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miércoles, 19 de octubre de 2022

19 OCTUBRE

 






Categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR

 

A  las 8:30 del

19  octubre  1993

29º aniversario

 

ETA asesinaban en Madrid-ESPAÑA, al

 

general de División del Ejército del Aire 

DIONISIO HERRERO ALBIÑANA





HERIDO

      Soldado  Alberto Pasamontes Navarro, que actuaba como chófer del general.

 

Los asesinos esperaron a que Dionisio Herrero saliera de su vivienda, en el número 101 de la calle Hermosilla, para montar en el vehículo oficial que habría de llevarle a su trabajo.

Antes de que llegara a subir al coche, a escasos metros del portal de su casa, dos de los tres terroristas lo acribillaron a tiros.

Como cada día, el general Dionisio Herrero salió de su casa para dirigirse a su trabajo como director de Sanidad del Mando de Personal del Ejército del Aire.

Vestido de paisano, había recorrido poco más de quince metros desde que salió del portal y estaba cruzando la calle de Alcántara cuando dos terroristas efectuaron varios disparos contra él, mientras un tercero los cubría desde cierta distancia.

El general se dirigía al vehículo oficial, un Volkswagen Santana granate blindado, conducido por el soldado Alberto Pasamontes, de 23 años, y al que le faltaban dos semanas para licenciarse.

A unos cinco metros del Santana, el cuerpo del general quedaba tendido en el suelo con media docena de impactos de bala, instantes antes de que uno de los tres asesinos se acercara para rematarlo con un séptimo tiro.

En ese momento el soldado conductor, al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, salió de su vehículo e intentó hacer frente a los terroristas con su arma reglamentaria, pero fue alcanzado por un disparo en el abdomen y se vio obligado a refugiarse en el coche blindado.

Una vez dentro, uno de los terroristas se acercó y realizó hasta cinco disparos contra el parabrisas, a la altura de la cabeza de Alberto Pasamontes, con la intención de asesinarlo, pero el blindaje evitó que las balas lo alcanzaran.

Al oír los disparos, la esposa del general Herrero, Isabel Moya López, se asomó a una ventana y gritó a un niño que estaba en la calle: "¿qué pasa? ¿qué pasa?", a lo que éste le respondió "han asesinado a un hombre".

Isabel, entre sollozos, volvió al interior de la casa, hasta que unos agentes del Cuerpo Nacional de Policía llamaron a su puerta para comunicarle la noticia.

Después de atentar contra el general y su chófer, los tres asesinos se dirigieron por la calle de Alcántara hacia la de las Naciones, hasta llegar donde habían aparcado previamente un coche robado como siempre

Allí abandonaron el coche, frente a la sede del Instituto Nacional de Industria.

A las nueve de la mañana el coche explotaba, provocando daños materiales en otros vehículos de las inmediaciones y borrando así huellas y otros posibles rastros.

José Antonio Hidalgo Almagro, un transeúnte que pasaba por el lugar, sufrió un choque emocional. La zona era frecuentada habitualmente por numerosos niños, debido a que en las inmediaciones se encontraban varios colegios.

Además, el mismo día del atentado altos mandos de la lucha antiterrorista de España y Francia se reunieron en París para tratar una serie de temas. Entre ellos estuvo el reciente fracaso de la operación llevaba a cabo contra el "aparato de mugas" de ETA, en la que logró escapar Juan Miguel Michelena Berasarte, responsable de dicho entramado. Michelena estaba sometido a un intenso seguimiento desde meses antes, por lo que las investigaciones se centraron en averiguar el origen de las filtraciones que permitieron su escapatoria. El soplo fue dado por un informante que dijo ser miembro de la Policía francesa, a través de una llamada al diario EginDesde medios franceses se sugirió que las filtraciones podrían ser una muestra de buena voluntad hacia ETA por parte del Gobierno español, de cara a las posibles negociaciones que en ese momento estaban iniciándose desde el Ministerio del Interior, mientras que fuentes policiales españolas señalaban a Roger Boslé, al mando de la operación por parte gala, como el responsable del fracaso debido a errores en la planificación.

 

 

En abril de 2003

 

La  Audiencia Nacional condenó a 

   Juan Luis Aguirre Lete, alias Isuntza, a 66 años y medio de prisión por los delitos de atentado terrorista, asesinato en grado de tentativa, robo de vehículo a motor, falsificación y tenencia de explosivos, considerándolo autor material del asesinato del general Herrero.

 

El asesino fue detenido en noviembre de 1996 por la Policía francesa, en un peaje situado en las afueras de Bayona, en el País Vasco francés.

 

En el año 2000 el Tribunal Correccional de París lo condenó a una pena de 10 años de cárcel por asociación con fines terroristas y en agosto de 2002 fue entregado temporalmente a España para que fuera juzgado por diversas causas, entre las que estaba el asesinato de Dionisio Herrero.

 

En marzo de 2003 las autoridades españolas devolvieron a Aguirre Lete a Francia para que siguiera cumpliendo su condena en el país vecino y, en junio de 2004, fue definitivamente extraditado desde Francia a España.

 

Durante el juicio por el asesinato del general, la principal prueba contra Aguirre Lete fue la presencia de huellas dactilares del terrorista en las placas de matrícula del coche empleado por los asesinos.

 

La defensa de Aguirre Lete presentó un recurso argumentando que en base a eso no podía considerársele autor material del atentado, sino simplemente cómplice del mismo.

 

En 2005 el Tribunal Supremo estimó parcialmente el recurso, sentenciando que "no era posible saber, por el contrario, si participó en la ejecución del atentado", por lo que el etarra vio rebajada su pena en 20 años.

 

Una de las pistolas utilizadas para asesinar a Dionisio Herrero fue empleada posteriormente, en 1996, para matar al expresidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente.

 

 

 

alrededor de las 22:45 del

19  octubre  1995

27º aniversario

Fallecía  en, SAN SEBASTIÁN-PAÍS VASCO-ESPAÑA, al

 

inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía

ENRIQUE NIETO VIYELLA





Tras  una agonía de más de cuatro meses en estado de coma profundo.

El inspector jefe Enrique Nieto estaba ingresado en el Hospital de Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián desde el 8 de junio de 1995, fecha en que un miembro de la banda terrorista ETA le descerrajó a bocajarro un tiro en la nuca en plena calle. Enrique siguió ingresado en dicho hospital hasta el momento de su fallecimiento.

El día 8 de junio de 1995, poco antes de las nueve de la mañana, Enrique salió de su casa, situada en la avenida de Sancho el Sabio, en el barrio de Amara de San Sebastián.

 

Se dirigía, como cada día, a su puesto en la Comisaría del Gobierno Civil, a menos de quinientos metros de su domicilio, cuando fue abordado por un terrorista que le disparó un único tiro en la nuca cuando apenas había recorrido unos pocos pasos desde que saliera del portal.

 

El pistolero emprendió entonces la huida caminando en dirección al Parque Amara, hacia el río Urumea, llevando la pistola todavía en la mano durante algunos metros.

 

Según las primeras declaraciones de los testigos oculares otro terrorista le habría estado esperando en un coche robado como siempre en el paseo de Vizcaya, a la altura de la plaza de Álava, para ayudarle durante la fuga.

 

La bala que atravesó la cabeza del inspector jefe rebotó en un lateral del portal de su vivienda, siendo encontrada finalmente en la carretera. También se recogió un casquillo del calibre 9 milímetros parabellum, marca SF.

 

Presentaba un orificio de entrada y otro de salida, ambos en la parte posterior de la cabeza, así como pérdida de masa encefálica.

La ambulancia medicalizada de la Cruz Roja se presentó inmediatamente en el lugar de los hechos y lo trasladó al Hospital de Nuestra Señora de Aránzazu, donde llegó con parada cardiorrespiratoria y en estado de coma.

Fue introducido en el quirófano a las once menos cuarto, tras haberle realizado un escáner.

La intervención duró cerca de tres horas y quedó ingresado en la UCI con pronóstico muy grave. Los médicos responsables de la intervención manifestaron que aunque el herido había resistido bien la operación de limpieza de las esquirlas alojadas en el cráneo, así como la reparación de los vasos sanguíneos cerebrales, su estado no era esperanzador. Quedaría en estado de coma profundo, no saliendo de éste hasta el día de su fallecimiento, casi cuatro meses y medio después del atentado.

