Categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR
Hacia
las 04:00 DEL
16
octubre 1988
34º ANIVERSARIO
ETA comete dos atentados que acaban con la vida
de un miembro de la Ertzaintza en Legazpia (Guipúzcoa) y un agente de la
Guardia Civil en Pamplona (Navarra)
Hacia las cuatro de la madrugada de ese 16 de
octubre la explosión de un artefacto colocado por la banda terrorista ETA para
sabotear la línea férrea Madrid-Irún, pero con el objetivo evidente de asesinar
a los artificieros de las Fuerzas de Seguridad que acudiesen a desactivarlos,
acabó con la vida del
ertzaina
JUAN JOSÉ PACHECO CANO
Es cierto que la banda asesina suponía que
serían artificieros de la Guardia Civil los que acudirían a inspeccionar las
vías férreas, tras sendas llamadas a la asociación de ayuda en
carretera Detente y Ayuda (DYA) y a Renfe, como relató José Ramón
Goñi Tirapu, entonces gobernador civil de Guipúzcoa
Ya de paso pretendían paralizar la circulación de trenes durante una
semana (El confidente: la negociación con ETA que sí
funcionó, Espasa-Calpe, 2005).
La bomba trampa fue ideada por el terrorista
Juan Carlos Balerdi Iturralde, añade Goñi Tirapu en el libro.
Cuando se encontraban inspeccionando el túnel,
hicieron explosión dos de los artefactos, provocando la muerte de Juan José
Pacheco y heridas leves a otros tres agentes de la Ertzaintza.
Las dos explosiones, que se produjeron a las
3:50 y a las 4:11 horas, causaron graves daños en la vía y obligaron a
suspender la mayor parte del tráfico ferroviario.
La primera explosión no causó daños personales,
mientras que la segunda alcanzó de lleno al ertzaina y a sus tres compañeros.
En 1997 la Audiencia Nacional condenó a
Jesús
María Ciganda Sarratea
Juan
Carlos Balerdi Iturralde
Pedro
José Echevarría Lete
Fermín
Urdian Ciriza
Lourdes
Churruca Medinabeitia a sendas penas de 12 años de prisión mayor por un delito
de terrorismo y a 30 años de reclusión mayor por un delito de atentado.
Unas veinte horas después, a las once menos
cuarto de la noche del 16 de octubre de 1988, un coche-bomba
colocado por la banda terrorista ETA en Pamplona-NAVARRA-ESPAÑA provocaba la
muerte del
guardia civil
JULIO GANGOSO OTERO
Hería gravemente a otros siete agentes.
El convoy estaba formado por una tanqueta y un
Land Rover ocupados por una docena de agentes del Instituto Armado.
Los guardias civiles regresaban de prestar
servicio de vigilancia en el Centro Penitenciario de Pamplona cuando en la
calle Larraina una furgoneta-bomba, con treinta kilos de explosivos y cuarenta
de metralla aparcada en doble fila, fue activada mediante un mando a distancia
en el momento en el que la tanqueta de la Guardia Civil se encontraba a su
lado.
La tanqueta fue alcanzada de lleno y desviada
contra un árbol del lateral de la calzada, provocando la muerte de Julio
Gangoso
HERIDOS
Heridas de
gravedad a los otros siete ocupantes, todos ellos jovencísimos guardias
civiles:
Vicente
Ollero Montes
Francisco
Javier Montoya Martínez
Rafael Checa Bermúdez
Paulino Parrilla
Galdón
Ángel Segura
Coto
Luis Cruz Ávila
José Luis Alonso Gaona
El Land Rover que formaba parte del convoy
resultó intacto y sus cuatro ocupantes, ilesos.
La explosión del coche-bomba alcanzó, además, a
otros quince vehículos próximos, varios de los cuales quedaron completamente
destrozados, y provocó la rotura de cristales y graves desperfectos materiales
en diversos edificios.
La furgoneta utilizada en el atentado había sido
robada en Basauri (Vizcaya) por miembros de la banda que dejaron a su
propietario y a un acompañante atados a un árbol.
