Categoría: NO DEBEMOS
OLVIDAR
13 septiembre 1974
48º aniversario
ETA provocaba su primera masacre haciendo
explotar una bomba en la cafetería Rolando de la calle del Correo, muy cerca de
la Puerta del Sol en Madrid-COMUNIDAD DE MADRID-ESPAÑA.
La cafetería era frecuentada por policías de la
Dirección General de Seguridad y por ello se convirtió en objetivo de la banda
asesina.
La bomba, compuesta por unos treinta kilos de
dinamita, además de tuercas de unos dos centímetros que actuaron como metralla,
fue colocada en los aseos del establecimiento.
La explosión, que se produjo en torno a las
14:30 horas, fue brutal: el techo de la cafetería se derrumbó, sepultando
materialmente a los clientes y los empleados de la misma, provocando la muerte
casi en el acto de once personas, de dos más
posteriormente, y heridas de diferente consideración a
otras sesenta personas.
La metralla causó gran cantidad de víctimas y
muchas de ellas quedaron atrozmente mutiladas.
La onda expansiva afectó también al autoservicio
Tobobán, en la calle Mayor, donde estaban unas treinta personas, muchas de las
cuales resultaron heridas.
La potencia de la explosión fue tal que varias
víctimas aparecieron totalmente desnudas y uno de los cuerpos fue lanzado
contra la DGS.
Once de los heridos
eran miembros de la Policía, y uno de ellos, el inspector Félix Ayuso Pinel, sobrevivió casi dos
años y medio al atentado, falleciendo el 11 de enero de 1977.
Se convertía así en
la víctima número trece de la masacre y en el único policía muerto en el
atentado.
A uno de los
policías, el inspector José Ángel Adquisiano Bardón, tuvieron que
amputarle una pierna.
También falleció
días más tarde, el 29 de septiembre, Gerardo García Pérez,
camarero de la cafetería.
Las otras once
personas asesinadas eran civiles, clientes y empleados de la cafetería. Hasta
el atentado de Hipercor en 1987
La masacre de la cafetería
Rolando ostentaba el triste récord de ser el atentado con más víctimas mortales
de la banda asesina, hasta que llego HIPERCOR-BARCELONA-CATALUÑA-ESPAÑA
ANTONIO ALONSO PALACÍN
MARÍA JESÚS ARCOS TIRADO
FRANCISCA BAEZA ALARCÓN
BALDOMERO BARRAL FERNÁNDEZ
MARÍA JOSEFINA PÉREZ MARTÍNEZ
ANTONIO LOBO AGUADO
Dos de los tres empleados de la cafetería que
fallecerían en el atentado:
FRANCISCO GÓMEZ VAQUERO
MANUEL LLANOS GANCEDO
LUIS MARTÍNEZ MARÍN;
CONCEPCIÓN PÉREZ PAÍNO
Y la estudiante
MARÍA ÁNGELES REY MARTÍNEZ.
El atentado fue planeado por
ETA casi un año antes, cuando un grupo de asesinos de la banda
vinieron a Madrid para, de la mano de Genoveva (Eva) Forest,
mujer del dramaturgo proetarra Alfonso Sastre, realizar los preparativos del
asesinato del almirante Carrero Blanco.
Se fijaron en la cafetería Rolando porque era frecuentada
por policías, debido a la cercanía de la DGS.
Recopilaron toda la información y el 13 de
septiembre de 1974 dos etarras, un hombre y una mujer, colocaron la bomba en
los aseos.
Los 2 asesinos
llegaron directamente de Francia y contaron en todo momento con la ayuda de Eva
Forest, alias Vitia y Tupamara.
No sólo los llevó
hasta la cafetería sino que los alojó posteriormente en uno de los pisos de
seguridad que tenía en Alcorcón.
Los etarras, tras
estar unos días escondidos, regresaron a Francia.
Pensando en el coste de
imagen que una masacre de civiles podía tener para la
banda, ETA
reaccionó negando su responsabilidad y culpando, en un
comunicado difundido el 29 de octubre, a "núcleos ultrafascistas
estrechamente ligados a determinados medios policiales y políticos del Estado
español".
Pero era ya demasiado tarde pues, para entonces,
había un gran número de detenidos. El 23 de septiembre se culminó una gran
operación policial, con ocho detenidos y el descubrimiento de cinco pisos
francos que Forest tenía en Madrid.
