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domingo, 16 de octubre de 2022

16 OCTUBRE

 



Categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR

 

Hacia las 04:00 DEL

16  octubre  1988

34º ANIVERSARIO

 

ETA comete dos atentados que acaban con la vida de un miembro de la Ertzaintza en Legazpia (Guipúzcoa) y un agente de la Guardia Civil en Pamplona (Navarra)

Hacia las cuatro de la madrugada de ese 16 de octubre la explosión de un artefacto colocado por la banda terrorista ETA para sabotear la línea férrea Madrid-Irún, pero con el objetivo evidente de asesinar a los artificieros de las Fuerzas de Seguridad que acudiesen a desactivarlos, acabó con la vida del

 

ertzaina 

JUAN JOSÉ PACHECO CANO





Es cierto que la banda asesina suponía que serían artificieros de la Guardia Civil los que acudirían a inspeccionar las vías férreas, tras sendas llamadas a la asociación de ayuda en carretera Detente y Ayuda (DYA) y a Renfe, como relató José Ramón Goñi Tirapu, entonces gobernador civil de Guipúzcoa

Ya de paso pretendían paralizar la circulación de trenes durante una semana (El confidente: la negociación con ETA que sí funcionó, Espasa-Calpe, 2005).

 

La bomba trampa fue ideada por el terrorista Juan Carlos Balerdi Iturralde, añade Goñi Tirapu en el libro.

Cuando se encontraban inspeccionando el túnel, hicieron explosión dos de los artefactos, provocando la muerte de Juan José Pacheco y heridas leves a otros tres agentes de la Ertzaintza.

Las dos explosiones, que se produjeron a las 3:50 y a las 4:11 horas, causaron graves daños en la vía y obligaron a suspender la mayor parte del tráfico ferroviario.

La primera explosión no causó daños personales, mientras que la segunda alcanzó de lleno al ertzaina y a sus tres compañeros.

 

En 1997 la Audiencia Nacional condenó a

   Jesús María Ciganda Sarratea

   Juan Carlos Balerdi Iturralde

   Pedro José Echevarría Lete

   Fermín Urdian Ciriza

   Lourdes Churruca Medinabeitia a sendas penas de 12 años de prisión mayor por un delito de terrorismo y a 30 años de reclusión mayor por un delito de atentado.

Unas veinte horas después, a las once menos cuarto de la noche del 16 de octubre de 1988, un coche-bomba colocado por la banda terrorista ETA en Pamplona-NAVARRA-ESPAÑA provocaba la muerte del

 

guardia civil 

JULIO GANGOSO OTERO 








Hería  gravemente a otros siete agentes.

El convoy estaba formado por una tanqueta y un Land Rover ocupados por una docena de agentes del Instituto Armado.

Los guardias civiles regresaban de prestar servicio de vigilancia en el Centro Penitenciario de Pamplona cuando en la calle Larraina una furgoneta-bomba, con treinta kilos de explosivos y cuarenta de metralla aparcada en doble fila, fue activada mediante un mando a distancia en el momento en el que la tanqueta de la Guardia Civil se encontraba a su lado.

La tanqueta fue alcanzada de lleno y desviada contra un árbol del lateral de la calzada, provocando la muerte de Julio Gangoso

HERIDOS

Heridas  de gravedad a los otros siete ocupantes, todos ellos jovencísimos guardias civiles: 

      Vicente Ollero Montes

      Francisco Javier Montoya Martínez

      Rafael Checa Bermúdez

      Paulino Parrilla Galdón

      Ángel Segura Coto

      Luis Cruz Ávila

      José Luis Alonso Gaona

El Land Rover que formaba parte del convoy resultó intacto y sus cuatro ocupantes, ilesos.

La explosión del coche-bomba alcanzó, además, a otros quince vehículos próximos, varios de los cuales quedaron completamente destrozados, y provocó la rotura de cristales y graves desperfectos materiales en diversos edificios.

La furgoneta utilizada en el atentado había sido robada en Basauri (Vizcaya) por miembros de la banda que dejaron a su propietario y a un acompañante atados a un árbol.

Con la furgoneta, los terroristas se dirigieron al puerto navarro de Echauri, donde robaron otro coche como siempre, dejando también a su dueño amarrado a un árbol.

Con este vehículo huyeron los asesinos de la banda una vez que activaron la furgoneta-bomba.

Allí, su viuda murmuraba en voz alta "si saliste de casa y no vas a volver, ¿cómo les digo yo a los niños dónde estás ahora? Dios mío, qué malos, cómo me han podido hacer esto...".

En 1995 la Audiencia Nacional condenó a los asesinos

   Juan José Zubieta Zubeldia

   Javier Goldaraz Aldaya

   Germán Rubenach

Miembros  del grupo Nafarroa, entre otras a sendas penas de 29 años de reclusión por el asesinato de Julio Gangoso y a 18 años de prisión mayor por cada uno de los siete asesinatos frustrados.

En total, cada uno fue condenado a 170 años de cárcel.

 

16  octubre  2000

 

22º aniversario

 

 

ETA Jon Igor Solana Matarrán y Harriet Iragi Gurutxaga, asesinaban en Sevilla-ANDALUCIA-ESPAÑA, al 

 

 

Coronel  del Ejército del Aire y otorrinolaringólogo.

 

 

ANTONIO EMILIO MUÑOZ CARIÑANOS






 

El médico, especializado en las afecciones de las cuerdas vocales y que tenía entre sus pacientes a muchos periodistas, artistas y políticos, se encontraba en su clínica particular donde pasaba consulta por las tardes.

 

Los etarras hicieron previamente una llamada, para asegurarse de que estaba trabajando.

 

A continuación se dirigieron a la clínica y, mientras Iragi Gurutxaga vigilaba en la puerta, Solana Matarrán entró en el despacho del médico y le descerrajó varios tiros en la cabeza que le provocaron la muerte en el acto.

 

Inmediatamente los pistoleros de la banda emprendieron la huida a pie por las calles del casco histórico sevillano, pero esta vez no tuvieron tanta suerte como cuando asesinaron a Luis Portero.

Quince minutos después, en el cruce de las calles de Perafán de Ribera y Don Fadrique, fueron sorprendidos por agentes de la Policía que contaban con la descripción que de los terroristas habían hecho los pacientes que aguardaban en la sala de espera del doctor asesinado.

Al intentar arrestarlos, los etarras no atendieron el alto que les dieron y opusieron resistencia, iniciándose un intenso tiroteo por las calles de Sevilla.

Solana fue detenido enseguida, mientras Iragi conseguía huir, aunque con una herida en el hombro.

Fue localizado pocas horas después en las cercanías del Hospital Universitario Virgen Macarena.

Iragi gritó que estaba herido, que no portaba armas y se entregó sin oponer resistencia.

Además de en su clínica particular, situada en pleno centro de Sevilla, Muñoz Cariñanos trabajaba en el acuartelamiento del Ejército del Aire de Tablada, donde se instaló la capilla ardiente con sus restos mortales.

En 2002 la Audiencia Nacional condenó a sendas penas de 53 años de cárcel a

 

   Jon Igor Solana Matarrán

 

   Harriet Iragi Gurutxaga por el asesinato de Muñoz Cariñanos.

 

La Policía sospechó desde el primer momento que Gorka Palacios, Zigor Merodio y Oihane Errazkin formaban también parte del grupo Andalucía de ETA y tenía el convencimiento de que uno de ellos también participó en el asesinato del médico.

 

En abril de 2010 la Audiencia Nacional condenó a

 

   Juan Antonio Olarra Guridi, alias Jon Ostagi, a 34 años de prisión mayor como instigador principal del asesinato.

 

El tribunal consideró probado que Olarra Guridi formaba parte del "aparato militar" de ETA, con funciones de responsabilidad en la dirección de los "comandos", entre ellos el Erraia, que formaban Solana e Iragi y que operó en Andalucía.

 

El condenado fue el que, "bajo el manto de una organización jerarquizada y sometida al control de unos pocos sobre la mayoría" cometió "el delito dando instrucciones precisas para truncar el derecho a la vida" del doctor Muñoz Cariñanos.

 

El 30 de junio de 2006 Macarena Muñoz, también hija de Antonio, escribió una carta abierta al presidente Rodríguez Zapatero, criticando duramente el mal llamado proceso de paz con ETA:

Mi nombre es Macarena.

Soy hija del Coronel Médico Antonio Muñoz Cariñanos, asesinado por la ETA el 16 de octubre de 2000, en Sevilla. (...)

Mi padre era médico.

Una tarde, mientras pasaba consulta, dos asesinos de la ETA acabaron con su vida, delante de sus pacientes.

Le metieron seis tiros.

No sólo acabaron con su vida, sino con la esperanza de muchos enfermos de cáncer.

Porque, Sr. Presidente, mi padre era una eminencia en la lucha contra el cáncer (...)

Nunca olvidaremos cómo la gente de Sevilla se echó a la calle aquel 16 de octubre para ayudar a capturar a los asesinos.

Armados de valentía, lo consiguieron. Gracias al valor de todos esos sevillanos se hizo posible que los asesinos de mi padre, hoy cumplan su castigo (...)

Señor presidente, rechazamos la violencia tanto o más que nadie.

Y precisamente porque hemos renunciado a la venganza en la confianza de que se haga justicia, estamos más legitimados que nadie para decir alto y fuerte que queremos el fin de la violencia. Y es que lo que usted nos ofrece no es la paz, Sr. Rodríguez Zapatero.

Ni mucho menos.

Cualquier persona con sentido común se da cuenta de ello.

Al parecer usted va a negociar con los asesinos el traslado de los presos a las cárceles vascas y el cambio de la ley para que el gobierno vasco les aplique el tercer grado y salgan a la calle.

¿Es ése su sentido de la justicia, Sr. Rodríguez Zapatero?

Lo que usted llama la "paz" se va a traducir en que dentro de poco tiempo los asesinos de mi padre se permitan el lujo de mirarme a los ojos de la misma forma en que los asesinos de Miguel Ángel Blanco han mirado a su madre y a sus restantes familiares durante estos días de juicio. Con esa nauseabunda mezcla de chulería y repugnancia por la vida ajena.

Señor Presidente, usted dice que hay que mirar a los ojos a los terroristas. ¿Es ésa la mirada de los terroristas la que usted nos invita a disfrutar?

Lo siento mucho, Sr. Rodríguez Zapatero, los españoles tenemos dignidad. Pedirle a la gente que miremos a los ojos a esa gentuza nos parece indecente.

Señor Zapatero, es cobarde ser duro con los que, como nosotros, no tenemos más arma que nuestra palabra, y en cambio blando con los de las pistolas.

Esa cobardía nos dolería de cualquier otra persona, pero nos resulta profundamente humillante en la persona de quien nos debería representar.

Señor Zapatero: la paz de los presos a la calle es la paz de la humillación, la paz de la victoria del terror y la paz de la rodilla en la tierra.

Yo no entiendo de política, no tengo ni he tenido nunca carné de ningún partido político.

Pero, Sr. Zapatero, tengo la sensación de que es usted rehén voluntario de los terroristas, y que hará lo que le pidan, porque si a los terroristas se les ocurriera mañana entrar en una consulta médica y pegarle seis tiros a otro médico, como le hicieron a mi padre, seguramente usted dejaría de ser presidente del gobierno.

Acabo ya, pero antes, Sr. Rodríguez Zapatero, quiero leer lo que en su programa electoral usted nos prometió.

Leo textualmente: ‘Rechazamos cualquier negociación que implique el pago de un precio político democrático por el fin de la violencia’. Le exigimos que cumpla su palabra y que los asesinos cumplan íntegramente las condenas que les han sido impuestas. 

No nos resignaremos jamás a vivir de rodillas.

Espero su contestación, señor Presidente.

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