Categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR
A las 8:30 del
19
octubre 1993
29º aniversario
ETA asesinaban en Madrid-ESPAÑA, al
general de División del
Ejército del Aire
DIONISIO HERRERO ALBIÑANA
HERIDO
Soldado
Alberto
Pasamontes Navarro, que actuaba como chófer del general.
Los asesinos esperaron a que Dionisio Herrero
saliera de su vivienda, en el número 101 de la calle Hermosilla, para montar en
el vehículo oficial que habría de llevarle a su trabajo.
Antes de que llegara a subir al coche, a escasos
metros del portal de su casa, dos de los tres terroristas lo acribillaron a
tiros.
Como cada día, el general Dionisio Herrero salió
de su casa para dirigirse a su trabajo como director de Sanidad del Mando de
Personal del Ejército del Aire.
Vestido de paisano, había recorrido poco más de
quince metros desde que salió del portal y estaba cruzando la calle de
Alcántara cuando dos terroristas efectuaron varios disparos contra él, mientras
un tercero los cubría desde cierta distancia.
El general se dirigía al vehículo oficial, un
Volkswagen Santana granate blindado, conducido por el soldado Alberto
Pasamontes, de 23 años, y al que le faltaban dos semanas para licenciarse.
A unos cinco metros del Santana, el cuerpo del general
quedaba tendido en el suelo con media docena de impactos de bala, instantes
antes de que uno de los tres asesinos se acercara para rematarlo con
un séptimo tiro.
En ese momento el soldado
conductor, al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, salió de su
vehículo e intentó hacer frente a los terroristas con su arma reglamentaria,
pero fue alcanzado por un disparo en el abdomen y se vio obligado a refugiarse
en el coche blindado.
Una vez dentro, uno de los terroristas se acercó
y realizó hasta cinco disparos contra el parabrisas, a la altura de la
cabeza de Alberto Pasamontes, con la intención de asesinarlo,
pero el blindaje evitó que las balas lo alcanzaran.
Al oír los disparos, la esposa del general
Herrero, Isabel Moya López, se asomó a una ventana y
gritó a un niño que estaba en la calle: "¿qué pasa? ¿qué pasa?", a lo
que éste le respondió "han asesinado a un hombre".
Isabel, entre sollozos, volvió al interior de la
casa, hasta que unos agentes del Cuerpo Nacional de Policía llamaron a su puerta
para comunicarle la noticia.
Después de atentar contra el general y su
chófer, los tres asesinos se dirigieron por la calle de Alcántara hacia la de
las Naciones, hasta llegar donde habían aparcado previamente un coche robado
como siempre
Allí abandonaron el coche, frente a la sede del
Instituto Nacional de Industria.
A las nueve de la mañana el coche explotaba,
provocando daños materiales en otros vehículos de las inmediaciones y borrando
así huellas y otros posibles rastros.
José Antonio Hidalgo Almagro, un transeúnte que
pasaba por el lugar, sufrió un choque emocional. La zona era frecuentada
habitualmente por numerosos niños, debido a que en las inmediaciones se
encontraban varios colegios.
Además, el mismo día
del atentado altos mandos de la lucha antiterrorista de España y Francia se
reunieron en París para tratar una serie de temas. Entre ellos estuvo el
reciente fracaso de la operación llevaba a cabo contra el "aparato de
mugas" de ETA, en la que logró escapar Juan Miguel Michelena Berasarte, responsable
de dicho entramado. Michelena estaba sometido a un intenso seguimiento desde
meses antes, por lo que las investigaciones se centraron en averiguar el origen
de las filtraciones que permitieron su escapatoria. El soplo fue dado por un
informante que dijo ser miembro de la Policía francesa, a través de una llamada
al diario Egin. Desde medios
franceses se sugirió que las filtraciones podrían ser una muestra de buena
voluntad hacia ETA por parte del Gobierno español, de cara a
las posibles negociaciones que en ese momento estaban iniciándose desde el
Ministerio del Interior, mientras que fuentes policiales españolas señalaban
a Roger
Boslé, al mando de la operación por parte gala, como el
responsable del fracaso debido a errores en la planificación.
En abril de 2003
La Audiencia Nacional condenó a
Juan Luis Aguirre Lete,
alias Isuntza, a 66 años y
medio de prisión por los delitos de atentado terrorista, asesinato en grado de
tentativa, robo de vehículo a motor, falsificación y tenencia de explosivos,
considerándolo autor material del asesinato del general Herrero.
El asesino fue
detenido en noviembre de 1996 por la Policía francesa, en un peaje situado en
las afueras de Bayona, en el País Vasco francés.
En el año 2000 el
Tribunal Correccional de París lo condenó a una pena de 10 años de cárcel por
asociación con fines terroristas y en agosto de 2002 fue entregado
temporalmente a España para que fuera juzgado por diversas causas, entre las
que estaba el asesinato de Dionisio Herrero.
En marzo de 2003 las
autoridades españolas devolvieron a Aguirre Lete a Francia para que siguiera
cumpliendo su condena en el país vecino y, en junio de 2004, fue
definitivamente extraditado desde Francia a España.
Durante el juicio por
el asesinato del general, la principal prueba contra Aguirre Lete fue la
presencia de huellas dactilares del terrorista en las placas de matrícula del
coche empleado por los asesinos.
La defensa de Aguirre
Lete presentó un recurso argumentando que en base a eso no podía considerársele
autor material del atentado, sino simplemente cómplice del mismo.
En 2005 el Tribunal
Supremo estimó parcialmente el recurso, sentenciando que "no era posible
saber, por el contrario, si participó en la ejecución del atentado", por
lo que el
etarra vio rebajada su pena en 20 años.
Una de las pistolas
utilizadas para asesinar a Dionisio Herrero fue empleada posteriormente, en
1996, para matar al expresidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y
Valiente.
alrededor
de las 22:45 del
19
octubre 1995
27º aniversario
Fallecía en, SAN SEBASTIÁN-PAÍS VASCO-ESPAÑA, al
inspector jefe del
Cuerpo Nacional de Policía
ENRIQUE NIETO VIYELLA
Tras una
agonía de más de cuatro meses en estado de coma profundo.
El inspector jefe Enrique Nieto estaba ingresado
en el Hospital de Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián desde el 8 de
junio de 1995, fecha en que un miembro de la banda terrorista
ETA le descerrajó a bocajarro un tiro en la nuca en plena calle. Enrique siguió
ingresado en dicho hospital hasta el momento de su fallecimiento.
El día 8 de junio de
1995, poco antes de las nueve de la mañana, Enrique salió de su casa, situada
en la avenida de Sancho el Sabio, en el barrio de Amara de San Sebastián.
Se dirigía, como
cada día, a su puesto en la Comisaría del Gobierno Civil, a menos de quinientos
metros de su domicilio, cuando fue abordado por un terrorista que le disparó un
único tiro en la nuca cuando apenas había recorrido unos pocos pasos desde que
saliera del portal.
El pistolero
emprendió entonces la huida caminando en dirección al Parque Amara, hacia el
río Urumea, llevando la pistola todavía en la mano durante algunos metros.
Según las primeras
declaraciones de los testigos oculares otro terrorista le habría estado
esperando en un coche robado como siempre en el paseo de Vizcaya, a la altura
de la plaza de Álava, para ayudarle durante la fuga.
La bala que atravesó
la cabeza del inspector jefe rebotó en un lateral del portal de su vivienda,
siendo encontrada finalmente en la carretera. También se recogió un casquillo
del calibre
Presentaba un orificio de entrada y otro de
salida, ambos en la parte posterior de la cabeza, así como pérdida de masa
encefálica.
La ambulancia medicalizada de la Cruz Roja se
presentó inmediatamente en el lugar de los hechos y lo trasladó al Hospital de
Nuestra Señora de Aránzazu, donde llegó con parada cardiorrespiratoria y en
estado de coma.
Fue introducido en el quirófano a las once menos
cuarto, tras haberle realizado un escáner.
La intervención duró cerca de tres horas y quedó
ingresado en la UCI con pronóstico muy grave. Los médicos responsables de la
intervención manifestaron que aunque el herido había resistido bien la
operación de limpieza de las esquirlas alojadas en el cráneo, así como la
reparación de los vasos sanguíneos cerebrales, su estado no era esperanzador.
Quedaría en estado de coma profundo, no saliendo de éste hasta el día de su
fallecimiento, casi cuatro meses y medio después del atentado.