La pieza clave de todo el entramado era Genoveva
Forest, militante del PCE desde 1962.
Ese mismo día se informó también de que la Policía
de Bilbao sospechaba que el etarra José Manuel Galarraga Mendizábal podría
haber sido el que ayudó a construir los "refugios" en Madrid.
Además, su presencia, y la de otros miembros de
la banda, había sido detectada en la capital días antes del atentado.
Muchos de los detenidos eran del Partido
Comunista en ese momento, y otros habían pertenecido al PCE pero ya se habían
desligado del mismo.
Era el caso de Genoveva Forest, que en el
momento de la masacre ya no pertenecía al PCE.
La Policía detuvo a gente de la
televisión y del teatro, a un piloto de Iberia, a un albañil
llamado Antonio
Durán Velasco (miembro de Comisiones Obreras y del PC, que
era buscado por el TOP desde 1971), a la abogada Lidia Falcón (varias
veces detenida por sus actividades comunistas) y a su entonces compañero, Eliseo Bayo (con
antecedentes de detención por actividades comunistas)... y a muchos otros más,
pues el
círculo de detenciones se fue ampliando, e incluso la
posibilidad de detención planeó sobre personas tan conocidas, y tan ajenas a
todo ello, como Adolfo Marsillach o Concha Velasco.
El vínculo era siempre el mismo: bastaba haber
tenido cualquier relación con Eva para que tu situación se volviese
comprometida.
Sea como fuere, la
brutalidad del atentado y el hecho de que muchos detenidos fuesen del PC,
desató una
reacción anticomunista en la sociedad.
Por ese motivo Santiago
Carrillo dio "órdenes de que se borrara hasta el más
pequeño rastro de que el Partido tuviera nada que ver" con el atentado
(José Ramón Gómez Fouz, Clandestinos,
Biblioteca Asturianista, 1999).
Lo cierto es
que muchos
de los más de treinta detenidos eran comunistas y antifranquistas pero
no tenían ninguna relación con ETA. O al menos eso creían ellos, porque "el caso
es que la tenían [la relación con ETA] pero no se habían dado cuenta",
señala la periodista Anna Grau (De cómo la CIA
eliminó a Carrero Blanco y nos metió en Irak, Destino, 2011, pág.
82).
El hecho es que Forest y su marido, Alfonso
Sastre, tenían una serie de pisos francos en Madrid (ellos los llamaban
"jaulas"), y toda la infraestructura de ETA V-Asamblea en la capital
se apoyaba en ellos dos, que muchas veces utilizaban a miembros del PCE para
otros fines.
Por eso muchos detenidos en esos días no eran
conscientes, o eso dijeron y dicen, de que su relación con Forest les vinculaba
directamente con ETA.
Así lo cuenta Lidia Falcón en el libro citado de
Anna Grau: "Eliseo y yo nos habíamos comprado un piso en Madrid, en la
calle Onésimo Redondo, y Eva Forest tuvo las llaves de ese piso durante un año
entero.
Nos convenció de que un amigo suyo albañil nos
iba a hacer
un armario secreto para esconder documentos, papeles,
octavillas, etc.
Lo que nosotros no sabíamos era que Eva estaba
llenando Madrid de armarios secretos de ese tipo y que
todos los que teníamos uno seríamos detenidos en relación con el atentado de la
calle Correo.
Porque ella misma nos delató".
Y continúa Anna Grau el relato con la
reconstrucción de los hechos que hace Lidia Falcón: "Eva Forest recogió
personalmente en la estación a los dos chicos (sic) –una pareja- de ETA que
venían con la carga explosiva desde Francia.
Los llevó al refugio que tenía en Alcorcón,
donde ya se habían ocultado los etarras que mataron a Carrero Blanco, y a la
mañana siguiente les llevó a ver el panorama para explicarles cómo tenía
que hacerse el atentado, que había sido idea de ella.
Lo llamaban la Operación Caperucita porque, al
ser imposible poner una bomba en la Dirección General, pues se le ocurrió
ponerla en la cafetería de la acera de enfrente.
(...) Ella hasta les acompañó
a poner la bomba, y luego se largaron todos en aquel seiscientos
hecho polvo que Eva tenía, con el que había paseado a Argala por todo Madrid y
los paseaba a todos...".
