En
torno a las 11:00 del
14
septiembre 1982
40º aniversario
ETA asesinaba a tiros en una emboscada en
Oyarzun-Guipúzcoa-país vasco-españa
a los
policías
nacionales
JESÚS ORDÓÑEZ PÉREZ
JUAN SERONERO SACRISTÁN
ALFONSO LÓPEZ FERNÁNDEZ
El también, policía
nacional
ANTONIO CEDILLO TOSCANO
Resultó gravemente herido mientras intentaba repeler
la agresión.
Un camionero lo encontró arrastrándose en la
carretera y lo subió a la furgoneta para llevarlo al hospital más cercano.
Varios de los terroristas detuvieron el vehículo
y, tras intimidar al conductor, no dudaron en rematar de un tiro en la
nuca al agente herido.
En el mismo tiroteo también sufrió graves
heridas un quinto policía nacional, Juan José Torrente Terrón,
que recibió disparos en el brazo derecho, el tórax, el muslo derecho y la
pierna izquierda.
A las once de la mañana los cinco agentes se
desplazaron hasta la venta Susperregui, en el caserío Franchilla, con objeto de
tomar unos bocadillos a modo de almuerzo.
Tres de ellos habían llegado vestidos de
uniforme en un coche Z con distintivos oficiales, mientras que los otros dos
vestían de paisano y viajaban en un Seat 131 Supermirafiori de color azul
marino y sin ningún tipo de identificación policial.
Hacía cerca de un mes que ningún miembro de las
fuerzas de seguridad visitaba el establecimiento, tal y como relató la
propietaria del mismo a la prensa tras el atentado.
Sin embargo, durante
veintitrés días consecutivos, cinco de los seis miembros del grupo Donosti que
tenderían la emboscada del día 14, subieron al Alto de Perurena,
en las inmediaciones del caserío, para controlar el paso de vehículos
policiales y ejecutar una acción terrorista en la que
asesinar a todos sus pasajeros.
Aquel día, los terroristas divisaron a los dos
vehículos en su salida de la venta, circulando por la carretera que enlaza San
Sebastián y Rentería, en dirección a esta última población.
En las proximidades de las cuevas de Landarbaso
(Aitzbitarte), a unos trescientos metros del parque Listorreta, los vehículos
policiales se vieron obligados a aminorar la marcha en una
curva muy pronunciada, reduciendo considerablemente la velocidad.
En esa curva, al paso por una pequeña hondonada,
y a unos ochocientos metros de la venta donde habían almorzado, los dos coches
se vieron envueltos en un fuego cruzado desde varios puntos con armas
automáticas.
Dado lo accidentado del terreno y la escasa
velocidad de los vehículos, resultaban un objetivo fácil para una
emboscada.
Los policías trataron de repeler el ataque
abriendo fuego con sus pistolas, pero sin llegar a hacer blanco sobre ninguno
de los terroristas.
Dos de los agentes
Jesús Ordóñez Pérez
Juan Seronero Sacristán
Fallecieron en el acto siendo acribillados bajo el fuego
cruzado.
HERIDOS
Fueron
heridos, todos ellos de gravedad.
Alfonso López Fernández
Antonio Cedillo Toscazo
Juan José Torrente Terrón
Uno de los agentes de paisano, Antonio
Cedillo, pudo disparar a los etarras a pesar de sus heridas
cuando éstos emprendieron la huida.
Después, se arrastró durante algunos cientos de
metros por la carretera en dirección a Rentería, hasta que finalmente cayó al
suelo dejando tras de sí un gran charco de sangre.
Así lo encontraría un vecino de Rentería, José
Elicegui, que vivía en un caserío a pocos metros del cruce de carreteras que
enlazaba las poblaciones de Oyarzun, Astigarraga y la propia Rentería.
Elicegui se dirigía a efectuar unas obras de
reparación de un camino vecinal.
Al ver al policía mal herido, el camionero
detuvo su furgoneta Ebro, color azul, y lo recogió.
El agente llegó a pronunciar unas palabras
pidiendo ayuda: "ayúdeme, lléveme a un hospital".
Cuando apenas llevaban recorrido un kilómetro, de
camino a un centro sanitario, tres de los etarras que habían huido en un
Renault 12 de color verde les salieron al paso y obligaron al
conductor a parar, intimidándolo.
Tras registrar el vehículo y comprobar que
transportaba al policía herido, no dudaron en asesinarlo a sangre fría,
disparándole un tiro en la nuca.
Los otros tres terroristas, que habían huido a pie
de la escena del crimen, llegaron al cruce que comunica Astigarraga, Rentería y
Oyarzun, donde robaron a punta de pistola un Seat 124 amarillo con matrícula de
Barcelona.
Tras de sí dejaban tres asesinados, dos heridos
graves y dos vehículos completamente destrozados.
Uno de los que había sobrevivido inicialmente a
la masacre, Alfonso López Fernández, en el momento de
ser atendido por miembros de la Cruz Roja sólo tuvo en mente a sus compañeros,
indicando a los sanitarios que centraran sus esfuerzos en aquéllos, por
revestir mayor gravedad que él.
Sin embargo, durante su traslado al hospital de
la Cruz Roja de San Sebastián, Alfonso López fallecía,
ingresando ya cadáver en el centro hospitalario.
El otro agente herido, Juan José
Torrente Terrón, fue intervenido nada más llegar al hospital y,
tras más de tres horas en el quirófano, fue ingresado en la Unidad de
Vigilancia Intensiva en estado de coma y con pronóstico muy grave.
Torrente Terrón tardaría más
de nueve meses en recuperarse, aunque las secuelas físicas
nunca desaparecerían por completo.
Los cuerpos sin vida
de los policías asesinados en la escena del tiroteo permanecieron en el lugar
de los hechos hasta la llegada de los forenses.
Los cuerpos serían
llevados al depósito de cadáveres del cementerio de Polloe una vez realizadas
las respectivas autopsias.
Al día siguiente de la
masacre
15 septiembre 1982
38º ANIVERSARIO
El sargento de la Policía Nacional
Julián Carmona Fernández
Se suicidaba
El que sí sería juzgado y condenado por este
atentado fue el etarra
Jesús
María Zabarte Arregui.
Zabarte Arregui fue detenido tras un
enfrentamiento con miembros de la Guardia Civil en Hernani (Guipúzcoa) el 15 de
junio de 1984.
Era el máximo responsable del grupo Donosti de ETA
y durante los interrogatorios reconoció haber planeado asesinar al entonces
ministro del Interior, José Barrionuevo, al tiempo que se responsabilizaba de
la planificación o bien de la ejecución de un gran número de asesinatos, entre
ellos los de los policías nacionales Antonio Cedillo Toscano, Juan Seronero
Sacristán, Jesús Ordóñez Pérez y Alfonso López Fernández.
Por el atentado que costó la vida a estos últimos,
la Audiencia Nacional dictó sentencia en 1985.
Según ésta,
Jesús María Zabarte Arregui
Fue condenado al cumplimiento de cuatro penas de
veinte años, por asesinato cualificado con alevosía y premeditación, y a doce
años más por un delito de asesinato en grado de tentativa.
La Audiencia Nacional lo consideró responsable de
las tareas de vigilancia que hicieron posible la ejecución del atentado.
pasadas
las 10:30 del
sábado
14 septiembre 1985
37º
aniversario
ETA asesinaba en Vitoria-Álava-país vasco-españa al
policía nacional
FÉLIX GALLEGO SALMÓN
Mediante la colocación de una bomba-lapa en los bajos
de su vehículo particular.
En el mismo atentado, Cándido
Martín Franco, amigo de Félix Gallego, resultaba gravemente
herido.
En torno a las once menos veinte de ese día, el
policía Félix Gallego, agente de policía disfrutando de vacaciones, y su amigo
Cándido Martín, chatarrero de profesión, se montaron en el coche de Félix, un
Simca 1200 de color azul, aparcado en la calle Eulogio Serdán, en el casco
viejo de Vitoria.
Instantes después de subirse ambos, el vehículo
hizo explosión originando graves heridas a Cándido Martín y provocando la
amputación de ambas piernas, así como de un brazo, al policía nacional Félix
Gallego.
La explosión provocó daños en los vehículos
aparcados en las cercanías y destruyó la práctica totalidad de los cristales
del edificio colindante. Los restos del vehículo fueron proyectados a más de
treinta metros de distancia y el brazo de Félix apareció en el jardín de una
guardería cercana.
Según fuentes policiales, el artefacto consistía
en un sofisticado mecanismo conectado al pedal del acelerador, con una carga
explosiva compuesta por unos tres kilos de goma-2.