Con la furgoneta, los terroristas se dirigieron
al puerto navarro de Echauri, donde robaron otro coche como siempre, dejando
también a su dueño amarrado a un árbol.
Con este vehículo huyeron los asesinos de la
banda una vez que activaron la furgoneta-bomba.
Allí, su viuda murmuraba en voz alta "si
saliste de casa y no vas a volver, ¿cómo les digo yo a los niños dónde estás
ahora? Dios mío, qué malos, cómo me han podido hacer esto...".
En 1995 la Audiencia Nacional condenó a los
asesinos
Juan José
Zubieta Zubeldia
Javier
Goldaraz Aldaya
Germán
Rubenach
Miembros del grupo Nafarroa, entre otras a sendas penas
de 29 años de reclusión por el asesinato de Julio Gangoso y a 18 años de prisión
mayor por cada uno de los siete asesinatos frustrados.
En total, cada uno fue condenado a 170 años de
cárcel.
16 octubre 2000
22º
aniversario
ETA Jon Igor Solana
Matarrán y Harriet Iragi Gurutxaga, asesinaban en Sevilla-ANDALUCIA-ESPAÑA, al
Coronel del Ejército del Aire y otorrinolaringólogo.
ANTONIO EMILIO MUÑOZ CARIÑANOS
El médico,
especializado en las afecciones de las cuerdas vocales y que tenía entre sus
pacientes a muchos periodistas, artistas y políticos, se
encontraba en su clínica particular donde pasaba consulta por las tardes.
Los etarras hicieron
previamente una llamada, para asegurarse de que estaba trabajando.
A continuación se
dirigieron a la clínica y, mientras Iragi Gurutxaga vigilaba en la puerta,
Solana Matarrán entró en el despacho del médico y le descerrajó varios tiros en
la cabeza que le provocaron la muerte en el acto.
Inmediatamente los pistoleros de la banda
emprendieron la huida a pie por las calles del casco histórico sevillano, pero
esta vez no tuvieron tanta suerte como cuando asesinaron a Luis Portero.
Quince minutos después, en el cruce de las
calles de Perafán de Ribera y Don Fadrique, fueron sorprendidos por agentes de
la Policía que contaban con la descripción que de los terroristas
habían hecho los pacientes que aguardaban en la sala de
espera del doctor asesinado.
Al intentar arrestarlos, los etarras no
atendieron el alto que les dieron y opusieron resistencia, iniciándose un intenso
tiroteo por las calles de Sevilla.
Solana fue detenido enseguida, mientras Iragi
conseguía huir, aunque con una herida en el hombro.
Fue localizado pocas horas después en las
cercanías del Hospital Universitario Virgen Macarena.
Iragi gritó que estaba herido, que no portaba
armas y se entregó sin oponer resistencia.
Además de en su clínica particular, situada en
pleno centro de Sevilla, Muñoz Cariñanos trabajaba en el acuartelamiento del
Ejército del Aire de Tablada, donde se instaló la capilla ardiente con sus
restos mortales.
En 2002 la Audiencia
Nacional condenó a sendas penas de 53 años de cárcel a
Jon Igor Solana Matarrán
Harriet Iragi Gurutxaga por el asesinato de
Muñoz Cariñanos.
La Policía sospechó
desde el primer momento que Gorka Palacios, Zigor Merodio y Oihane Errazkin
formaban también parte del grupo Andalucía de ETA y tenía el convencimiento de
que uno
de ellos también participó en el asesinato del médico.
En abril de 2010 la
Audiencia Nacional condenó a
Juan Antonio Olarra Guridi, alias Jon y Ostagi,
a 34 años de prisión mayor como instigador principal del asesinato.
El tribunal consideró
probado que Olarra Guridi formaba parte del "aparato militar" de ETA,
con funciones de responsabilidad en la dirección de los "comandos",
entre ellos el Erraia, que formaban Solana e Iragi y que operó en Andalucía.