Uno de esos
"chicos" de ETA de los que habla Lidia Falcón era María Lourdes
Cristóbal Elorza, alias Pompadour,
autora material del atentado.
Hija de exiliados en
Francia desde 1936, residía en Bayona, aunque hacía tiempo que no se había
detectado su presencia en la ciudad francesa. Había prestado colaboración a ETA
V-Asamblea en manifestaciones y diversos actos de protesta, como la huelga de hambre
en la catedral de Bayona.
Al parecer, la
asesina se arrepintió al ver las consecuencias de la barbaridad en la que había
participado. Arrepentimiento que, para los asesinados y sus familias, llegó
evidentemente tarde.
Igual que hizo tras el asesinato de Carrero
Blanco, Genoveva Forest se fue a Francia tras la masacre para contar a la
cúpula de la banda de asesinos su "hazaña" en la
cafetería Rolando.
Pero, a diferencia de lo que ocurrió en
diciembre de 1973, cuando pudo comprobar la satisfacción de ETA por el
asesinato del almirante, esta vez no ocurrió lo mismo, y tuvo que sufrir todo
tipo de reproches por la barbaridad que acababan de cometer.
"Así se explica –dice Lidia Falcón- cómo
pasó Eva de presumir ante mí de que el atentado de la calle Correo era el acto
revolucionario más importante que había acaecido en España desde la guerra
civil, a negar que ella tuviera nada que ver" (Anna Grau, ob. cit. pág.
83).
De ahí los intentos de desviar la atención hacia
grupos de la ultraderecha, pero "por desgracia, subraya Falcón, era
difícil suscribir esta tesis desde dentro [del PC], y más sabiendo que algunas
detenciones podrían ser irracionales, pero no eran aleatorias"
(Anna Grau, ob. cit. pág. 84).
Forest, ideóloga y participante activa en la
masacre, no sólo delató a personas que no habían tenido nada que ver con el
atentado, sino que fue consiguiendo un trato de favor a medida que iba
delatando a sus amigos y conocidos.
Así, al menos, lo afirma Lidia Falcón en el
testimonio prestado a Anna Grau, asegurando "haber percibido indicios de
un progresivo
y desconcertante trato de favor" hacia Eva por parte de la
Policía.
Lidia Falcón
describe a Eva Forest como "un personaje desequilibrado, una especie
de bipolar de la subversión, alguien que oscila entre la megalomanía
y el pánico a las consecuencias de sus acciones" (Anna Grau, ob. cit. pág.
86).
En parecidos
términos la describe José María Calleja en Contra la barbarie.
Un alegato a favor de las víctimas de ETA (Temas de Hoy,
1997), cuando cuenta por qué se descartó el atentado en la Dirección General de
Seguridad y se optó por la cafetería Rolando: "Como esta operación [la
bomba en la DGS] resultaba descabellada incluso para mentes tan
calenturientas e iluminadas como la de Eva Forest, se rebajaron
los planteamientos y se decidió, como casi siempre en la historia de ETA, algo
más cobarde, con coste prácticamente nulo para los que
colocaron la bomba y elevadísimo riesgo para sus destinatarios y para otras
personas que lógicamente iban a estar en el lugar de los hechos por tratarse de
una cafetería muy concurrida".
Aunque muchos detenidos pasaron meses y años en
prisión, nunca llegaron a ser juzgados, porque antes llegó la amnistía de 1977.
Eva Forest "consiguió evitar no sólo la
pena capital sino incluso el ir a juicio. Pasó tres años en
la cárcel pero salió inmaculada (...). El misterio más
profundo de todos quizá sea este: ¿cómo consigue Eva Forest salir tan bien
librada, no ya del atentado de la calle Correo, sino del
atentado contra Carrero?" (Anna Grau, ob. cit. pág. 86).
Eva Forest falleció en
13
septiembre 1979
43º ANIVERSARIO
ETA asesinaba a tiros en Baracaldo-Vizcaya-PAÍS VASCO-ESPAÑA a
Director de la sucursal del Banco Hispano Americano en la localidad y candidato de Unión Foral, formación política que estaba federada a Alianza Popular.
MODESTO CARRIEGAS PÉREZ
El atentado se produjo en el portal de su
domicilio en Baracaldo.
