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miércoles, 14 de septiembre de 2022

14 SEPTIEMBRE

 





En torno a las 11:00  del

14  septiembre  1982

40º aniversario

 

ETA asesinaba a tiros en una emboscada en Oyarzun-Guipúzcoa-país vasco-españa a los

 

policías nacionales 


JESÚS ORDÓÑEZ PÉREZ


JUAN SERONERO SACRISTÁN


ALFONSO LÓPEZ FERNÁNDEZ





El también, policía nacional 

ANTONIO CEDILLO TOSCANO 





Resultó  gravemente herido mientras intentaba repeler la agresión.

Un camionero lo encontró arrastrándose en la carretera y lo subió a la furgoneta para llevarlo al hospital más cercano.

Varios de los terroristas detuvieron el vehículo y, tras intimidar al conductor, no dudaron en rematar de un tiro en la nuca al agente herido.

En el mismo tiroteo también sufrió graves heridas un quinto policía nacional, Juan José Torrente Terrón, que recibió disparos en el brazo derecho, el tórax, el muslo derecho y la pierna izquierda.

A las once de la mañana los cinco agentes se desplazaron hasta la venta Susperregui, en el caserío Franchilla, con objeto de tomar unos bocadillos a modo de almuerzo.

Tres de ellos habían llegado vestidos de uniforme en un coche Z con distintivos oficiales, mientras que los otros dos vestían de paisano y viajaban en un Seat 131 Supermirafiori de color azul marino y sin ningún tipo de identificación policial.

Hacía cerca de un mes que ningún miembro de las fuerzas de seguridad visitaba el establecimiento, tal y como relató la propietaria del mismo a la prensa tras el atentado.

Sin embargo, durante veintitrés días consecutivos, cinco de los seis miembros del grupo Donosti que tenderían la emboscada del día 14, subieron al Alto de Perurena, en las inmediaciones del caserío, para controlar el paso de vehículos policiales y ejecutar una acción terrorista en la que asesinar a todos sus pasajeros.

Aquel día, los terroristas divisaron a los dos vehículos en su salida de la venta, circulando por la carretera que enlaza San Sebastián y Rentería, en dirección a esta última población.

En las proximidades de las cuevas de Landarbaso (Aitzbitarte), a unos trescientos metros del parque Listorreta, los vehículos policiales se vieron obligados a aminorar la marcha en una curva muy pronunciada, reduciendo considerablemente la velocidad.

En esa curva, al paso por una pequeña hondonada, y a unos ochocientos metros de la venta donde habían almorzado, los dos coches se vieron envueltos en un fuego cruzado desde varios puntos con armas automáticas.

Dado lo accidentado del terreno y la escasa velocidad de los vehículos, resultaban un objetivo fácil para una emboscada.

Los policías trataron de repeler el ataque abriendo fuego con sus pistolas, pero sin llegar a hacer blanco sobre ninguno de los terroristas.

Dos de los agentes

Jesús Ordóñez Pérez

Juan Seronero Sacristán

Fallecieron  en el acto siendo acribillados bajo el fuego cruzado.

HERIDOS

Fueron  heridos, todos ellos de gravedad.

Alfonso López Fernández

Antonio Cedillo Toscazo

Juan José Torrente Terrón

Uno de los agentes de paisano, Antonio Cedillo, pudo disparar a los etarras a pesar de sus heridas cuando éstos emprendieron la huida.

Después, se arrastró durante algunos cientos de metros por la carretera en dirección a Rentería, hasta que finalmente cayó al suelo dejando tras de sí un gran charco de sangre.

Así lo encontraría un vecino de Rentería, José Elicegui, que vivía en un caserío a pocos metros del cruce de carreteras que enlazaba las poblaciones de Oyarzun, Astigarraga y la propia Rentería.

Elicegui se dirigía a efectuar unas obras de reparación de un camino vecinal.

Al ver al policía mal herido, el camionero detuvo su furgoneta Ebro, color azul, y lo recogió.

El agente llegó a pronunciar unas palabras pidiendo ayuda: "ayúdeme, lléveme a un hospital".

Cuando apenas llevaban recorrido un kilómetro, de camino a un centro sanitario, tres de los etarras que habían huido en un Renault 12 de color verde les salieron al paso y obligaron al conductor a parar, intimidándolo.

