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jueves, 14 de julio de 2022

14 JULIO

 





 

Categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR

 

A las 7:45 del

14  julio  1986

36º aniversario

 

ETA provocó una masacre de guardias civiles en la plaza de la República Dominicana de Madrid-España

Una furgoneta-bomba, que estalló al paso de un convoy de vehículos de la Guardia Civil procedente de la Escuela de Tráfico de la calle Príncipe de Vergara, mató en el acto a 5 guardias civiles: 

CARMELO BELLA ÁLAMO 1

JOSÉ CALVO GUTIÉRREZ 2

MIGUEL ÁNGEL CORNEJO ROS 3

JESÚS MARÍA FREIXES MONTES 4

JESÚS JIMÉNEZ JIMENO 5

Otros 4 guardias civiles murieron en las horas posteriores al atentado: 

ANDRÉS JOSÉ FERNÁNDEZ PERTIERRA 6

JOSÉ JOAQUÍN GARCÍA RUIZ 7

SANTIAGO IGLESIAS GODINO 8

ANTONIO LANCHARRO REYES  9






Otras 78  personas, entre agentes de la Benemérita y civiles, sufrieron heridas de diversa consideración.

 

7 guardias civiles fueron heridos de gravedad: 

 

      Jesús García Rangel

 

      Miguel Ángel Martínez Díaz

 

      Jacinto López Martínez

 

      Juan Izquierdo Sánchez

 

      Miguel Ángel Dorado Castellanos

 

      Gabriel Aranda Sánchez

 

      José Manuel Jiménez Sánchez

 

Muchos más guardias civiles arrastraron secuelas durante años, viéndose obligados a dejar la Guardia Civil por causa del estrés postraumático, ansiedad, pesadillas y miedos.

 

Muchos de ellos ni han sido reconocidos como víctimas del terrorismo ni han recibido ayudas para sufragar las costosas terapias psicológicas que han tenido que realizar.

 

El convoy atacado estaba formado por un autobús, un microbús y un todoterreno, en funciones de coche-escolta, que había salido de la Escuela de Tráfico de la Guardia Civil en el número 250 de la calle Príncipe de Vergara y se dirigía hacia la Venta de la Rubia, a las afueras de Madrid, donde los guardias iban a realizar prácticas de conducción en motocicleta.

En el convoy viajaban 70 guardias civiles alumnos de la Agrupación de Tráfico. 

Los mayores de la promoción tenían 25 años.

Los más jóvenes, 19.

El convoy no variaba su horario y recorrido, al menos en los días anteriores al atentado: dejaba Príncipe de Vergara para girar a la derecha en la plaza y dirigirse a la carretera de circunvalación M-30 por la calle de Costa Rica.

En el número 7 de la plaza de la República Dominicana los etarras Idoia López Riaño y Juan Manuel Soares Gamboa habían aparcado una furgoneta-bomba marca Sava cargada con 35 kilos de Goma 2 y cinco ollas a presión con varios kilos de metralla compuesta por tornillos, tuercas, varillas metálicas y eslabones de cadenas de acero.

Anton Troitiño Arranz, situado en una parada de autobús cercana, accionó el mando a distancia cuando vio que el convoy se puso a la altura de la furgoneta-bomba.

Muy cerca, José Ignacio de Juana Chaos esperaba en un vehículo en el que emprendieron la huida.

En las labores de vigilancia y en la preparación del explosivo participaron también Esteban Esteban Nieto e Inés del Río Prada.

Todos los asesinos formaban parte del grupo Madrid de ETA.

Tras la explosión se desató una espesa humareda, que alcanzaba hasta el cuarto piso del inmueble más cercano.

Chatarra de los vehículos afectados se podía observar en un radio de setenta metros.

Los cuerpos de dos de los guardias civiles muertos quedaron tendidos en la calle.

Otros dos fueron sacados del interior del vehículo.

Uno de ellos tenía las piernas seccionadas y otro presentaba la cabeza prácticamente cortada, según personas que, en un primer momento, colaboraron en las tareas de rescate...

Las escenas eran dantescas, muchos agentes estaban completamente desfigurados.

Fue una auténtica carnicería, justo lo que quería ETA que fuese.

 

Su entonces dirigente, Santiago Arrospide Sarasola, alias Santi Potros, había ordenado "emprender una dura campaña de atentados".

 

Algunos objetivos los fijaría la propia cúpula de la banda asesina, y otros los dejarían a elección de los propios ejecutores "siempre que tales objetivos se encarnaran en personas pertenecientes a la Guardia Civil" (sentencia de la Audiencia Nacional, 2003).

 

El asesino Esteban Esteban Nieto dijo en el juicio que "cuando ETA hace sus acciones pretende causar el mayor número de bajas posibles.

 

Estamos en guerra y es lógico que los que hicieron la acción lo supieran".

 

Por su parte, el no menos asesino De Juana Chaos restó importancia a la masacre, considerando que no era ni más ni menos importante que cualquier otro atentado de la banda.

 

Tras el atentado, especialistas en explosivos de la Policía extrajeron muestras del artefacto para determinar la cantidad y el tipo de explosivo utilizado.

Pasadas las 10:00 horas, los restos de la furgoneta utilizada como coche-bomba fueron trasladados a dependencias policiales con la intención de continuar el examen de la misma.

Nada más producirse el atentado, la Policía y la Guardia Civil establecieron fuertes controles en las salidas de Madrid.

En el lugar del atentado -donde algunos ciudadanos colocaron enseguida ramos de flores- se congregaron un par de centenares de personas que se arremolinaron en torno a los vehículos siniestrados.

Algunas personas gritaron consignas ultraderechistas, como las que pedían la libertad de Antonio Tejero, ex teniente coronel condenado por la intentona golpista del 23-F, y se corearon frases contra el Gobierno y a favor del restablecimiento de la pena de muerte.

En el momento en que se extraían los cadáveres de dos de los guardias civiles del interior del vehículo, los gritos y consignas arreciaron, así como los insultos y provocaciones contra los informadores de diversos medios de comunicación.

En 1989 la Audiencia Nacional condenó a

   José Ignacio de Juana Chaos

   Antonio Troitiño Arranz, como autores materiales

   Esteban Esteban Nieto

   Inés del Río Prada, como colaboradores necesarios, a sendas penas de 2.232 años de cárcel, que resultan de sumar: 30 años por un delito de atentado con resultado de muerte; 29 años de reclusión mayor por cada uno de los once delitos consumados de asesinato; 24 años por cada uno de los setenta y ocho delitos de asesinato frustrado y 11 años más por un delito de estragos. El escrito de conclusiones de la Fiscalía fue elaborado por la fiscal Carmen Tagle González, asesinada por la banda terrorista el 12 de septiembre de 1989, un mes antes de la celebración del juicio. Troitiño Arranz salió de prisión en abril de 2011, cuando sólo había cumplido 24 años de prisión, al aplicársele una doctrina del Tribunal Constitucional sobre el cómputo de la prisión preventiva. En la actualidad, se encuentra en paradero desconocido, después de que la Audiencia Nacional rectificase su decisión y dictase orden de busca y captura contra él.

En el año 2000 se condenó a

   Juan Manuel Soares Gamboa a 1.401 años, que vio atenuada la pena por su arrepentimiento y colaboración con las autoridades.

Durante el juicio pidió perdón a todas las víctimas de ETA, y dijo: "He visto una serie de testimonios, han pasado ante nosotros personas con graves secuelas y muchas de ellas agravadas por el paso del tiempo y son horrorosas de verdad (...) Nunca lo había visto tan de cerca y quiero solicitar el perdón de todas las víctimas por mi acción criminal, que hago extensiva a todas las víctimas de ETA, porque yo entiendo que en algún momento fui cómplice".

En 2003, finalmente, la Audiencia Nacional condenó a

   Santiago Arrospide Sarasola a 1.920 años de cárcel y a Idoia López Riaño a 1.472 años.

 

14  julio  1987

35º  aniversario

 

ETA atacó un convoy de cuatro vehículos de los Grupos Antiterroristas Rurales (GAR), en el que viajaban catorce agentes del Cuerpo, en una carretera vecinal de Oñate-Guipúzcoa-país vasco-españa

La onda expansiva del artefacto explosivo, activado a distancia al paso del convoy, alcanzó de lleno al todoterreno que encabezaba la marcha, provocando la muerte en el acto del agente 

PEDRO GALNARES BARRERAS

y del cabo primero 

ANTONIO ÁNGEL LÓPEZ MARTÍNEZ-COLMENERO.



Otros dos guardias civiles resultaron gravemente heridos: 

      Andrés Castillejo Martín

      Antonio Grande Lozano

Otros diez agentes de la Benemérita resultaron heridos de diversa gravedad:

      José Martínez Rodríguez

      Agustín Álvarez Belmonte

      Francisco Montes Urbano

      Benedicto Martín

      Pedro Delicado Navarro

      Manuel Tejeiro Méndez

      Antonio Martínez Hernández

      José Rodríguez Chacopino

      José Antonio González García

      Juan Barreal Fernández.

Los heridos fueron trasladados inicialmente a un centro médico de Beasaín y después al Hospital Santiago de Vitoria.

 

La bomba, compuesta por veinte kilos de Goma 2 y diez de metralla, estaba camuflada entre las zarzas que recubren el pretil de piedra que bordea la carretera entre Oñate y Legazpia, y empotrada en el suelo.

La explosión alcanzó de lleno al primero de los cuatro vehículos del convoy que periódicamente recorre esa carretera.

El vehículo, que contaba con protección semiblindada, fue proyectado a más de ocho metros y quedó destrozado en el arcén contrario, envuelto en una densa columna de humo negro.

El artefacto adosado al pretil de la carretera era del tipo conocido como hornillo, confeccionado a partir de una caja de acero laminado en cuyo interior alojaron el explosivo y la metralla, y fue accionado con mando a distancia, sin cable.

Este sistema permite explosionar una bomba desde una distancia superior incluso a los quinientos metros, siempre que las ondas de radio que emite el mando no encuentren a su paso ningún obstáculo físico.

En previsión de este tipo de atentados la Guardia Civil desarrollaba regularmente en el País Vasco un servicio denominado limpieza de itinerarios, que consiste precisamente en la inspección de los arcenes y taludes que bordean las carreteras de paso obligado para sus efectivos.

El comandante Enrique Galindo, máximo responsable de la Guardia Civil de Guipúzcoa, indicó que el punto en el que se produjo el atentado, en el polígono de Olakue de Oñate, fue inspeccionado días atrás.

A su juicio, los terroristas colocaron la bomba hacía muy pocos días, enterados de que las unidades antiterroristas rurales recorren ese lugar al menos una vez cada dos días.

En 1999, la Audiencia Nacional condenó a los etarras

   Xabier Ugarte Villar

   José Luis Erostegui Bidaguren (que fue quien activó la bomba al paso del convoy)

   Jesús María Uribetxeberria Bolinaza

   José Miguel Gaztelu Ochandorena

   Xabier Usandizaga Galarraga

A  un total de 145 años de cárcel cada uno como autores del atentado, doble asesinato consumado, dos asesinatos frustrados y diez delitos de lesiones.

 

 

14  julio  2001

 

21º aniversario

 

 

ETA cometía dos atentados con una diferencia de pocas horas y que provocaron la muerte del,

 

 

 

concejal de Unión del Pueblo Navarro en el Ayuntamiento de Leiza

 

JOSÉ JAVIER MÚGICA ASTIBIA


 

y del

 

 

jefe de la Inspección General de Guipúzcoa de la Ertzaintza, 

 

Mikel María Uribe Aurkia







A primera hora de la mañana del sábado 14 de julio, una bomba-lapa colocada por ETA en los bajos de su furgoneta acababa con la vida de José Javier Múgica, concejal de UPN en Leiza, una localidad gobernada con mayoría absoluta por Euskal Herritarrok.

Su asesinato se produjo horas antes de que Juan José Ibarretxe jurara en Guernica su cargo como presidente del Gobierno de la Comunidad Autónoma vasca.

Aquella mañana, Múgica Astibia se había comprometido a realizar un reportaje fotográfico a una pareja de novios, por lo que, tras desayunar junto a su familia, salió del domicilio y se dirigió a la furgoneta, aparcada frente a su vivienda.