En ese mismo lugar había sido asesinado de un
tiro en la nuca, el 29 de julio de ese mismo año, el subcomisario del Cuerpo
Superior de Policía Agustín Ruiz de Retana, en un atentado
reivindicado por ETA militar.
Pocos meses después, el centro de Vitoria volvía
a ser escenario del horror, con Félix Gallego agonizando y Cándido
Martín, gravemente herido, aprisionado bajo el chasis del
vehículo.
Ambos amigos fueron trasladados con vida al
Hospital de Santiago Apóstol, pero Félix Gallego falleció antes de que los
médicos pudieran siquiera intervenirle.
Presentaba "amputación traumática de ambas
piernas a la altura de los muslos, heridas y erosiones múltiples y choque
hipovolémico".
Cándido fue sometido a una delicada
intervención.
Presentaba "heridas con pérdida de
sustancia en la pierna izquierda, contusiones en la cabeza, el tórax y una
muñeca, así como choque traumático, traumatismo craneal y contusión en globos
oculares", siendo calificado su estado como de grave, pese a lo cual logró
sobrevivir al atentado.
Félix, sin embargo, elevaba a veintinueve el
número de asesinados en actos de terrorismo en lo que llevaba transcurrido de
año, de los que siete eran policías nacionales.
En 1990 la Audiencia Nacional condenó a cuatro
etarras como responsables del atentado contra Félix Gallego y Cándido Martín.
Las principales condenas recayeron sobre
Juan
Carlos Arruti Azpitarte, que acumulaba 30 años de reclusión mayor por el
asesinato de Félix, 20 años de reclusión menor por el asesinato frustrado de
Cándido y 11 años de prisión por delito de terrorismo.
Otros tres terroristas,
Carlos
Torrecilla Parra
José
Ignacio Gaztañaga Vidaurreta
Luis
María Azkargorta Belategui, eran condenados a 37 años cada uno como cómplices
de los delitos anteriores.
Sin embargo, en mayo de 1992 los cuatro etarras
eran absueltos del delito de terrorismo por el Tribunal Supremo, para no penar
dos veces el mismo delito, corrigiendo así a la Audiencia Nacional.
Tras el fallo del Supremo, las condenas se veían
reducidas de
De los cuatro
condenados en 1990, no todos corrieron la misma suerte.
Así,
Carlos Arruti Azpitarte,
alias Paterra
José Ignacio Gaztañaga Vidaurreta
Vieron cómo, al aplicárseles la doctrina
Parot, sus respectivas excarcelaciones se veían aplazadas
hasta 2019 y 2018 respectivamente.
Arruti había sido
juzgado y condenado por más de veinte delitos, sumando más de 400 años de
condenas.
La doctrina Parot
también le fue aplicada a Gaztañaga Vidaurreta, detenido en 1988 y condenado a
penas que sumaban 161 años. Su excarcelación, prevista para 2006, quedaba así
pospuesta hasta 2018.
No sucedió lo mismo
con el histórico etarra Carlos Torrecilla Parra,
ingresado en el centro penitenciario de Badajoz y que quedó en libertad en
febrero de 2006 después de acogerse a la redención de penas que
aún estaba vigente en el Código Penal.
Torrecilla adelantó
así en 13 años su salida a la calle, prevista el 12 de septiembre del 2019.
Parra fue el último de los condenados por el antiguo Código Penal que salió de
prisión sin verse afectado por la doctrina Parot.
Por último el
etarra Luis
María Azkargorta Belategi abandonó la cárcel en 2003, tras
concedérsele la libertad condicional en una decisión
judicial no exenta de polémica.
Tras haber cumplido
catorce años de cárcel, la juez Ruth Alonso presentó el 14 de diciembre de 2003
un escrito ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) en el
que solicitaba abstenerse al considerar que su imparcialidad había sido
"cuestionada a nivel objetivo" durante la polémica suscitada poco
antes tras la excarcelación del miembro de ETA Félix Gil Ostoaga, quien
posteriormente se suicidó.
El TSJPV desestimó
esta petición y respaldó la actuación de la juez, que decidió excarcelarlo. Los
informes de la juez indicaban que la actitud de Azkargorta ante la violencia
había cambiado por completo, y que su rechazo hacia ésta era ahora "claro y
tajante, lo que resulta excepcional en internos de este colectivo".
Según dichos
informes Azkargorta Belategi mostraba un "contrastable
distanciamiento" de los otros miembros de ETA recluidos en la prisión de
Martutene, por lo que concluía que "su pronóstico de vida atenida a la
legalidad penal es positivo".
El 1 de julio de
2007 daba comienzo un juicio en el que el sanguinario exdirigente de ETA, José
Javier Arizcuren Ruiz, alias Kantauri,
se enfrentaba a una solicitud por parte de la Fiscalía de 61 años de cárcel por
este atentado.
En su escrito de
conclusiones provisionales, el fiscal Vicente González-Mota indicaba que
Arizcuren, quien en 1985 utilizaba el alias de Navarro, "se dirigió el 14 de septiembre al domicilio
en Vitoria del ya condenado por estos hechos Carlos Torrecilla Parra, donde
preparó un artefacto explosivo confeccionado con 3 kilos de dinamita Goma 2 en
un recipiente metálico de iniciación eléctrica, que colocaron en los bajos del
vehículo de su víctima.
Sobre las diez y
media de esa mañana, el policía se introdujo en el vehículo en compañía de
Cándido Martín Franco con intención de trasladarse a otra localidad y, tras
iniciar una maniobra, el mecanismo de la bomba se accionó ocasionando la muerte
al agente Gallego y heridas muy graves a su acompañante, además de cuantiosos
daños materiales".
El fiscal
consideraba estos hechos constitutivos de los siguientes delitos: atentado con
resultado de muerte, asesinato en grado de frustración y terrorismo con
resultado de daños, solicitando para él una pena de 61 años de cárcel.
Además, la Fiscalía
pedía en su escrito que el acusado indemnizara económicamente a los herederos
de Félix Gallego y a Cándido Martín.
Además de los ya
condenados por este atentado, la Policía considera que hay otros terroristas
responsables que aún no han podido ser juzgados por este crimen.
Es el caso por
ejemplo de Soledad Iparraguirre, alias Anboto,
una histórica de la banda terrorista, acusada de casi una quincena de
asesinatos, detenida cerca de Pau (Francia) el 3 de octubre de 2004 junto a su
compañero sentimental y cerebro de la banda Mikel Antza.
Soledad Iparraguirre
estaba considerada por las Fuerzas de Seguridad como uno de los componentes del
Comité Ejecutivo de la banda terrorista ETA junto con Iñaki de Rentería, Mikel
Albizu Iriarte, alias Mikel Antza,
Asier Oyarzabal y José Luis Arrieta, alias Azkoiti.
En diciembre de 2010
fue condenada por el Tribunal de lo Criminal de París a veinte años de prisión,
de los que deberá cumplir al menos dos tercios.
A
la 01:00 del
14
septiembre 1992
30º aniversario
ETA asesinaba en San Sebastián-Guipúzcoa-país vasco-españa al
policía nacional
RICARDO GONZÁLEZ COLINO
Disparándole a bocajarro un tiro en la cabeza.
Ricardo, que estaba fuera de servicio y vestía de
paisano, se encontraba a punto de comenzar una partida de cartas, en el Bar 19
de la calle Eguía de San Sebastián, del que era asiduo cliente.
Junto a él, sentados a la mesa, estaban el dueño
del bar y un amigo, cuando entró un encapuchado vestido con un chubasquero azul
y, sin mediar palabra, le descerrajó un tiro en la nuca y escapó a pie,
aprovechando la confusión de los compañeros de partida del agente asesinado.
Ricardo falleció prácticamente en el acto,
quedando la bala alojada en su cabeza. En la escena del crimen se recogió un
casquillo del calibre
El asesinato ocurría
apenas unas horas antes de la reunión de la Mesa del Pacto de Ajuria
Enea, convocada para ese mismo día en Vitoria por el
lehendakari, José Antonio Ardanza.
El atentado contra
Ricardo se produjo a escasos doscientos metros de distancia del Bar El Puente,
en el que en octubre de 1991 ETA había asesinado a dos guardias civiles.
Según informaron fuentes policiales tras el asesinato de Ricardo, en el atentado contra los guardias civiles en agosto de 1992 el modus operandi del asesino había sido ligeramente distinto, puesto que en esa ocasión iba a cara descubierta y el arma utilizada no había sido empleada en otros atentados hasta ese momento.
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