Categoría: NO DEBEMOS
OLVIDAR
A
las 7:45 del
14
julio 1986
36º aniversario
ETA provocó una masacre de
guardias civiles en la plaza de la República Dominicana de
Madrid-España
Una furgoneta-bomba, que estalló al paso de un
convoy de vehículos de la Guardia Civil procedente de la Escuela de Tráfico de
la calle Príncipe de Vergara, mató en el acto a 5 guardias civiles:
CARMELO BELLA ÁLAMO 1
JOSÉ CALVO GUTIÉRREZ 2
MIGUEL ÁNGEL CORNEJO ROS 3
JESÚS MARÍA FREIXES MONTES 4
JESÚS JIMÉNEZ JIMENO 5
Otros 4 guardias civiles murieron en las horas
posteriores al atentado:
ANDRÉS JOSÉ FERNÁNDEZ PERTIERRA 6
JOSÉ JOAQUÍN GARCÍA RUIZ 7
SANTIAGO IGLESIAS GODINO 8
ANTONIO LANCHARRO REYES 9
Otras 78 personas, entre agentes de la Benemérita y
civiles, sufrieron heridas de diversa consideración.
7 guardias civiles
fueron heridos de gravedad:
Jesús García Rangel
Miguel Ángel Martínez
Díaz
Jacinto López Martínez
Juan Izquierdo Sánchez
Miguel Ángel Dorado
Castellanos
Gabriel Aranda Sánchez
José Manuel Jiménez
Sánchez
Muchos más guardias
civiles arrastraron secuelas durante años, viéndose obligados a
dejar la Guardia Civil por causa del estrés postraumático, ansiedad, pesadillas
y miedos.
Muchos de ellos ni
han sido reconocidos como víctimas del terrorismo ni han recibido ayudas para
sufragar las costosas terapias psicológicas que han tenido que realizar.
El convoy atacado estaba formado por un autobús,
un microbús y un todoterreno, en funciones de coche-escolta, que había salido
de la Escuela de Tráfico de la Guardia Civil en el número 250 de la calle
Príncipe de Vergara y se dirigía hacia la Venta de la Rubia, a las afueras de
Madrid, donde los guardias iban a realizar prácticas de conducción en motocicleta.
En el convoy viajaban 70 guardias civiles
alumnos de la Agrupación de Tráfico.
Los mayores de la promoción tenían 25 años.
Los más jóvenes, 19.
El convoy no variaba su horario y recorrido, al
menos en los días anteriores al atentado: dejaba Príncipe de Vergara para girar
a la derecha en la plaza y dirigirse a la carretera de circunvalación M-30 por
la calle de Costa Rica.
En el número 7 de la plaza de la República
Dominicana los etarras Idoia López Riaño y Juan Manuel Soares Gamboa habían
aparcado una furgoneta-bomba marca Sava cargada con 35 kilos de Goma 2 y cinco
ollas a presión con varios kilos de metralla compuesta por tornillos, tuercas,
varillas metálicas y eslabones de cadenas de acero.
Anton Troitiño Arranz, situado en una parada de
autobús cercana, accionó el mando a distancia cuando vio que el convoy se puso
a la altura de la furgoneta-bomba.
Muy cerca, José Ignacio de Juana Chaos esperaba en
un vehículo en el que emprendieron la huida.
En las labores de vigilancia y en la preparación
del explosivo participaron también Esteban Esteban Nieto e Inés del Río Prada.
Todos los asesinos formaban parte del grupo Madrid
de ETA.
Tras la explosión se desató una espesa humareda,
que alcanzaba hasta el cuarto piso del inmueble más cercano.
Chatarra de los vehículos afectados se podía
observar en un radio de setenta metros.
Los cuerpos de dos de los guardias civiles
muertos quedaron tendidos en la calle.
Otros dos fueron sacados del interior del
vehículo.
Uno de ellos tenía las piernas seccionadas y
otro presentaba la cabeza prácticamente cortada, según personas que, en un
primer momento, colaboraron en las tareas de rescate...
Las escenas eran dantescas, muchos agentes
estaban completamente desfigurados.
Fue una auténtica
carnicería, justo lo que quería ETA que fuese.