Tras registrar el vehículo y comprobar que transportaba al policía herido, no dudaron en asesinarlo a sangre fría, disparándole un tiro en la nuca.

Los otros tres terroristas, que habían huido a pie de la escena del crimen, llegaron al cruce que comunica Astigarraga, Rentería y Oyarzun, donde robaron a punta de pistola un Seat 124 amarillo con matrícula de Barcelona.

Tras de sí dejaban tres asesinados, dos heridos graves y dos vehículos completamente destrozados.

Uno de los que había sobrevivido inicialmente a la masacre, Alfonso López Fernández, en el momento de ser atendido por miembros de la Cruz Roja sólo tuvo en mente a sus compañeros, indicando a los sanitarios que centraran sus esfuerzos en aquéllos, por revestir mayor gravedad que él.

Sin embargo, durante su traslado al hospital de la Cruz Roja de San Sebastián, Alfonso López fallecía, ingresando ya cadáver en el centro hospitalario.

El otro agente herido, Juan José Torrente Terrón, fue intervenido nada más llegar al hospital y, tras más de tres horas en el quirófano, fue ingresado en la Unidad de Vigilancia Intensiva en estado de coma y con pronóstico muy grave.

Torrente Terrón tardaría más de nueve meses en recuperarse, aunque las secuelas físicas nunca desaparecerían por completo.

Los cuerpos sin vida de los policías asesinados en la escena del tiroteo permanecieron en el lugar de los hechos hasta la llegada de los forenses.

 

Los cuerpos serían llevados al depósito de cadáveres del cementerio de Polloe una vez realizadas las respectivas autopsias.

 

 

Al día siguiente de la masacre

15 septiembre 1982

 

38º ANIVERSARIO

 

 

El  sargento de la Policía Nacional 

 

Julián Carmona Fernández

 

Se  suicidaba 

 

 

 

El que sí sería juzgado y condenado por este atentado fue el etarra

   Jesús María Zabarte Arregui.

Zabarte Arregui fue detenido tras un enfrentamiento con miembros de la Guardia Civil en Hernani (Guipúzcoa) el 15 de junio de 1984.

Era el máximo responsable del grupo Donosti de ETA y durante los interrogatorios reconoció haber planeado asesinar al entonces ministro del Interior, José Barrionuevo, al tiempo que se responsabilizaba de la planificación o bien de la ejecución de un gran número de asesinatos, entre ellos los de los policías nacionales Antonio Cedillo Toscano, Juan Seronero Sacristán, Jesús Ordóñez Pérez y Alfonso López Fernández.

Por el atentado que costó la vida a estos últimos, la Audiencia Nacional dictó sentencia en 1985.

Según ésta,

Jesús María Zabarte Arregui

Fue  condenado al cumplimiento de cuatro penas de veinte años, por asesinato cualificado con alevosía y premeditación, y a doce años más por un delito de asesinato en grado de tentativa.

La Audiencia Nacional lo consideró responsable de las tareas de vigilancia que hicieron posible la ejecución del atentado.

 

pasadas las 10:30 del

sábado  14  septiembre  1985

37º  aniversario

ETA asesinaba en Vitoria-Álava-país vasco-españa al

 

policía nacional 

FÉLIX GALLEGO SALMÓN





Mediante  la colocación de una bomba-lapa en los bajos de su vehículo particular.

En el mismo atentado, Cándido Martín Franco, amigo de Félix Gallego, resultaba gravemente herido.

En torno a las once menos veinte de ese día, el policía Félix Gallego, agente de policía disfrutando de vacaciones, y su amigo Cándido Martín, chatarrero de profesión, se montaron en el coche de Félix, un Simca 1200 de color azul, aparcado en la calle Eulogio Serdán, en el casco viejo de Vitoria.

Instantes después de subirse ambos, el vehículo hizo explosión originando graves heridas a Cándido Martín y provocando la amputación de ambas piernas, así como de un brazo, al policía nacional Félix Gallego.

La explosión provocó daños en los vehículos aparcados en las cercanías y destruyó la práctica totalidad de los cristales del edificio colindante. Los restos del vehículo fueron proyectados a más de treinta metros de distancia y el brazo de Félix apareció en el jardín de una guardería cercana.

Según fuentes policiales, el artefacto consistía en un sofisticado mecanismo conectado al pedal del acelerador, con una carga explosiva compuesta por unos tres kilos de goma-2.