En
1998 la Audiencia Nacional condenó
A 30 años y cuatro meses de prisión al etarra
Valentín
Lasarte por el asesinato del policía Enrique Nieto Viyella, contemplando los
delitos de atentado terrorista y de utilización ilegítima de vehículo de motor.
El tribunal consideró probado que en mayo de 1995
Valentín Lasarte y dos miembros más del grupo Donosti de ETA "realizaron
informaciones sobre las costumbres y el recorrido habitual de Nieto, y llegaron
a la conclusión de que la mejor manera de llevar a cabo la acción era con una
motocicleta".
Según el fallo, Lasarte y los otros terroristas se
trasladaron al Hotel Orly de San Sebastián, donde uno de ellos se quedó
esperando mientras Valentín Lasarte y el tercer terrorista volvían a la
vivienda de Enrique Nieto y se juntaban en el portal, esperando a que éste
saliera de su casa. Valentín Lasarte "por la espalda y a corta distancia le
disparó una sola vez a la cabeza con la pistola", lo que conllevaría la
muerte del policía cuatro meses después de los hechos.
En el caso del inspector jefe Enrique Nieto, los
datos suministrados por la informadora de ETA no sólo sirvieron para cometer el
atentado que acabaría con su vida, sino también para planificar,
anteriormente, un primer atentado contra el policía
que no pudieron llevar a cabo.
Barrenetxea había recibido instrucción en el
manejo de armas en un monte de Navarra, pero finalmente su colaboración con la
banda ETA se centraría en recabar información sensible sobre futuros
objetivos, gracias a su puesto en el INE, que le permitía
tener acceso a datos sobre personas de cualquier parte de España,
como por ejemplo DNI, domicilio, formación, puesto de trabajo, etc.
La colaboradora de ETA estaba siendo investigada
por la Policía desde que en 1993 fuera desarticulado el grupo Txomin Iturbe.
Por aquel entonces se localizó un piso en Pamplona
donde fueron encontradas armas y documentación, así como una carta de Francisco
Javier Chimeno Inza en la que mostraba su preocupación por lo que podría
suceder si las Fuerzas de Seguridad detuvieran a Aránzazu Barrenetxea, ya que
ésta había hecho acopio de una gran cantidad de información que podría
desembocar en una gran operación policial si ella era capturada.
María
Aránzazu Barrenetxea acabaría siendo condenada a siete años de prisión por el
Tribunal Supremo, por su colaboración con los grupos Donosti y
Txomin Iturbe de ETA.
Sin embargo, lo
sucedido con Barrenetxea Bereziartúa no es un caso aislado en
la historia de cómo ETA ha logrado introducir a miembros y colaboradores en
distintos puestos de la Administración a lo largo de su historia.
En junio de 1996 se
supo que
Rubén Egaña Zumeta, condenado a seis años
por colaboración con ETA, había sido contratado por la Delegación
del Instituto Nacional de Estadística de Guipúzcoa, para la
actualización del Censo.
En 1995 la Audiencia Nacional
Condenó a
Alfonso Castro Sarriegui, exmiembro de
la Policía
Municipal de Rentería, a 18 años de cárcel por su
colaboración en el asesinato de Raúl Suárez Fernández.
En 2004
Laura Riera fue condenada a 9 años de
prisión por su colaboración en atentados como el que le costó la vida al
concejal del PP en San Adrián del Besós, José Luis Ruiz Casado.
Riera, que trabajaba
en la sección
de multas del Ayuntamiento de Tarrasa, tenía acceso a los datos
sobre los vehículos de las víctimas, a través de la base de datos de la
Dirección General de Tráfico.
En 1987 la Policía
detuvo en Galdácano a dos miembros de ETA acusados de facilitar información a
la banda.
Se trataba de Félix
Santamaría Azaola y Aitor Jugo Álvarez, el primero de los cuales era funcionario
de Hacienda para la Diputación Foral mientras que el
segundo había trabajado en ese departamento en el pasado.
En 1988 fueron
detenidos
Asier Elguezabal
Yolanda Aldama, acusados de colaboración con
ETA.
El matrimonio fue
puesto en libertad, pero un documento etarra incautado dos años más tarde
demostraba que habían trabajado para ETA suministrándole información.
Él era hijo de un alto cargo del Gobierno vasco y ella empleada de la Dirección de Tráfico.
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