Su entonces dirigente,
Santiago Arrospide Sarasola, alias Santi
Potros, había ordenado "emprender una dura campaña de
atentados".
Algunos objetivos los
fijaría la propia cúpula de la banda asesina, y otros los dejarían a elección
de los propios ejecutores "siempre que tales objetivos se
encarnaran en personas pertenecientes a la Guardia Civil" (sentencia
de la Audiencia Nacional, 2003).
El asesino Esteban
Esteban Nieto dijo en el juicio que "cuando ETA hace sus acciones pretende
causar el mayor número de bajas posibles.
Estamos en guerra y es
lógico que los que hicieron la acción lo supieran".
Por su parte, el no
menos asesino De Juana Chaos restó importancia a la masacre,
considerando que no era ni más ni menos importante que cualquier otro atentado
de la banda.
Tras el atentado, especialistas en explosivos de
la Policía extrajeron muestras del artefacto para determinar la cantidad y el
tipo de explosivo utilizado.
Pasadas las 10:00 horas, los restos de la
furgoneta utilizada como coche-bomba fueron trasladados a
dependencias policiales con la intención de continuar el
examen de la misma.
Nada más producirse el atentado, la Policía y la
Guardia Civil establecieron fuertes controles en las salidas de Madrid.
En el lugar del atentado -donde algunos
ciudadanos colocaron enseguida ramos de flores- se congregaron un par de
centenares de personas que se arremolinaron en torno a los vehículos
siniestrados.
Algunas personas gritaron consignas
ultraderechistas, como las que pedían la libertad de Antonio Tejero, ex
teniente coronel condenado por la intentona golpista del 23-F, y se corearon
frases contra el Gobierno y a favor del restablecimiento de la pena de muerte.
En el momento en que se extraían los cadáveres de
dos de los guardias civiles del interior del vehículo, los gritos y consignas
arreciaron, así como los insultos y provocaciones contra los informadores de
diversos medios de comunicación.
En
1989 la Audiencia Nacional condenó a
José
Ignacio de Juana Chaos
Antonio
Troitiño Arranz, como autores materiales
Esteban
Esteban Nieto
Inés del
Río Prada, como colaboradores necesarios, a sendas penas de 2.232 años de
cárcel, que resultan de sumar: 30 años por un delito de atentado con resultado
de muerte; 29 años de reclusión mayor por cada uno de los once delitos
consumados de asesinato; 24 años por cada uno de los setenta y ocho delitos de
asesinato frustrado y 11 años más por un delito de estragos. El escrito de
conclusiones de la Fiscalía fue elaborado por la fiscal Carmen Tagle
González, asesinada por la banda terrorista el 12 de septiembre
de 1989, un mes antes de la celebración del juicio. Troitiño Arranz salió de
prisión en abril de 2011, cuando sólo había cumplido 24 años de prisión, al
aplicársele una doctrina del Tribunal Constitucional sobre el cómputo de la
prisión preventiva. En la actualidad, se encuentra en paradero desconocido,
después de que la Audiencia Nacional rectificase su decisión y dictase orden de
busca y captura contra él.
En el año 2000 se condenó a
Juan
Manuel Soares Gamboa a 1.401 años, que vio atenuada la pena por su
arrepentimiento y colaboración con las autoridades.
Durante el juicio pidió perdón a todas las
víctimas de ETA, y dijo: "He visto una serie de testimonios, han pasado
ante nosotros personas con graves secuelas y muchas de ellas agravadas por el
paso del tiempo y son horrorosas de verdad (...) Nunca lo había visto tan de
cerca y quiero solicitar el perdón de todas las víctimas por mi acción
criminal, que hago extensiva a todas las víctimas de ETA, porque yo entiendo
que en algún momento fui cómplice".
En 2003, finalmente, la Audiencia Nacional condenó
a
Santiago
Arrospide Sarasola a 1.920 años de cárcel y a Idoia López Riaño a 1.472 años.
