ETA
ASESINA A
3 PERSONAS, PERSONAS
DE españa
MELITÓN
MANZAMARES
DIONISIO
REY
MARIO
GONZAKEZ
categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR
2 agosto 1968
54º
aniversario
ETA asesinaba en Irún-Guipúzcoa-país vasco-españa, al
inspector
jefe de Policía
MELITÓN MANZANAS GONZÁLEZ
Casi 2 meses después de que el 7 de junio Txabi
Echebarrieta acabase a tiros con la vida del agente José Antonio Pardines
Arcay.
Echebarrieta murió horas más tarde en un
enfrentamiento con la Guardia Civil en Tolosa.
El etarra que le
acompañaba, Iñaki Sarasketa, fue detenido y condenado a
muerte, aunque la pena le fue conmutada por cadena perpetua y,
posteriormente, se vio beneficiado por las medidas de amnistía aprobadas tras
la muerte de Franco, saliendo de prisión en 1977.
El día que asesinaron
al agente Pardines, Echebarrieta y Sarasketa se dirigían a
San Sebastián para preparar el asesinato del inspector Melitón Manzanas.
Es decir, los
preparativos del asesinato del jefe de la Brigada de Investigación
Social, en lo que ETA llamó 'Operación Sagarra' (manzana en vasco) se iniciaron
bastante tiempo antes de la muerte del etarra
Echebarrieta.
Iñaki Sarasketa, que acompañaba a Echebarrieta el día que
asesinaron al agente Pardines, contó cómo se preparó el atentado contra Melitón
Manzanas: "La primera información sobre sus movimientos me la dio Jon Oñatibia,
miembro del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y antiguo
delegado del Gobierno vasco en Nueva York.
Fue una decisión
personal, no digo que el PNV tuviera nada que ver.
Supimos qué autobús
cogía, a qué hora, incluso dónde solía sentarse.
Los primeros
seguimientos del policía los hicieron el propio Echebarrieta y Jokin Gorostidi.
Sin embargo el asesinato de Melitón fue presentado posteriormente como
una respuesta de ETA a la pérdida del primer miembro de la
banda, aunque la realidad fue bien distinta.
Sobre la personalidad
de Jon Oñatibia, es interesante la información que proporciona
José Díaz Herrera en Los Mitos del
Nacionalismo vasco, (Planeta 2005) tras analizar documentación
inédita en los archivos de la CIA.
Según esa
documentación, Oñatibia había sido uno de los hombres de confianza
del lehendakari Aguirre para
controlar las redes de espionaje que el PNV puso a
disposición del OSS, y su sucesora la CIA, durante los años cuarenta y
cincuenta.
Uno de los
personajes clave en estas redes de espionaje fue Jon Oñatibia.
Cuenta Díaz Herrera
que, entre otras cosas, fue el encargado de recuperar la documentación que
había dejado el espía Jesús Galíndez tras su desaparición, tal y como le
confirmó en entrevista el abogado Richard N. Gardner.
A mediados de los
años sesenta, y conservando la nacionalidad norteamericana, Oñatibia regresó
al País Vasco y se estableció en Oñate, donde oficialmente
vivía dando clases a estudiantes norteamericanos.
Sarasketa señala que
Oñatibia actuó por su propia cuenta ("fue una decisión personal"
contó a El Mundo), pero Díaz
Herrera deja
flotar la duda de que un personaje clave de los servicios del nacionalismo
vasco actuase por libre.
"El asesinato
de Melitón Manzanas, con datos facilitados por los agentes de Aguirre, revela
que la historia pasa de padres a hijos y continúa" (Los Mitos del Nacionalismo vasco, pág. 731).
Tras la muerte de Echebarrieta en el
enfrentamiento con la Guardia Civil, el Biltzar Tzipia de ETA (Comité Central)
decidió continuar
con los planes de asesinar a Manzanas y también al policía
que desempeñaba las mismas funciones en Vizcaya, aunque este último atentado no
llegó a llevarse a cabo.
El encargado de organizar el asesinato fue
Xabier Izko de la Iglesia que fue también el autor material del atentado.
El asesinato se produjo hacia las 15:30 horas en
el descansillo del primer piso de Villa Arana, una casona de Irún con la forma
del típico caserío vasco.
La planta baja la ocupaba un negocio de equipos
de imagen y sonido, y sobre la tienda había dos pisos. En el primero vivían
Melitón Manzanas, su mujer y su hija.
Ese día, Melitón se trasladó en autobús desde la
comisaría de San Sebastián a su domicilio en Irún. Al llegar a Villa Arana,
abrió la puerta y subió la escalera.
Su mujer le oyó y abrió la puerta.
Le dijo "vienes mojado"... y en ese
momento sonó un disparo que alcanzó a Manzanas por la espalda.
La mujer vio al asesino, un individuo joven, de
estatura media, bigote y largas patillas.
Incluso llegó a forcejear con él.
El asesino realizó varios disparos más, aunque
no llegó a herir a la mujer del policía.
También fue testigo la hija de Melitón, que se
asomó a la puerta del domicilio al oír el primer disparo. Su madre la empujó al
interior de la casa y ella se acercó a una ventana, pidiendo ayuda a gritos.
En el lugar de los hechos se recogieron siete
proyectiles del calibre 7,65. El etarra, Izko de la Iglesia, había esperado a
Melitón Manzanas dentro de la casa, en un pequeño sótano situado a la izquierda
de la escalera.
Melitón Manzanas falleció casi en el acto. Había
recibido tres tiros en la cabeza, uno en la mano y otro en la muñeca. ETA
reivindicó el atentado en una octavilla que difundió en agosto de 1968, donde
se podía leer "Melitón Manzanas, ejecutado".
Ante los rumores y falsas noticias que se
sucedieron poniendo en duda la autoría del atentado, ETA volvió a difundir
un comunicado
de prensa el 13 de octubre de 1968, para reafirmar que había
sido la autora.
El crimen y su propaganda eran fundamentales
para la banda en esos momentos, que ponía así en práctica su estrategia de
acción-represión-acción contra el régimen franquista.
Además, en este caso la figura del policía
asesinado era propicia para hacer propaganda, pues Melitón Manzanas ya había
sido acusado por miembros de la oposición al franquismo de practicar
malos tratos y torturas a los detenidos.
Es frecuente que se
utilice este tema para justificar el asesinato.
Aunque de forma
directa no se justifique, en el fondo se ha presentado el asesinato
como una acción de justicia por
parte de ETA.
En relación con esto
es importante señalar que, pese a que la banda terrorista haya alegado
históricamente motivos de lo más variopintos para matar (injusticias varias,
opresión de las clases populares, defensa del medio ambiente, lucha contra la
drogas, la condición de confidente de las víctimas, supuestas torturas y malos
tratos...), los verdaderos motivos por los que asesinaba
ETA los expuso la propia banda en su revista Zutik en
diciembre de 1961 (citado por José Díaz Herrera en Los Mitos del Nacionalismo, pág. 514): "Nuestro
enemigo no es Franco. En este momento es la Dictadura de Franco, pero podría
serlo la Democracia, la Monarquía o la República.
Nuestro enemigo es España encarnada en cualquier sistema, forma de
Estado o de Gobierno que niegue la libertad de los vascos a crear su Estado
independiente".
Los demás motivos
alegados para asesinar no dejan de ser meros artificios propagandísticos.
Por lo tanto, cabe
concluir que aunque a Manzanas le hubieran acusado de cualquier otra cosa que
no fuese cometer torturas, el resultado habría sido posiblemente
el mismo: lo habrían asesinado por representar todo aquello que
odia ETA.
La respuesta del Gobierno al asesinato de
Melitón Manzanas fue la declaración del estado de excepción en
Giupúzcoa por un período de tres meses a partir del 5 de
agosto, medida que fue prorrogada en octubre por otros tres meses más.
Esta medida implicaba la suspensión de los
artículos 14, 15 y 18 del Fuero de los Españoles que regulaban la libertad de
residencia, la inviolabilidad del domicilio y el periodo de detención policial.
Para reforzar el estado de excepción, el 14 de
agosto el Consejo de Ministros aprobó un Decreto Ley sobre represión del
bandidaje y terrorismo, que significaba la inclusión en el
ámbito de la jurisdicción militar de los delitos de propaganda, huelgas o
sabotajes si estos perseguían fines políticos.
Xabier Izko de la Iglesia fue condenado en
el Consejo
de Guerra de Burgos de 1970 como autor material del
asesinato de Melitón Manzanas, aunque el etarra siempre negó que fuera la
persona que hizo los disparos. El asesinato del jefe de la Brigada de
Investigación Social de San Sebastián fue una de las acusaciones centrales
contra los dieciséis miembros de ETA que se
sentaron en el banquillo del Consejo de Guerra celebrado en Burgos en diciembre
de 1970. Seis de los acusados fueron condenados a muerte, aunque la condena fue
posteriormente revocada y sustituida por cadena perpetua, y los diez restantes
acumularon penas que sumaban más de 500 años de cárcel. La banda
terrorista ETA quedó diezmada por la represión
franquista, que llevó a la cárcel a una parte considerable de sus cuadros
dirigentes durante 1968 y 1969.
En 1968 no
hubo ninguna víctima mortal más después del asesinato de Melitón Manzanas.
En 1969,
la única víctima mortal fue el taxista de
Arrigorriaga Fermín Monasterio por resistirse a llevar al
etarra Miguel Etxevarría Iztueta, alias Makagüen,
que huía de una redada policial en un piso del casco viejo de Bilbao en la que
fueron apresados Mario Onaindia, Txutxo Abrisketa y Víctor Arana Bilbao.
En 1970
y 1971 no hubo víctimas mortales, aunque sí se produjo una
intensificación de los atentados de la mano del líder de ETA en esos momentos,
el fraile
benedictino Eustakio Mendizabal, alias Txikia -que
murió en 1972 por disparos de la Policía-, y en 1972 sólo hubo una víctima
mortal: el asesinato el 29 de agosto del policía municipal Eloy García Cambra,
atentado no planificado, sino que se produjo durante la detención de un
sospechoso en la estación de autobuses de Galdácano (Vizcaya).
Sin embargo, el
Consejo de Guerra de Burgos acabaría provocando graves
dificultades al régimen de Franco, pues las protestas por las
condenas a muerte se extendieron por todo el mundo hasta conseguir que fueran
conmutadas por las de cadena perpetua. Además, la oleada de
solidaridad que despertó el Consejo provocó un flujo de
nuevos militantes hacia una banda que en esos momentos
estaba totalmente debilitada, no sólo por la acción de las Fuerzas de
Seguridad, sino por la crisis interna de ETA con la
celebración de la VI Asamblea en 1970, crisis que dividió a la banda en dos: el
frente obrero y el militar.
El frente militar se
transformó en ETA-V Asamblea, que sería la que se quedaría finalmente con la
"marca" y con la estrategia de los asesinatos y atentados como
fórmula de actuación.
El año 1973 sería el del gran golpe propagandístico de ETA: el asesinato, en noviembre, del almirante Luis Carrero Blanco, su escolta, el policía Juan Antonio Bueno Fernández, y su chófer, José Luis Pérez Mogena.
A todos los
efectos, y durante muchos años, el de Carrero Blanco fue el único atentado con
víctimas mortales de ese año, porque los otros tres asesinados por ETA en 1973
fueron los jóvenes gallegos José Humberto Fouz
Escobero, Jorge Juan García Carneiro y Fernando Quiroga Veiga que,
el 24 de marzo, cruzaron la frontera francesa para ver la película El último tango en París y, tras ser secuestrados y
torturados hasta la muerte, nunca más se supo de ellos.
2 agosto 1979
43º ANIVERSARIO
Falleció en la residencia Francisco Franco
POLICIA NACIONAL,
retirado
DIONISIO REY AMEZ
4 días
después de que estallase en Atocha la tercera bomba de una
cadena de atentados indiscriminados de la banda terrorista ETA en
el aeropuerto de Barajas y las estaciones de tren de Chamartín y Atocha.
La bomba de esta
última estación alcanzó de lleno a tres miembros de una misma familia: Guadalupe
Redondo Vian, que falleció en el acto, su marido Dionisio Rey,
que lo haría cuatro días después, y la hija de ambos, Carmen Rey
Redondo, que consiguió sobrevivir pese a la gravedad de sus
heridas.
2 agosto 1980
42º ANIVERSARIO
ETA secuestraba y asesinaba en Éibar -Guipúzcoa-PAÍS VASCO-ESPAÑA
Trabajador de la empresa Agruminsa
MARIO GONZÁLEZ BLASCO
En Vizcaya.
El secuestro de Mario González se produjo poco
después de las seis de la mañana.
Tras finalizar su turno de trabajo como soldador
en el pozo minero Bodovile perteneciente a Agruminsa, la víctima se dirigió a
su domicilio en la localidad minera de San Salvador del Valle a bordo de un
Land Rover de su propiedad acompañado por otro trabajador de la misma empresa.
El vehículo fue interceptado por varios
terroristas encapuchados que, tras dejar atado al vehículo al acompañante en un
monte cercano, secuestraron a Mario y huyeron a bordo de otro automóvil.
Hacia las tres de la tarde se recibieron en las
redacciones de varios medios de comunicación vascos sendas llamadas en las que
se anunciaba, en nombre de ETA político-militar, el "secuestro
y ejecución de Mario González".
El anónimo comunicante anunció la difusión de un
nuevo comunicado explicando las causas del asesinato y precisó que el cadáver
se encontraba en un barranco del barrio de Aguinaga, en las afueras de
Éibar, "cerca
del lugar donde había sido asesinado Jesús María Zubikaray Badiola" militante
de EIA (Partido para la Revolución Vasca), simpatizante de la coalición
Euskadiko Ezkerra y antiguo militante de ETA, asesinado seis meses antes, el 2
de febrero, en un atentado reivindicado por el Batallón Vasco Español.
Para esa hora, un vecino del barrio de Aguinaga
de Éibar había descubierto ya el cuerpo sin vida de Mario y había dado aviso a
la Policía Municipal hacia las 13:00 horas, siete después del secuestro.
El cuerpo de Mario, abandonado a unos cincuenta
metros del lugar donde apareció el cadáver de Zubikaray, un paraje conocido
como Zubitxa, presentaba ocho impactos de bala: uno en la cabeza, con orificio
de entrada a la altura del pómulo derecho, y el resto en el tórax, cerca del
corazón, todos ellos mortales de necesidad.
Los terroristas habían colocado sobre el
cadáver un
recorte de prensa en el que aparecía una fotografía de Zubikaray que
pegaron con un esparadrapo en la camisa de la víctima.
La banda terrorista ETA acusaba a Mario de estar relacionado con el asesinato de Zubikaray.
No hay comentarios:
Publicar un comentario