procedieron a trasladarlo al Hospital Clínico, donde intentaron reanimarle. Antes, durante el traslado, el agente estaba consciente y se interesó por el estado del resto de sus compañeros, según fuentes policiales. Falleció una hora después.
La potente explosión afectó a un total de veinticuatro inmuebles de la zona de Callao y de las calles Carmen y Preciados. Especialmente afectados quedaron los edificios de Galerías Preciados y la FNAC. En este último, de donde previamente habían sido desalojados unos veinte trabajadores de la limpieza y de seguridad que se encontraban en el interior, se produjo un pequeño incendio e importantes daños materiales.
Los expertos de la lucha antiterrorista consideraron que, dada la hora en que se produjo el atentado y los confusos avisos que dieron previamente los etarras, algo no habitual, el objetivo de los terroristas era asesinar a los policías. En concreto, según fuentes de Interior, ETA pretendía "cazar" a miembros de los Tedax (Técnicos en Desactivación de Explosivos de la Policía Nacional) que acudieran a acordonar la zona y desactivar la carga explosiva.
El titular del juzgado central de instrucción número uno de la Audiencia Nacional, Carlos Bueren, y el fiscal de la Audiencia Nacional, Ignacio Gordillo, se desplazaron al lugar del atentado alrededor de las diez de la mañana. Por su parte, la delegada del Gobierno en Madrid, Pilar Lledó, hizo un llamamiento a los ciudadanos para que colaborasen en la identificación y búsqueda de los autores del atentado. Minutos después de que se produjera el atentado, efectivos de la Policía Nacional formaron varios controles alrededor del centro de la capital para intentar localizar a los responsables, siguiendo las directrices fijadas unos meses antes por el Ministerio de Justicia e Interior para casos de atentado.
19 junio 2009
13º ANIVERSARIO
ETA asesina en Arrigorriaga-Vizcaya-país vasco-españa, al
inspector de la Policía Nacional
EDUARDO ANTONIO PUELLES GARCÍA
Los etarras colocaron una bomba-lapa, con unos dos kilos de explosivo, adosada al depósito de su vehículo. Puelles García fue la primera y única víctima mortal de la banda terrorista en el País Vasco desde que el socialista Patxi López se convirtió en lehendakari en mayo de ese año gracias al apoyo del PP.
El inspector Eduardo Puelles fue asesinado cuando se dirigía a su puesto de trabajo.
Eran aproximadamente las 9:05 de la mañana cuando al introducirse en el vehículo hizo explosión la bomba-lapa.
Un testigo presencial relató que Eduardo tuvo aún tiempo de pedir socorro, pero que nadie pudo dárselo por la intensidad de las llamas del incendio que siguió a la explosión.
Dos días después del asesinato, se celebró una manifestación que recorrió las calles de Bilbao.
Al final de la misma, la viuda de Eduardo, Francisca Hernández, tomó la palabra para decir que la banda terrorista ETA lo único que ha conseguido "es dejar dos huérfanos y una viuda, no van a conseguir nada más porque gracias a Dios hay mucha gente como mi marido y no van a poder con ellos, cada día van a salir más y más".
Después les llamó "asesinos" y exigió a los familiares de los etarras que fueran "pidiendo dinero" para visitarlos en las cárceles porque "no son presos políticos, no, es mentira, son asesinos".
La intervención de la viuda de Puelles fue muy criticada por los nacionalistas. Un miembro de la Ejecutiva del PNV dijo que "no se puede dejar el discurso a la viuda (...) La mujer lo mezcló todo. Hizo referencias muy duras a las familias de los presos. Supongo que estaría sedada a tope. Eso lo tienen que cuidar. Es mejor que las viudas no hablen" (El País, 22/06/2009).
El 1 de marzo de 2011, se detuvo en Vizcaya a cuatro miembros de la banda terrorista ETA.
Las Fuerzas de Seguridad creen que tres de ellos son los autores del asesinato de Eduardo Puelles. Concretamente, participaron presuntamente en el asesinato Daniel Pastor Alonso y la pareja formada por Iñigo Zapirain Romano y Beatriz Etxebarria Caballero. A la cuarta arrestada, Lorena López Díez, no se la ha vinculado con el asesinato del inspector de Policía. En el momento de la detención la Guardia Civil ya sospechaba de su participación en el asesinato de Puelles, sospechas que se vieron posteriormente confirmadas tras el examen de la documentación incautada.
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