14
julio 1987
35º
aniversario
ETA atacó un convoy de cuatro vehículos de los
Grupos Antiterroristas Rurales (GAR), en el que viajaban catorce agentes del
Cuerpo, en una carretera vecinal de Oñate-Guipúzcoa-país
vasco-españa
La onda expansiva del artefacto explosivo,
activado a distancia al paso del convoy, alcanzó de lleno al todoterreno que
encabezaba la marcha, provocando la muerte en el acto del agente
PEDRO GALNARES BARRERAS
y del cabo primero
ANTONIO ÁNGEL LÓPEZ MARTÍNEZ-COLMENERO.
Otros dos guardias civiles resultaron gravemente
heridos:
Andrés Castillejo
Martín
Antonio Grande Lozano
Otros diez agentes de la Benemérita resultaron
heridos de diversa gravedad:
José
Martínez Rodríguez
Agustín
Álvarez Belmonte
Francisco
Montes Urbano
Benedicto
Martín
Pedro
Delicado Navarro
Manuel
Tejeiro Méndez
Antonio
Martínez Hernández
José
Rodríguez Chacopino
José
Antonio González García
Juan
Barreal Fernández.
Los heridos fueron trasladados inicialmente a un
centro médico de Beasaín y después al Hospital Santiago de Vitoria.
La bomba, compuesta por veinte kilos de Goma 2 y
diez de metralla, estaba camuflada entre las zarzas que recubren el pretil de
piedra que bordea la carretera entre Oñate y Legazpia, y empotrada en el suelo.
La explosión alcanzó de lleno al primero de los
cuatro vehículos del convoy que periódicamente recorre esa carretera.
El vehículo, que contaba con protección
semiblindada, fue proyectado a más de ocho metros y quedó destrozado en el
arcén contrario, envuelto en una densa columna de humo negro.
El artefacto adosado al pretil de la carretera
era del tipo conocido como hornillo, confeccionado a partir de una caja de
acero laminado en cuyo interior alojaron el explosivo y la metralla, y fue
accionado con mando a distancia, sin cable.
Este sistema permite explosionar una bomba desde
una distancia superior incluso a los quinientos metros, siempre que las ondas
de radio que emite el mando no encuentren a su paso ningún obstáculo físico.
En previsión de este tipo de atentados la
Guardia Civil desarrollaba regularmente en el País Vasco un servicio
denominado limpieza de itinerarios, que consiste
precisamente en la inspección de los arcenes y taludes que bordean las
carreteras de paso obligado para sus efectivos.
El comandante Enrique Galindo, máximo
responsable de la Guardia Civil de Guipúzcoa, indicó que el punto en el que se
produjo el atentado, en el polígono de Olakue de Oñate, fue inspeccionado días
atrás.
A su juicio, los terroristas colocaron la bomba
hacía muy pocos días, enterados de que las unidades antiterroristas rurales
recorren ese lugar al menos una vez cada dos días.
En
1999, la Audiencia Nacional condenó a los etarras
Xabier
Ugarte Villar
José Luis
Erostegui Bidaguren (que fue quien activó la bomba al paso del convoy)
Jesús
María Uribetxeberria Bolinaza
José
Miguel Gaztelu Ochandorena
Xabier
Usandizaga Galarraga
A un total
de 145 años de cárcel cada uno como autores del atentado, doble asesinato
consumado, dos asesinatos frustrados y diez delitos de lesiones.
14
julio 2001
21º aniversario
ETA cometía dos
atentados con una diferencia de pocas horas y que provocaron la muerte del,
concejal
de Unión del Pueblo Navarro en el Ayuntamiento de Leiza
JOSÉ JAVIER MÚGICA ASTIBIA
y
del
jefe
de la Inspección General de Guipúzcoa de la Ertzaintza,
Mikel María Uribe Aurkia
A primera hora de la mañana del sábado 14 de
julio, una bomba-lapa colocada por ETA en los bajos de su furgoneta acababa con
la vida de José Javier Múgica, concejal de UPN en
Leiza, una localidad gobernada con mayoría absoluta por Euskal Herritarrok.
Su asesinato se produjo horas antes de que Juan
José Ibarretxe jurara en Guernica su cargo como presidente del Gobierno de la
Comunidad Autónoma vasca.