Cuando encendió el motor del vehículo, la bomba-lapa se activó provocándole la muerte en el acto.

La víctima acababa de comprar esa furgoneta porque la anterior se la habían quemado terroristas callejeros. "No siento rabia ni odio. Me amenazan con dianas, me insultan.

Ahora nos dejan sin poder ir de vacaciones. Ç

Y todo esto, ¿por qué? Voy a seguir trabajando por Leiza, por los vecinos, y defendiendo mis ideas sin hacer mal a nadie", comentó el concejal.

La semana anterior al atentado decidió irse unos días para "quitarse de en medio" según comentó un vecino.

Estuvo tres días en Fitero y regresó el viernes porque debía realizar el reportaje fotográfico a una pareja de novios.

Alguien debió avisar a los terroristas de que había vuelto, por lo que aprovecharon la noche para colocar la bomba-lapa en los bajos de su furgoneta, entre el bastidor y la caja de cambios.

La bomba estaba compuesta por tres kilos de explosivo Titadine.

La fuerte explosión, que calcinó por completo la furgoneta marca Volkswagen, lanzó el cuerpo del edil al asfalto, donde quedó tendido.

La explosión provocó numerosos daños materiales en varios vehículos estacionados en la zona e importantes destrozos en la fachada y las ventanas del inmueble vecino.

El concejal asesinado había recibido el 3 de diciembre de 2000 de manos del presidente del Gobierno de Navarra, Miguel Sanz, el diploma acreditativo de la concesión de la Medalla de Oro de Navarra, máximo galardón de la Comunidad Foral, concedido a las víctimas del terrorismo.

El motivo por el que se le concedió era las numerosas amenazas de muerte recibidas y por el incendio, en agosto de ese año 2000, de su furgoneta de trabajo por parte de los proetarras.

Jaime Ignacio del Burgo, por entonces portavoz de UPN en el Congreso de los Diputados, señaló a los medios de comunicación que el atentado contra su compañero de partido suponía la culminación de las amenazas que habían aparecido en los diarios Gara y Egunkaria.

 

Un mes antes, el 7 de junio, se publicó una larga entrevista a tres etarras en esos diarios en la que dejaron claro que los miembros de UPN eran objetivos potenciales de la banda.

 

El equipo de Gobierno de Euskal Herritarrok recibió duros insultos de la población en un tenso pleno municipal.

El Ayuntamiento optó por "lamentar profundamente lo sucedido" con los votos de EH y la abstención de Eusko Alkartasuna.

Algunos de los asistentes calificaron de "cobardes" a los concejales proetarras.

El funeral se celebró a las 18:00 horas, en la iglesia parroquial de Leiza, con presencia del arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Fernando Sebastián, y con la asistencia del entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, y todos sus compañeros de partido.

La banda asesina ETA reivindicó el atentado en un comunicado del que se hacía eco el diario Gara el 26 de julio de 2001.

 

Los presuntos autores materiales de la muerte del concejal fueron los integrantes del grupo Argala 2 de ETA Andoni Otegi, jefe del grupo; Oscar Celarain y Juan Carlos Besance Zugasti, alias Fenómeno, cuyo testimonio en octubre de 2010, tras su detención en septiembre, resultó clave tanto para la imputación de sus dos compañeros como para desvelar el grado de implicación del exjefe militar de la banda en el caso, Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote.

 

Este último compareció ante la Audiencia Nacional el 15 de abril de 2011, a pesar de que la orden de extradición de Francia no incluía la causa del edil de UPN. 

 

Txapote alegó en su defensa que ya estaba detenido en Francia cuando se asesinó Múgica Astibia.

 

Sin embargo, en un informe elaborado por los Servicios de Información de la Guardia Civil se certifica la implicación del etarra en el atentado, pues en la agenda que le fue intervenida figuraban varios encuentros con los tres terroristas que finalmente ejecutaron el asesinato.

 

Por otra parte, el etarra Ibon Urrestarazu, detenido en noviembre de 2004, confesó a la Policía su participación en el asesinato de José Javier Múgica.

Múgica Astibia era vascoparlante, euskaldún de raza, pero se sentía español y era contrario a una posible adhesión de Navarra a una virtual Euskalherria independiente.

El que se sintiese vasco y español era algo que la banda asesina y su entorno, guardianes de las esencias de lo vasco, nunca han tolerado.

La decisión de encabezar las listas de UPN de su pueblo en 1999 le costó padecer el acoso violento de la izquierda proetarra.

Leiza es uno de los feudos batasunos en Navarra, las casas del pueblo están llenas de grafitis independentistas, contra la Guardia Civil, contra España o contra el PP y a favor de la reunificación de presos de la banda asesina...

José Javier salió elegido junto a María Flora Michelena que, antes de que José Javier fuese asesinado, había dimitido incapaz de soportar las presiones ejercidas por el entorno de la banda terrorista.

El testigo de María Flora lo recogió Gerardo Caballero. En esas elecciones de 1999 Euskal Herritarrok ganó por mayoría absoluta en Leiza. Pese al acoso de los proetarras, Múgica Astibia no llevaba escolta, aunque tomaba precauciones.

La víctima compaginaba su cargo como concejal en el Ayuntamiento con su profesión de fotógrafo y la conducción de autobuses escolares.

 

 

Desde muy joven manifestó una gran vocación por la fotografía que acabó convirtiéndose en su medio de vida.

 

Con gran esfuerzo, consiguió abrir un pequeño local desde el que, con su entrega y amabilidad, retrató a varias generaciones de sus paisanos.

 

En 2009, la sociedad Larrea de Leiza convocó el I Concurso de Fotografía José Javier Múgica en honor del concejal asesinado.

 

Además, era un gran aficionado a la música y formaba parte de la coral Jeiki de Leiza, integrada por cuarenta vecinos de la localidad.

 

Tal y como se recogía en la página web de UPN, José Javier y su familia estaban muy volcados con la causa saharaui, no sólo promocionando las estancias de niños en la localidad, sino acogiendo ellos mismos a uno de ellos durante las vacaciones de verano.

 

Unas diez horas después del asesinato de José Javier Múgica Astibia, la banda terrorista ETA acribillaba en Leaburu-Guipúzcoa-país vasco-españa con dos ráfagas de subfusil al,

 

 

Eran aproximadamente las 20:00 horas y el ertzaina estaba aparcando su todoterreno en una calle de la localidad guipuzcoana.

 

Se disponía a cenar con su cuadrilla de amigos en la sociedad gastronómica Zazpi Bide, algo que hacía casi todos los fines de semana.

 

Unas horas antes, Juan José Ibarretxe había leído su discurso en la toma de posesión como presidente del Gobierno autonómico, en el que había dicho, entre otras cosas, que iba a "combatir a ETA con todas las fuerzas".

 

"Dicen los analistas que ETA mata a ertzainas cada vez que quiere advertir de algo al PNV.

 

Horas antes de que la banda matara al ertzaina con dos ráfagas de subfusil, Ibarretxe leía su discurso de toma de posesión del sillón presidencial.

 

 

 

En abril de 2004 la Audiencia Nacional condenó a

   Ibon Etxezarreta Etxaniz

   Luis María Carrasco Aseginolaza

   Santiago Vicente Aragón

   Patxi Xabier Makazaga Azurmendi

A  sendas penas de 30 años de prisión mayor.

En el mismo fallo fue condenada

   Oskarbi Jauregi Amundarain a 20 años de cárcel en concepto de cómplice del asesinato del ertzaina.

La misma sentencia establece que Ainhoa García Montero, entonces presa en Francia, y el fallecido Hodei Galarraga habían colaborado en la grabación de un vídeo del lugar donde tendría lugar el asesinato y de sus alrededores "para facilitar las diversas vías de huida para cometerlo".

En 2005 el Tribunal Supremo le rebajó la condena a

   Oskarbi Jauregi de 20 a 13 años y 6 meses, por no haberse motivado en forma alguna la decisión de imponerle la pena máxima como cómplice "cosa que, de modo evidente, vulnera su derecho a la tutela judicial efectiva

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