Según la reconstrucción de los hechos, ya que no
hubo testigos directos, Modesto Carriegas había salido de casa hacia las ocho,
como hacía cada mañana, para dirigirse al Banco.
Bajó por la escalera hacia el portal y, al
llegar al pie de la misma, junto al ascensor, dos jóvenes encapuchados, que le
esperaban escondidos en una escalera que conduce al sótano, situada a la
izquierda del ascensor, le interceptaron el paso y le dispararon, a muy escasa
distancia, cuatro tiros de pistola, dos de ellos en la cabeza y el estómago.
Los empleados del Banco Pastor, cuyas oficinas
se encontraban situadas puerta con puerta con el domicilio de la víctima,
confirmaron el número de disparos.
Fueron los primeros en acudir en auxilio de
Modesto, que aparecía casi tumbado en el suelo, con una de las manos sobre el
estómago.
En ese momento bajaba precipitadamente las
escaleras la propia esposa de la víctima, que, al escuchar los disparos, se
imaginó inmediatamente lo que había ocurrido. Así lo recordaba su hijo Rafael:
"Mi padre se levantaba a las 7:30, se afeitaba con su maquinilla,
desayunaba y antes de marchar siempre miraba en mi habitación y luego en la de
mis hermanos.
Yo oía desde la cama todos sus movimientos y recuerdo perfectamente el
instante en que aquel día puso su mirada en nosotros.
Salió de casa y minutos después mi tía Carmen vino corriendo
sobresaltada, gritando: ‘Vuestro padre se ha caído por las escaleras’.
Yo pensé: ‘Bueno, si se ha caído no será para tanto’.
Me levanté rápido y cuando salí a la escalera, ella me dijo: ‘No puedes
pasar de la puerta’.
Entonces me asomé a la ventana que daba a la plaza y vi una ambulancia.
Instantáneamente –no sé por qué- lo supe: ‘Le han matado’" (Iñaki Arteta y
Alfonso Galletero, Olvidados, Adhara, 2006).
Los asesinos iban encapuchados y, tras cometer
el atentado, salieron corriendo del portal y se introdujeron en un coche robado
como sienpre les esperaba con el motor en marcha y un tercer terrorista al
volante.
Tras el asesinato, la familia recibió una carta
de ETA, conminándoles a abandonar Baracaldo.
Además, el banco, propietario de la vivienda en
la que vivían, indicó a la viuda de Carriegas que iban a nombrar a otra persona
para sustituir a Modesto, por lo que tenían que dejar libre la vivienda.
"Seguimos
viviendo en esa casa, que era la casa del director del Banco Hispano Americano,
no nuestra, durante un año más después de la muerte de mi padre" relató
Rafael.
"Mi madre nunca nos ha dicho que el banco
la echara pero lo que sí es cierto es que el banco no fue muy delicado con
el trámite y nos insinuó que otra persona iba a ocupar la
vacante de mi padre y que había que dejar el piso.
También en ese
espacio de tiempo ETA le mandó a mi madre una carta diciéndole que se marchara
de Baracaldo.
Así que todo obliga a
nuestra madre a tomar la decisión de dejar la casa y salir del pueblo con sus
cinco hijos a cuestas.
La familia queda muy tocada,
naturalmente" (Iñaki Arteta y Alfonso
Galletero, ob.cit.).
"Trabajando en Briviesca, donde conocí a mi mujer y me casé, el
alcalde y vicepresidente de la Diputación de Burgos en aquel momento me dice:
‘Oye, ¿por qué no te vienes de concejal conmigo?’ Y estuve de teniente de
alcalde en el Ayuntamiento desde el año 91 hasta el 95 en el que me presento ya
para concejal en Baracaldo y de número uno en las Juntas Generales de Vizcaya
por el PP.
(...) Unos días después de tomar la decisión asesinan
a Gregorio Ordóñez.
Pero ya no había marcha atrás para mí.
Ese órdago personal es 100% en homenaje
a mi padre" (Iñaki Arteta y Alfonso
Galletero, ob.cit.).
13 septiembre 1980
42º aniversario
ETA asesinaba en Durango-Vizcaya-país vasco-españa al
teniente coronel del Cuerpo de
Sanidad
JOSÉ MARÍA URQUIZU GOYOGANA
El teniente coronel se encontraba en la farmacia
que, primero su padre y después su hermano, con ayuda de José María, regentaban
en la localidad vizcaína.
Hacia las doce menos cuarto de la mañana del 13
de septiembre de 1980, dos etarras, un hombre y una mujer, entraron en la
farmacia familiar con la excusa de analizar una muestra de sangre y preguntaron
por José María Urquizu.
Cuando la víctima se inclinó sobre el
microscopio, le dispararon dos tiros en la nuca a bocajarro,
provocándole la muerte en el acto.
En la habitación de al lado estaba su padre, de
noventa años.
Testigos presenciales, empleados en los
comercios situados frente a la farmacia, contaron que oyeron dos detonaciones
seguidas y luego vieron cómo un hombre, que llevaba aún en la mano la pistola
envuelta en un jersey, y una mujer, a cara descubierta, se dirigieron a pie por
la misma acera de la farmacia hacia un callejón a la izquierda del
establecimiento.
En la calle de Ambrosio de Meabe, justamente en
la trasera del edificio donde estaba la farmacia, un tercer terrorista les esperaba
a bordo de un coche robado como siempre
Al poco tiempo de conocerse la noticia de su
asesinato, todas las farmacias del Duranguesado, incluidas las que estaban de
guardia, cerraron en señal de condena del atentado.
El 19 de enero de
2006, Javier
Urquizu Aranaga escribió en el diario El País un artículo en el que, con el título
‘Recordando a José María Urquizu Goyogana’, no sólo contaba cómo fue ese
asesinato, sino que transcribía el testimonio de su madre en el que se
aclaraban los motivos por los que ETA lo asesinó:
"Recientemente
se han cumplido 25 años desde que nuestro padre fue cobardemente asesinado por
unos miserables en nombre de ETA.
Entraron a la
farmacia familiar con el pretexto de hacer analizar una muestra de sangre.
Cuando nuestro padre
se inclinó sobre el microscopio para hacerlo, recibió un tiro en la nuca y la
sangre que inundó la farmacia fue la suya propia.
Nuestro abuelo (su
padre), de 90 años, estaba en la habitación de al lado. Después de aquello, no
vivió mucho más.
Los asesinos,
cumplida su misión (con la obligada complicidad, evidentemente, de unos
chivatos no menos cobardes y miserables que ellos)
huyeron.
Su crimen sigue
impune a fecha de hoy.
Nuestro padre era un
hombre bueno, honrado, valiente, generoso, justo, coherente y profundamente
respetuoso, como pueden atestiguar todos los que le conocieron.
La farmacia Urquizu,
con él, con nuestro tío, y antes con nuestro abuelo Pascual, prestó servicio en
Durango durante varias generaciones.
Todos los que le
trataron le apreciaban y querían. Muchos siguen viviendo para dar fe de ello.
Y, en privado, la
dan; en público, por alguna misteriosa razón, cuesta un poco más (cosa rara,
dada la libertad que aquí gozamos).
Antes que nuestro
padre cayeron otros; después, también. Por cierto, ni el lehendakari de 1980 ni
nadie de su Gobierno se dignó a mandar siquiera un simple telegrama de
condolencia.
Hoy, para recordarle,
quisiéramos transcribir algunas palabras que nuestra madre, Mercedes
Aranaga, escribió pensando en él.
Con ello rendimos
también un homenaje a tantas viudas que, como ella, quedaron profundamente
deshechas y a las que tantas veces y en tantos sitios se les negó una voz, un
consuelo y un homenaje que no hubiera sido tan difícil de dar:
‘Jose Mari era una de
esas piezas de artesanía que se fabrican por casualidad y ya nunca podrá
repetirse porque el molde ha sido destruido. (...)
He pasado días
maravillosos a su lado, días sin prisas en los que era imposible imaginar que
iba a suceder algo tan tremendo. (...) Pudiste haber salvado
tu vida entregando un dinero que te pedían.
Tu conciencia no te permitió ni
considerarlo siquiera.
Sabías que ese dinero
que hubiera salvado tu vida iría destinado a comprar armas que segarían otras
vidas.
Aunque destrozada, te
quiero aún más si cabe por tu valentía’.
El corazón de nuestra madre latió durante 4 años tras la muerte de nuestro padre, pero fue una prórroga; en realidad, la bala que asesinó a nuestro padre comenzó también a matar ese mismo día a nuestra madre.
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