Aquella mañana, Múgica Astibia se había
comprometido a realizar un reportaje fotográfico a una pareja de novios,
por lo que, tras desayunar junto a su familia, salió del domicilio y se dirigió
a la furgoneta, aparcada frente a su vivienda.
Cuando encendió el motor del vehículo, la
bomba-lapa se activó provocándole la muerte en el acto.
La víctima acababa de comprar esa furgoneta
porque la
anterior se la habían quemado terroristas callejeros. "No
siento rabia ni odio. Me amenazan con dianas, me insultan.
Ahora nos dejan sin poder ir de vacaciones. Ç
Y todo esto, ¿por qué? Voy a seguir trabajando
por Leiza, por los vecinos, y defendiendo mis ideas sin hacer mal a
nadie", comentó el concejal.
La semana anterior al atentado decidió irse unos
días para "quitarse de en medio" según comentó un vecino.
Estuvo tres días en Fitero y regresó el viernes
porque debía realizar el reportaje fotográfico a una pareja de novios.
Alguien debió avisar a los terroristas de que
había vuelto, por lo que aprovecharon la noche para colocar la bomba-lapa en
los bajos de su furgoneta, entre el bastidor y la caja de cambios.
La bomba estaba compuesta por tres kilos de
explosivo Titadine.
La fuerte explosión, que calcinó por completo la
furgoneta marca Volkswagen, lanzó el cuerpo del edil al asfalto, donde quedó
tendido.
La explosión provocó numerosos daños materiales
en varios vehículos estacionados en la zona e importantes destrozos en la
fachada y las ventanas del inmueble vecino.
El concejal asesinado había recibido el 3 de
diciembre de 2000 de manos del presidente del Gobierno de Navarra, Miguel Sanz,
el diploma acreditativo de la concesión de la Medalla de Oro de Navarra, máximo
galardón de la Comunidad Foral, concedido a las víctimas del terrorismo.
El motivo por el que se le concedió era las
numerosas amenazas de muerte recibidas y por el incendio, en agosto de ese año
2000, de su furgoneta de trabajo por parte de los proetarras.
Jaime Ignacio del Burgo, por entonces portavoz de UPN en el Congreso de
los Diputados, señaló a los medios de comunicación que el atentado contra su
compañero de partido suponía la culminación de las amenazas que habían
aparecido en los diarios Gara y Egunkaria.
Un mes antes, el 7
de junio, se publicó una larga entrevista a tres etarras en esos diarios en la
que dejaron claro que los miembros de UPN eran objetivos potenciales de la
banda.
El equipo de Gobierno de Euskal Herritarrok
recibió duros insultos de la población en un tenso pleno municipal.
El Ayuntamiento optó por "lamentar
profundamente lo sucedido" con los votos de EH y la abstención de Eusko
Alkartasuna.
Algunos de los asistentes calificaron de
"cobardes" a los concejales proetarras.
El funeral se celebró a las 18:00 horas, en la
iglesia parroquial de Leiza, con presencia del arzobispo de Pamplona y obispo
de Tudela, Fernando Sebastián, y con la asistencia del entonces presidente del
Gobierno, José María Aznar, y todos sus compañeros de partido.
La banda asesina ETA
reivindicó el atentado en un comunicado del que se hacía eco el diario Gara el 26 de julio de 2001.
Los presuntos
autores materiales de la muerte del concejal fueron los integrantes del grupo
Argala 2 de ETA Andoni Otegi, jefe del grupo; Oscar Celarain y Juan Carlos
Besance Zugasti, alias Fenómeno,
cuyo testimonio en octubre de 2010, tras su detención en septiembre, resultó
clave tanto para la imputación de sus dos compañeros como para desvelar el
grado de implicación del exjefe militar de la banda en el caso, Francisco
Javier García Gaztelu, alias Txapote.
Este último
compareció ante la Audiencia Nacional el 15 de abril de
Txapote alegó en su defensa que ya estaba detenido en Francia cuando
se asesinó Múgica Astibia.
Sin embargo, en un
informe elaborado por los Servicios de Información de la Guardia Civil se
certifica la implicación del etarra en el atentado, pues en la agenda que le
fue intervenida figuraban varios encuentros con los tres terroristas que
finalmente ejecutaron el asesinato.
Por otra parte, el etarra Ibon Urrestarazu,
detenido en noviembre de 2004, confesó a la Policía su participación en el
asesinato de José Javier Múgica.
Múgica Astibia era vascoparlante, euskaldún de
raza, pero se sentía español y era contrario a una posible
adhesión de Navarra a una virtual Euskalherria independiente.
El que se sintiese vasco y español era algo que
la banda asesina y su entorno, guardianes de las esencias de lo vasco, nunca
han tolerado.
La decisión de encabezar las listas de UPN de su
pueblo en 1999 le costó padecer el acoso violento de la izquierda
proetarra.
Leiza es uno de los feudos batasunos en Navarra,
las casas del pueblo están llenas de grafitis independentistas, contra la
Guardia Civil, contra España o contra el PP y a favor de la reunificación de
presos de la banda asesina...
José Javier salió elegido junto a María Flora
Michelena que, antes de que José Javier fuese asesinado,
había dimitido incapaz de soportar las presiones ejercidas por el entorno de la
banda terrorista.
El testigo de María Flora lo recogió Gerardo
Caballero. En esas elecciones de 1999 Euskal Herritarrok ganó por mayoría
absoluta en Leiza. Pese al acoso de los proetarras, Múgica Astibia no llevaba
escolta, aunque tomaba precauciones.
La víctima
compaginaba su cargo como concejal en el Ayuntamiento con su profesión de
fotógrafo y la conducción de autobuses escolares.
Desde muy joven
manifestó una gran vocación por la fotografía que
acabó convirtiéndose en su medio de vida.
Con gran esfuerzo,
consiguió abrir un pequeño local desde el que, con su entrega y amabilidad,
retrató a varias generaciones de sus paisanos.
En 2009, la sociedad
Larrea de Leiza convocó el I Concurso de Fotografía José Javier Múgica en honor
del concejal asesinado.
Además, era un gran
aficionado a la música y formaba parte de la coral Jeiki de Leiza, integrada
por cuarenta vecinos de la localidad.
Tal y como se
recogía en la página web de UPN, José Javier y su familia estaban muy volcados
con la causa saharaui, no sólo promocionando las estancias de niños en la
localidad, sino acogiendo ellos mismos a uno de ellos durante las vacaciones de
verano.
Unas diez horas
después del asesinato de José Javier Múgica Astibia, la
banda terrorista ETA acribillaba en Leaburu-Guipúzcoa-país
vasco-españa con dos ráfagas de subfusil al,
Eran aproximadamente
las 20:00 horas y el ertzaina estaba aparcando su todoterreno en una calle de la
localidad guipuzcoana.
Se disponía a cenar
con su cuadrilla de amigos en la sociedad gastronómica Zazpi Bide, algo que
hacía casi todos los fines de semana.
Unas horas antes,
Juan José Ibarretxe había leído su discurso en la toma de posesión como presidente
del Gobierno autonómico, en el que había dicho, entre otras cosas, que iba a
"combatir a ETA con todas las fuerzas".
"Dicen los
analistas que ETA mata a ertzainas cada vez que quiere advertir de algo al
PNV.
Horas antes de que
la banda matara al ertzaina con dos ráfagas de subfusil, Ibarretxe leía su
discurso de toma de posesión del sillón presidencial.
En
abril de 2004 la Audiencia Nacional condenó a
Ibon
Etxezarreta Etxaniz
Luis
María Carrasco Aseginolaza
Santiago
Vicente Aragón
Patxi Xabier Makazaga Azurmendi
A sendas
penas de 30 años de prisión mayor.
En el mismo fallo fue condenada
Oskarbi
Jauregi Amundarain a 20 años de cárcel en concepto de cómplice del asesinato
del ertzaina.
La misma sentencia establece que Ainhoa García
Montero, entonces presa en Francia, y el fallecido Hodei Galarraga habían
colaborado en la grabación de un vídeo del lugar donde tendría lugar el
asesinato y de sus alrededores "para facilitar las diversas vías de huida
para cometerlo".
En 2005 el Tribunal Supremo le rebajó la condena a
Oskarbi
Jauregi de
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