En ese mismo lugar había sido asesinado de un tiro en la nuca, el 29 de julio de ese mismo año, el subcomisario del Cuerpo Superior de Policía Agustín Ruiz de Retana, en un atentado reivindicado por ETA militar.

Pocos meses después, el centro de Vitoria volvía a ser escenario del horror, con Félix Gallego agonizando y Cándido Martín, gravemente herido, aprisionado bajo el chasis del vehículo.

Ambos amigos fueron trasladados con vida al Hospital de Santiago Apóstol, pero Félix Gallego falleció antes de que los médicos pudieran siquiera intervenirle.

Presentaba "amputación traumática de ambas piernas a la altura de los muslos, heridas y erosiones múltiples y choque hipovolémico".

Cándido fue sometido a una delicada intervención.

Presentaba "heridas con pérdida de sustancia en la pierna izquierda, contusiones en la cabeza, el tórax y una muñeca, así como choque traumático, traumatismo craneal y contusión en globos oculares", siendo calificado su estado como de grave, pese a lo cual logró sobrevivir al atentado.

Félix, sin embargo, elevaba a veintinueve el número de asesinados en actos de terrorismo en lo que llevaba transcurrido de año, de los que siete eran policías nacionales.

En 1990 la Audiencia Nacional condenó a cuatro etarras como responsables del atentado contra Félix Gallego y Cándido Martín.

Las principales condenas recayeron sobre

   Juan Carlos Arruti Azpitarte, que acumulaba 30 años de reclusión mayor por el asesinato de Félix, 20 años de reclusión menor por el asesinato frustrado de Cándido y 11 años de prisión por delito de terrorismo.

Otros tres terroristas,

   Carlos Torrecilla Parra

   José Ignacio Gaztañaga Vidaurreta

   Luis María Azkargorta Belategui, eran condenados a 37 años cada uno como cómplices de los delitos anteriores.

Sin embargo, en mayo de 1992 los cuatro etarras eran absueltos del delito de terrorismo por el Tribunal Supremo, para no penar dos veces el mismo delito, corrigiendo así a la Audiencia Nacional.

Tras el fallo del Supremo, las condenas se veían reducidas de 61 a 50 años de cárcel en un caso, y de 37 a 31 en los otros tres restantes, por entender que tres de los condenados fueron castigados al mismo tiempo como cómplices y autores de colaboración con banda armada.

De los cuatro condenados en 1990, no todos corrieron la misma suerte.

 

Así, 

 

   Carlos Arruti Azpitarte, alias Paterra

 

   José Ignacio Gaztañaga Vidaurreta 

 

Vieron  cómo, al aplicárseles la doctrina Parot, sus respectivas excarcelaciones se veían aplazadas hasta 2019 y 2018 respectivamente.

 

Arruti había sido juzgado y condenado por más de veinte delitos, sumando más de 400 años de condenas.

 

La doctrina Parot también le fue aplicada a Gaztañaga Vidaurreta, detenido en 1988 y condenado a penas que sumaban 161 años. Su excarcelación, prevista para 2006, quedaba así pospuesta hasta 2018.

 

No sucedió lo mismo con el histórico etarra Carlos Torrecilla Parra, ingresado en el centro penitenciario de Badajoz y que quedó en libertad en febrero de 2006 después de acogerse a la redención de penas que aún estaba vigente en el Código Penal.

 

Torrecilla adelantó así en 13 años su salida a la calle, prevista el 12 de septiembre del 2019. Parra fue el último de los condenados por el antiguo Código Penal que salió de prisión sin verse afectado por la doctrina Parot.

 

Por último el etarra Luis María Azkargorta Belategi abandonó la cárcel en 2003, tras concedérsele la libertad condicional en una decisión judicial no exenta de polémica.

 

Tras haber cumplido catorce años de cárcel, la juez Ruth Alonso presentó el 14 de diciembre de 2003 un escrito ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) en el que solicitaba abstenerse al considerar que su imparcialidad había sido "cuestionada a nivel objetivo" durante la polémica suscitada poco antes tras la excarcelación del miembro de ETA Félix Gil Ostoaga, quien posteriormente se suicidó.

 

El TSJPV desestimó esta petición y respaldó la actuación de la juez, que decidió excarcelarlo. Los informes de la juez indicaban que la actitud de Azkargorta ante la violencia había cambiado por completo, y que su rechazo hacia ésta era ahora "claro y tajante, lo que resulta excepcional en internos de este colectivo".