 

En 1998 la Audiencia Nacional condenó

A 30 años y cuatro meses de prisión al etarra

   Valentín Lasarte por el asesinato del policía Enrique Nieto Viyella, contemplando los delitos de atentado terrorista y de utilización ilegítima de vehículo de motor.

El tribunal consideró probado que en mayo de 1995 Valentín Lasarte y dos miembros más del grupo Donosti de ETA "realizaron informaciones sobre las costumbres y el recorrido habitual de Nieto, y llegaron a la conclusión de que la mejor manera de llevar a cabo la acción era con una motocicleta".

Según el fallo, Lasarte y los otros terroristas se trasladaron al Hotel Orly de San Sebastián, donde uno de ellos se quedó esperando mientras Valentín Lasarte y el tercer terrorista volvían a la vivienda de Enrique Nieto y se juntaban en el portal, esperando a que éste saliera de su casa. Valentín Lasarte "por la espalda y a corta distancia le disparó una sola vez a la cabeza con la pistola", lo que conllevaría la muerte del policía cuatro meses después de los hechos.

 

En el caso del inspector jefe Enrique Nieto, los datos suministrados por la informadora de ETA no sólo sirvieron para cometer el atentado que acabaría con su vida, sino también para planificar, anteriormente, un primer atentado contra el policía que no pudieron llevar a cabo.

Barrenetxea había recibido instrucción en el manejo de armas en un monte de Navarra, pero finalmente su colaboración con la banda ETA se centraría en recabar información sensible sobre futuros objetivos, gracias a su puesto en el INE, que le permitía tener acceso a datos sobre personas de cualquier parte de España, como por ejemplo DNI, domicilio, formación, puesto de trabajo, etc.

La colaboradora de ETA estaba siendo investigada por la Policía desde que en 1993 fuera desarticulado el grupo Txomin Iturbe.

Por aquel entonces se localizó un piso en Pamplona donde fueron encontradas armas y documentación, así como una carta de Francisco Javier Chimeno Inza en la que mostraba su preocupación por lo que podría suceder si las Fuerzas de Seguridad detuvieran a Aránzazu Barrenetxea, ya que ésta había hecho acopio de una gran cantidad de información que podría desembocar en una gran operación policial si ella era capturada.

   María Aránzazu Barrenetxea acabaría siendo condenada a siete años de prisión por el Tribunal Supremo, por su colaboración con los grupos Donosti y Txomin Iturbe de ETA.

Sin embargo, lo sucedido con Barrenetxea Bereziartúa no es un caso aislado en la historia de cómo ETA ha logrado introducir a miembros y colaboradores en distintos puestos de la Administración a lo largo de su historia.

 

En junio de 1996 se supo que

 

   Rubén Egaña Zumeta, condenado a seis años por colaboración con ETA, había sido contratado por la Delegación del Instituto Nacional de Estadística de Guipúzcoa, para la actualización del Censo.

 

En 1995 la Audiencia Nacional

 

Condenó a

   Alfonso Castro Sarriegui, exmiembro de la Policía Municipal de Rentería, a 18 años de cárcel por su colaboración en el asesinato de Raúl Suárez Fernández.

 

En 2004

 

   Laura Riera fue condenada a 9 años de prisión por su colaboración en atentados como el que le costó la vida al concejal del PP en San Adrián del Besós, José Luis Ruiz Casado.

 

Riera, que trabajaba en la sección de multas del Ayuntamiento de Tarrasa, tenía acceso a los datos sobre los vehículos de las víctimas, a través de la base de datos de la Dirección General de Tráfico.

 

En 1987 la Policía detuvo en Galdácano a dos miembros de ETA acusados de facilitar información a la banda.

 

Se trataba de Félix Santamaría Azaola y Aitor Jugo Álvarez, el primero de los cuales era funcionario de Hacienda para la Diputación Foral mientras que el segundo había trabajado en ese departamento en el pasado.

 

En 1988 fueron detenidos

 

   Asier Elguezabal

 

   Yolanda Aldama, acusados de colaboración con ETA.

 

El matrimonio fue puesto en libertad, pero un documento etarra incautado dos años más tarde demostraba que habían trabajado para ETA suministrándole información.

 

Él era hijo de un alto cargo del Gobierno vasco y ella empleada de la Dirección de Tráfico.

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