El condenado fue el
que, "bajo el manto de una organización jerarquizada y sometida al control
de unos pocos sobre la mayoría" cometió "el delito dando
instrucciones precisas para truncar el derecho a la vida" del doctor Muñoz
Cariñanos.
El 30 de junio de 2006 Macarena
Muñoz, también hija de Antonio, escribió una carta abierta
al presidente Rodríguez Zapatero, criticando duramente el mal
llamado proceso de paz con ETA:
Mi nombre es
Macarena.
Soy hija del Coronel
Médico Antonio Muñoz Cariñanos, asesinado por la ETA el 16 de octubre de 2000,
en Sevilla. (...)
Mi padre era médico.
Una tarde, mientras
pasaba consulta, dos asesinos de la ETA acabaron con su vida, delante de sus
pacientes.
Le metieron seis
tiros.
No sólo acabaron con
su vida, sino con la esperanza de muchos enfermos de cáncer.
Porque, Sr.
Presidente, mi padre era una eminencia en la lucha contra el cáncer (...)
Nunca olvidaremos
cómo la gente de Sevilla se echó a la calle aquel 16 de octubre para ayudar a
capturar a los asesinos.
Armados de valentía,
lo consiguieron. Gracias al valor de todos esos sevillanos se hizo posible que
los asesinos de mi padre, hoy cumplan su castigo (...)
Señor presidente,
rechazamos la violencia tanto o más que nadie.
Y precisamente
porque hemos
renunciado a la venganza en la confianza de que se haga justicia,
estamos más legitimados que nadie para decir alto y fuerte que queremos el fin
de la violencia. Y es que lo que usted nos ofrece no es la paz,
Sr. Rodríguez Zapatero.
Ni mucho menos.
Cualquier persona con
sentido común se da cuenta de ello.
Al parecer usted va a
negociar con los asesinos el traslado de los presos a las cárceles vascas y el
cambio de la ley para que el gobierno vasco les aplique el tercer grado y
salgan a la calle.
¿Es ése su sentido de
la justicia, Sr. Rodríguez Zapatero?
Lo que usted llama la
"paz" se va a traducir en que dentro de poco tiempo los asesinos de
mi padre se permitan el lujo de mirarme a los ojos de la misma forma en que los
asesinos de Miguel Ángel Blanco han mirado a su madre y a sus restantes
familiares durante estos días de juicio. Con esa
nauseabunda mezcla de chulería y repugnancia por la vida ajena.
Señor Presidente,
usted dice que hay que mirar a los ojos a los terroristas. ¿Es ésa la mirada de
los terroristas la que usted nos invita a disfrutar?
Lo siento mucho, Sr.
Rodríguez Zapatero, los españoles tenemos dignidad. Pedirle a la gente que miremos a
los ojos a esa gentuza nos parece indecente.
Señor Zapatero, es cobarde
ser duro con los que, como nosotros, no tenemos más arma que nuestra palabra,
y en cambio blando con los de las pistolas.
Esa cobardía nos
dolería de cualquier otra persona, pero nos resulta profundamente humillante en
la persona de quien nos debería representar.
Señor Zapatero: la
paz de los presos a la calle es la paz de la humillación,
la paz de la victoria del terror y la paz de la rodilla en la tierra.
Yo no entiendo de
política, no tengo ni he tenido nunca carné de ningún partido político.
Pero, Sr.
Zapatero, tengo la sensación de que es usted rehén voluntario de los
terroristas, y que hará lo que le pidan, porque si a los
terroristas se les ocurriera mañana entrar en una consulta médica y pegarle
seis tiros a otro médico, como le hicieron a mi padre, seguramente usted dejaría
de ser presidente del gobierno.
Acabo ya, pero antes,
Sr. Rodríguez Zapatero, quiero leer lo que en su
programa electoral usted nos prometió.
Leo
textualmente: ‘Rechazamos cualquier negociación que implique el pago de un
precio político democrático por el fin de la violencia’. Le
exigimos que cumpla su palabra y que los asesinos cumplan íntegramente las
condenas que les han sido impuestas.
No nos resignaremos jamás a vivir de
rodillas.
Espero su contestación, señor Presidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario