Categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR
Hacia
las 20:00 del
18
octubre 1975
47º ANIVERSARIO
ETA asesinaba en Zarauz-guipúzcoa-país vasco-españa, al
guardia civil
MANUEL LÓPEZ TREVIÑO
Que
acababa de abandonar, vestido de paisano, el cuartel de la Benemérita en
la localidad guipuzcoana para dirigirse a su domicilio.
Varios miembros de la banda (dos o tres) le
esperaban en la avenida de San Ignacio y le siguieron durante unos metros.
Cuando estaban a la altura del chalé Villa
Reineta, le dispararon por la espalda una ráfaga de metralleta.
Alcanzado por tres balas en la cabeza, Manuel
López Treviño falleció en el acto, mientras los pistoleros de la banda
emprendían la huida en un vehículo.
Mientras algunos vecinos se dirigían al cuartel
para dar aviso de lo que había sucedido, otros corrieron a la Casa de
Misericordia a escasos metros del lugar del atentado para buscar a un médico.
Una monja del asilo-hospital comprobó que el
guardia civil no tenía pulso.
El médico que llegó poco después certificó la
muerte del agente López Treviño.
Minutos después un joven y su novia paseaban por
la avenida de San Ignacio.
Se acercaron al corro de personas que se había
formado alrededor del cadáver del guardia civil y el joven
comprobó horrorizado que la persona que yacía en el suelo era su propio padre.
En esa operación se
detuvo a varios miembros legales de la banda terrorista en Zarauz, como Ignacio
Arambarri, de profesión cristalero.
Esos grupos pasaban
información a ETA sobre miembros de las Fuerzas de Seguridad y sobre presuntos
chivatos que se convertían así en objetivo de la banda asesina.
Uno de los autores
materiales del asesinato de López Treviño fue Ignacio Gabirondo Agote,
alias Donibane, que
falleció el 13 de julio de 1980 en el intercambio de disparos que se produjo
después de que los etarras tendieran una emboscada contra un convoy de la
Guardia Civil que acabó con la vida de Antonio Gómez Ramos y
Aurelio Navío Navío.
Otro participante en
el asesinato fue José Agustín Achega Aguirre, alias Fiti.
Para cuando fue
detenido en 1983 varios de los delitos cometidos, entre ellos el asesinato de
López Treviño, habían sido amnistiados.
La noche del
18 octubre 1983
39º
ANIVERSARIO
ETA, autodenominados
ETA-pm VIII Asamblea, conocidos como los octavos, acababa con la vida del
capitán
de Farmacia DEL EJERCITO DE TIERRA
ALBERTO MARTÍN BARRIOS
Terminaba así
un sádico
secuestro que se inició trece días antes, el 5 de octubre,
cuando Martín Barrios salió de su domicilio poco antes de las ocho de la mañana
para dirigirse a su puesto de trabajo en el Gobierno Militar de Bilbao-PAÍS
VASCO-ESPAÑA, trabajo al que nunca llegó.
Era habitual que
hacia las 10:00 de la mañana Alberto llamase a su mujer, María Ángeles, pero
esa mañana no lo hizo.
Extrañada, fue ella
la que llamó a las 11:00 y le comunicaron que su marido no había llegado aún al
Gobierno Militar.
A partir de ahí,
saltaron todas las alarmas y se inició un calvario terrible para la familia,
pues la banda asesina no exigía una contrapartida económica, sino la suspensión
de un juicio contra miembros de la banda detenidos por el asalto, dos años
antes, del cuartel del Ejército de la localidad catalana de Berga, Cuartel de
Cazadores de Montaña.
En el lapso de tiempo que transcurrió entre el
secuestro y el asesinato, los terroristas mantuvieron un pulso con
los medios de comunicación, a los que exigían la lectura
íntegra de sus comunicados, llenos de farfolla política, mientras en paralelo
la familia del militar pedía angustiada, a través de esos mismos medios, que
liberasen a Martín Barrios.
Por otra parte, el
secuestro de Martín Barrios coincide en el tiempo con algunas de las acciones
de la "guerra sucia" contra ETA. Aunque entonces no se conocían sus
siglas, fue
entonces cuando nacieron los autodenominados GAL.
El 15 de octubre,
diez días después del secuestro de Martín Barrios, desaparecen en Bayona José
Antonio Lasa y
José Ignacio Zabala.
Para la izquierda
proetarra el mensaje era claro: Madrid había decidido jugar la baza de la
guerra sucia haciendo del secuestro de Martín Barrios una cuestión de Estado.
El 18 de octubre
cuatro GEOS intentan secuestrar en Hendaya al octavo José María Larretxea Goñi.
Los policías
españoles se abalanzan sobre la moto en que circula y, a consecuencia de la
embestida, el terrorista resulta herido.
La operación fracasa
con la detención de los policías españoles por parte de la Policía francesa.
La cúpula policial
decidió el secuestro del etarra con la intención de "canjearlo por
el capitán de farmacia Alberto Martín Barrios.
Que me cojan a mí, pero que lo suelten. Por favor se lo
pido, no puedo más") hicieron recapacitar a la banda asesina.
El cuerpo sin vida del capitán de
Farmacia, amordazado y con un tiro en la sien derecha,
apareció en una caseta situada cerca del cruce de El Gallo, en Galdácano,
próximo al parque de atracciones de Bilbao, tal y como había alertado un
comunicante anónimo a la sede de la Cruz Roja en la capital vizcaína tres
cuartos de hora antes.
En un primer rastreo la Policía no consiguió
encontrar el cadáver de Martín Barrios.
En una segunda batida, ya en la mañana del 19 de
octubre, se descubrió el cuerpo apoyado en un pequeño muro que rodea la caseta
de El Gallo.
"Estaba amordazado, y aunque apenas se le
veía la cara, aparecía amoratado", declaró uno de los
voluntarios de la Cruz Roja que participó en la búsqueda del militar.
Trasladado en una ambulancia militar al Hospital
Civil de Basurto, el dictamen forense indicó que el capitán secuestrado murió entre
las siete y las ocho de la tarde del día anterior, 18 de octubre.
El último mensaje público que envió su mujer
ponía de manifiesto que la familia esperaba un feliz desenlace del secuestro.
Decía María Ángeles: "Alberto, no te
preocupes por ninguno de nosotros.
Tanto tus padres como tus hijos y yo estamos
perfectamente con la esperanza de que todo se resuelva favorablemente".
El portavoz de la familia, Daniel Rodríguez,
primo de Alberto, declaró que no se esperaban el asesinato: "No lo
comprendemos (...) hasta el último momento hemos mantenido la esperanza de que
fuese liberado con vida".
Interpelado acerca de la actitud de la familia
respecto a los secuestradores dijo: "Como católicos, les perdonamos,
y lo único que deseamos es que pueda resolverse esta situación".
En relación con la postura de TVE, que
condicionó la difusión del comunicado exigido por ETA a la liberación del
capitán secuestrado, Daniel Rodríguez dijo: "No quiero echar más leña al
fuego, pero cabe la duda de que si se hubiese emitido, se habría
producido el mismo resultado".
Y por si no quedaba clara la postura de la
familia, en rueda de prensa esa misma tarde, dijo: "En cualquier
caso, no hay más que un asesino: ETA-pm".
Aparte de la
publicidad que lograron los octavos,
grupúsculo de ETA que pocos meses después quedaría completamente desarticulado,
el secuestro de Martín Barrios demuestra hasta qué punto la actuación del
llamado nacionalismo moderado ha seguido fielmente la máxima del
árbol y las nueces del que hablara Xabier Arzalluz, a
tenor del relato del contexto en el que se produjo el secuestro y asesinato de
Martín Barrios que hace José Díaz-Herrera en Los Mitos del Nacionalismo Vasco (Planeta, 2005), en
gran parte tomado de las memorias de Mario Onaindia (El aventurero cuerdo. Memorias. 1977-1981, Espasa
Hoy, 2004). Onaindia fue, junto a Juan María Bandrés, el principal artífice del
proceso de autodisolución de la rama político-militar de ETA.
La famosa frase de
Arzalluz, de la que se han transcrito diferentes versiones -"No conozco de
ningún pueblo que haya alcanzado su liberación sin que unos arreen y
otros discutan. Unos sacuden el árbol, pero sin romperlo, para
que caigan las nueces, y otros las recogen para repartirlas" o "Otros mueven el
árbol y nosotros cogemos las nueces"- fue supuestamente
dicha en una reunión secreta de dirigentes del Partido Nacionalista Vasco con
José Luis Elkoro, Rafael Díez Usabiaga y Martín Garitano, pertenecientes al
complejo ETA-Batasuna, en marzo de 1991. Esas conversaciones, de las que
levantaría acta Martín Garitano, fueron posteriormente
requisadas a Díez
Usabiaga en un registro judicial, y filtradas a las
periodistas Isabel San Sebastián y Carmen Gurruchaga, dando título al
libro El árbol y las nueces. La
relación secreta entre ETA y PNV (Temas de Hoy, 2000).
Si nos atenemos a lo que cuenta Mario Onaindia
en sus memorias, el secuestro y asesinato de Martín Barrios sería un ejemplo
acabado de cómo la actuación del PNV -para algunos
nacionalistas moderados, para otros, nacionalistas a secas-, se ha
ajustado a ese guión del árbol y las nueces, aunque en realidad
el papel del PNV en el terrorismo de ETA ha sido mucho más activo de lo que se
puede deducir de esa frase.
Para entender lo ocurrido en este sádico crimen
hay que tener en cuenta que ETA político-militar tuvo unas
características muy diferentes a ETA militar. En ésta siempre
hubo una total, absoluta e incontestada supremacía de los dirigentes de la
banda criminal, que no dejaba a los miembros del brazo político, Herri
Batasuna, más que la opción de la fidelidad y sumisión perruna a sus dictados.
Por el contrario, entre ETA-pm y Euskadiko Ezkerra nunca se produjo esta
situación de jerarquía. Banda terrorista y brazo político mantuvieron una
amplia autonomía, donde, en todo caso, los dirigentes de la coalición ejercían
una notable influencia sobre los que "empuñaban las pistolas".
Lo cierto es que, una vez que se aprobó el
Estatuto de Guernica, importantes dirigentes de EE como Juan María
Bandrés, Mario Onaindia o Teo Uriarte,
empezaron a mostrar públicamente su malestar por el mantenimiento de la
"lucha armada". El momento clave se producirá con el golpe de estado
del 23
de febrero de 1981 cuando a estos políticos se les abren
los ojos sobre el abismo al que la violencia terrorista había llevado a España
en general, y al País Vasco en particular. A partir de este momento, desde EE
se redoblarán los esfuerzos para acabar con esta locura y así,
rápidamente, el 28 de febrero obtienen los primeros resultados cuando
ETA-pm, en una rueda de prensa clandestina, anunció una tregua unilateral e
indefinida.
Sin embargo, pronto surgió un
nuevo e inesperado obstáculo, o quizás no tan inesperado para
aquellos que conociesen bien cómo actuaban los nacionalistas
"moderados". Dirigentes del PNV trasladaron a dirigentes de EE su
malestar por esta tregua. Mario Onaindia fue abordado por el consejero de
Cultura, Ramón Labayen, y el de Educación, Pedro María
Echenique, que le manifestaron que era "la
peor época para hacer una tregua".
Cuando Onaindia acudió al sur de Francia a
entrevistarse con el máximo líder del "aparato militar" de ETA-pm,
Jesús Abrisqueta Corta, se llevó la sorpresa de que se le había
adelantado una comisión del PNV integrada por Xabier Arzalluz,
Andoni Monforte, Koldo Amezketa, Anton Jaime y Gorka Aguirre que se
entrevistaron con los dirigentes de la banda Juan Miguel Goiburu Mendizábal,
Fernando López Castillo, Jesús Abrisqueta Corta y Pedro
Astorquiza.
Así el entonces máximo líder de los
terroristas, Abrisqueta Corta, hacía suyas las
reflexiones de los dirigentes nacionalistas:
- Arzalluz y Monforte nos han dicho que es el peor momento para
decretar la tregua.
- ¿Por qué? - pregunta Onaindia
- Eso debilitaría
las posiciones del PNV en las transferencias de
competencias (José Díaz Herrera, Los Mitos del Nacionalismo Vasco, Planeta, 2005, págs. 700-701).
Lo cierto es que, a partir de este
momento, ETA político militar entra en una aguda crisis entre
los partidarios de volver al tiro en la nuca y las bombas y los que deseaban el
final definitivo de la violencia. Y precisamente fue ese dirigente criminal
que, según Onaindia, había hecho suyo el argumento del PNV, Jesús
Abrisqueta Corta, quien dirigirá la rebelión contra los
dirigentes políticos de EE. Abrisqueta tenía una notable influencia en la banda
dado que era uno de los últimos integrantes de la ETA anterior a la irrupción
de los miembros de EGI-Batasuna que seguía practicando la violencia terrorista
y había sido condenado en el Consejo de Burgos.
En este contexto de un PNV al que le viene mal
la tregua de ETA-pm, el 25 de febrero de 1982 se ponía en marcha el mortal
engranaje que terminaría con la muerte de Alberto Martín Barrios. En rueda de
prensa clandestina, miembros de ETA-pm profusamente armados anuncian el regreso
a la violencia calificándose a partir de ahora como
VIII-Asamblea, mientras el sector que mantuvo la tregua se
denominó la VII-Asamblea.
Inmediatamente
lanzaron una fuerte ofensiva terrorista, con secuestros, robos, colocación de
bombas... pero una eficaz reacción policial hizo que uno tras otro fueran
cayendo los octavos. Muy pronto
se iniciaron las desavenencias entre un amplio sector que pedía aceptar como
eje de sus demandas la alternativa KAS, detrás de la cual estaban los que
serían conocidos como los milikis,
y un sector más minoritario que seguía encabezando Abrisqueta, que no quería
ningún acercamiento a ETA-militar, ni tan siquiera a nivel programático.
En ese contexto de grave crisis interna es cuando
los miembros de la VIII-Asamblea llevan a cabo el secuestro de Martín
Barrios, como un intento desesperado por recobrar una
influencia y un prestigio que ya habían perdido en el entorno
ultranacionalista. El cruel desenlace del mismo, en el cual los dirigentes de
Herri Batasuna cínica e hipócritamente hicieron todo lo posible para destacar
la orfandad de apoyo político de los asesinos, significó a la postre el final de
la VIII Asamblea. El 10 de enero de 1984, su principal líder, Abrisqueta, y por
tanto el máximo sospechoso de haber dado la orden del asesinato del
capitán de Farmacia, era detenido en el sur de Francia y expulsado a América,
residiendo actualmente en Cuba, donde inició una exitosa carrera como
empresario.
Si damos por cierto
el escalofriante relato de Mario Onaindia -protagonista central de la
autodisolución de ETA pm-, del que se hace eco José Díaz Herrera, es lícito
hacerse las siguientes preguntas: si no hubiese intervenido el PNV señalando lo
mal que les venía la tregua de ETA-pm ¿habría sido secuestrado y salvajemente
asesinado Alberto? ¿Fue Alberto víctima de la "guerra sucia"
del partido de Arzalluz? ¿Qué relaciones secretas ha mantenido
el PNV con ETA? ¿ETA mueve el árbol y el PNV recoge las nueces o es el PNV el
que ha movido directamente el árbol y todos han recogido las nueces?
El papel del PNV no
sólo en el nacimiento de ETA en las
navidades de 1958 como grupo de jóvenes escindidos del propio
PNV, sino en el mantenimiento de la banda y en su supervivencia durante tantas
décadas, ha sido mucho más activo de lo que la frase del árbol y las nueces nos
pudiera hacer pensar.
Lo cierto es que el asesinato de Martín Barrios
supuso, por un lado, el final de ETA político-militar y, por otro, el
recrudecimiento de las acciones de los GAL, con el secuestro en Hendaya, el 4
de diciembre, del empresario Segundo Marey, liberado
diez días más tarde, inicio de una escalada de asesinatos de etarras en el sur
de Francia.
El trágico epílogo del secuestro del capitán de
Farmacia sería, pues, el pretexto para continuar con la guerra sucia.
En mayo de 2006 fueron
extraditados por México seis miembros de ETA, entre ellos Ernesto Alberdi
Elejalde, alias Raka de Eibar,
que participó en el secuestro y asesinato del capitán de Farmacia Alberto
Martín Barrios y en el secuestro del médico Manuel Allende Porrua en
Bilbao.
En julio de 2009,
Alberdi Elejalde y los otros cinco etarras extraditados (Félix Salustiano
García Rivera, Juan Carlos Artola Díaz, María Asunción Gorrochategui Vázquez,
José María Urquijo Borde y Asier Arronategui Durald) fueron juzgados por
conformar un grupo estable de ETA en México, por lo que la Fiscalía pedía 6
años de cárcel para cada uno de ellos.
Los acusados mostraron
su conformidad con la pena, pactada por la fiscalía y los abogados de los
etarras, y "solicitaron la puesta en libertad de tres de los acusados que
ya habían cumplido esos seis años de cárcel en prisión provisional, entre ellos
Ernesto Alberdi Elejalde".
Era un incansable seguidor del Athletic, no se perdía un partido.
Era el farmacéutico que atendía a los jugadores.
Conocía a Txetxu Rojo y a otros muchos jugadores de la época.
Se sentía tan contento en su tierra, con su farmacia, la familia...
¿Cómo iba a pensar él que un etarra podría matarle?" (Iñaki Arteta
y Alfonso Galletero, Olvidados, Adhara, 2006).
Miles de personas salieron a la calle en ciudades de toda España para manifestar su dolor y su repulsa por el sádico y cruel asesinato de Alberto.
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