 

Según dichos informes Azkargorta Belategi mostraba un "contrastable distanciamiento" de los otros miembros de ETA recluidos en la prisión de Martutene, por lo que concluía que "su pronóstico de vida atenida a la legalidad penal es positivo".

 

El 1 de julio de 2007 daba comienzo un juicio en el que el sanguinario exdirigente de ETA, José Javier Arizcuren Ruiz, alias Kantauri, se enfrentaba a una solicitud por parte de la Fiscalía de 61 años de cárcel por este atentado.

 

En su escrito de conclusiones provisionales, el fiscal Vicente González-Mota indicaba que Arizcuren, quien en 1985 utilizaba el alias de Navarro, "se dirigió el 14 de septiembre al domicilio en Vitoria del ya condenado por estos hechos Carlos Torrecilla Parra, donde preparó un artefacto explosivo confeccionado con 3 kilos de dinamita Goma 2 en un recipiente metálico de iniciación eléctrica, que colocaron en los bajos del vehículo de su víctima.

 

Sobre las diez y media de esa mañana, el policía se introdujo en el vehículo en compañía de Cándido Martín Franco con intención de trasladarse a otra localidad y, tras iniciar una maniobra, el mecanismo de la bomba se accionó ocasionando la muerte al agente Gallego y heridas muy graves a su acompañante, además de cuantiosos daños materiales".

 

El fiscal consideraba estos hechos constitutivos de los siguientes delitos: atentado con resultado de muerte, asesinato en grado de frustración y terrorismo con resultado de daños, solicitando para él una pena de 61 años de cárcel.

 

Además, la Fiscalía pedía en su escrito que el acusado indemnizara económicamente a los herederos de Félix Gallego y a Cándido Martín.

 

Además de los ya condenados por este atentado, la Policía considera que hay otros terroristas responsables que aún no han podido ser juzgados por este crimen.

 

Es el caso por ejemplo de Soledad Iparraguirre, alias Anboto, una histórica de la banda terrorista, acusada de casi una quincena de asesinatos, detenida cerca de Pau (Francia) el 3 de octubre de 2004 junto a su compañero sentimental y cerebro de la banda Mikel Antza.

 

Soledad Iparraguirre estaba considerada por las Fuerzas de Seguridad como uno de los componentes del Comité Ejecutivo de la banda terrorista ETA junto con Iñaki de Rentería, Mikel Albizu Iriarte, alias Mikel Antza, Asier Oyarzabal y José Luis Arrieta, alias Azkoiti.

 

En diciembre de 2010 fue condenada por el Tribunal de lo Criminal de París a veinte años de prisión, de los que deberá cumplir al menos dos tercios.

 

 

A la 01:00 del

14  septiembre  1992

30º aniversario

 

ETA asesinaba en San Sebastián-Guipúzcoa-país vasco-españa al

 

policía nacional 

RICARDO GONZÁLEZ COLINO





Disparándole  a bocajarro un tiro en la cabeza.

Ricardo, que estaba fuera de servicio y vestía de paisano, se encontraba a punto de comenzar una partida de cartas, en el Bar 19 de la calle Eguía de San Sebastián, del que era asiduo cliente.

Junto a él, sentados a la mesa, estaban el dueño del bar y un amigo, cuando entró un encapuchado vestido con un chubasquero azul y, sin mediar palabra, le descerrajó un tiro en la nuca y escapó a pie, aprovechando la confusión de los compañeros de partida del agente asesinado.

Ricardo falleció prácticamente en el acto, quedando la bala alojada en su cabeza. En la escena del crimen se recogió un casquillo del calibre 9 milímetros parabellum.

El asesinato ocurría apenas unas horas antes de la reunión de la Mesa del Pacto de Ajuria Enea, convocada para ese mismo día en Vitoria por el lehendakari, José Antonio Ardanza.

 

El atentado contra Ricardo se produjo a escasos doscientos metros de distancia del Bar El Puente, en el que en octubre de 1991 ETA había asesinado a dos guardias civiles.

 

Según informaron fuentes policiales tras el asesinato de Ricardo, en el atentado contra los guardias civiles en agosto de 1992 el modus operandi del asesino había sido ligeramente distinto, puesto que en esa ocasión iba a cara descubierta y el arma utilizada no había sido empleada en otros atentados hasta ese momento.

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