Categoría: NO
DEBEMOS OLVIDAR
A las 17:50 del
30 diciembre 1978
44º aniversario
ETA asesinaban a
tiros en Yurre-Vizcaya-país
vasco-españa,
taxista
LISARDO SAMPIL BELMONTE
Mientras esperaba la llegada de algún cliente dentro de
su taxi junto a la puerta del Bar Eguzki en el barrio de Elejalde de la
localidad vizcaína.
Los terroristas
llegaron al lugar de los hechos en un automóvil.
Uno de ellos, con
la cara cubierta por un pasamontañas, se apeó del vehículo y se acercó por
detrás hasta el taxi de Lisardo, conocido en la localidad como El Gallego, que estaba sentado en el asiento del conductor
con la ventanilla bajada.
La víctima no se
percató de la llegada del pistolero que, sin mediar palabra y a través de la
ventanilla, le disparó cuatro tiros a bocajarro.
Aunque testigos
presenciales llamaron a un médico del puesto de la Cruz Roja, que llegó
inmediatamente, no pudo hacerse nada por salvarle la vida.
Lisardo Sampil
había sido alcanzado por dos disparos en la cabeza y tres en el corazón y el
costado, muriendo prácticamente en el acto.
Los tres terroristas, miembros del grupo Kioto
de ETA, emprendieron rápidamente la huida en el vehículo en el que se habían
desplazado hasta Yurre, que habían robado poco antes cuando su propietario los
confundió con autoestopistas y paró el coche para recogerlos.
Como se supo posteriormente, los terroristas
sometieron a vigilancia a su víctima para conocer sus costumbres y decidir la
forma más segura de cometer el asesinato.
Aunque personas que lo conocían habían
descrito a Lisardo Sampil como un hombre de ideología de extrema derecha muy
amigo de miembros de la Guardia Civil, su hijo Javier Sampil, que llegó al
lugar del crimen momentos después del asesinato, afirmó que su padre no estaba
implicado en ningún tipo de actividad política y que jamás había recibido
amenazas.
ETA militar reivindicó el asesinato en un
comunicado enviado a los medios de comunicación el 2 de enero, en el que
también asumían el asesinato de José Luis Vicente Cantón cometido un día
después en Llodio (Álava).
La banda acusaba a Lisardo de ser
"colaborador y confidente de las fuerzas de ocupación de Euskadi" y
"puente entre el pueblo y la Guardia Civil, Policía Armada y Cuerpo
General de Policía". ETA añadía que gracias a esa colaboración se habían
producido muchas detenciones de miembros de la banda en los últimos tiempos.
En 1982 la Audiencia Nacional condenó a
Juan José Larrinaga Echevarría
Ernesto María Alberdi Olano
A sendas penas de 24 años de cárcel por el asesinato
de Lisardo Sampil.
Los terroristas fueron
detenidos en noviembre de 1980 junto a
Juan Antonio Urrutia Aurteneche
Roberto Zabala Zamayoa
Fernando Iraculis Albizu.
Sin embargo, durante
el juicio el fiscal dio por probado que Larrinaga y un etarra
huido fueron los que robaron un vehículo a punta de
pistola en el cruce de la N-240 con la carretera que va a Castillo-Elejabeitia,
dejando a su dueño atado a un árbol.
A continuación
recogieron a Alberdi Olano y fueron a Yurre para asesinar a Lisardo Sampil.
Entre ellos
estaba Miguel
Ángel Aldana Barrena, alias Askatu, que
presuntamente era el tercer autor material del asesinato de Lisardo Sampil.
Minutos antes de las 08:00 del
30 diciembre 1985
37º aniversario
ETA asesinaba en Lasarte-Guipúzcoa-país vasco-españa, al
Ex guardia civil y jefe de vigilancia de la
factoría Michelín de esa localidad
ALEJANDRO SÁENZ SÁNCHEZ
Cuando se dirigía a pie a su trabajo en la que iba a
ser su última jornada laboral tras haberse acogido, con otros noventa y tres
empleados, a la propuesta de jubilación anticipada.
Sus compañeros de la sección de vigilantes le
preparaban un ágape de despedida para pocas horas después.
La víctima, como
hacía habitualmente, iba caminando a su puesto de trabajo desde su domicilio,
que estaba a apenas doscientos metros de la factoría.
Cuando se
encontraba a la altura del estacionamiento de dicha factoría fue interceptado
por dos o tres terroristas, que, tras descender de un taxi robado una hora
antes en la localidad guipuzcoana de Hernani, lo tirotearon a muy corta
distancia.
Alejandro Sáenz
cayó de bruces en la acera con la cabeza destrozada por varios impactos.
El cadáver
permaneció en el lugar del atentado hasta la llegada del juez, pasadas las 9:30
horas de la mañana.
Hacia las 8:30 horas fue liberado en las
proximidades de un desguace de coches situado junto al frontón Galarreta, cerca
de Hernani, Manuel Garayar Otegui, propietario del taxi utilizado por los
pistoleros de la banda en el atentado.
Los terroristas lo habían maniatado a un árbol
con cuerdas de nailon y lo amenazaron de muerte para que no diera aviso a la
Policía hasta una hora después.
"Eran las siete de la mañana y yo estaba
en la parada; se metieron en el taxi y me dijeron que estuviera tranquilo, que
eran de ETA y que necesitaban el coche durante una hora.
Me ordenaron que me dirigiera al frontón de
Galarreta y cerca de allí me dejaron atado a un árbol" contó el taxista
tras su liberación.
Señaló que los terroristas no le mostraron sus
armas en ningún momento, pero que le amenazaron con tomar represalias contra él
en el caso de que no obedeciera puntualmente sus instrucciones.
"Hablaban conmigo en euskera, insistían
en que no me pasaría nada si yo les obedecía en todo.
En realidad yo casi no les vi las caras
porque, cuando llegaron a la parada, estaba oscuro y la calle está mal
iluminada y, además, ellos se cubrían las caras con los periódicos".
A las 09:00 del
30
diciembre 2006
16º aniversario
ETA hizo estallar una furgoneta-bomba en la
terminal 4 (T-4) del aeropuerto de Barajas en Madrid-españa.
Según el auto de procesamiento de noviembre de
2008 la carga explosiva estaba compuesta por ciclonita, también conocida como
exógeno o RDX, que constituye la base de explosivos de uso militar como C-4 o
Semtex.
La potente explosión destrozó prácticamente el
módulo D del aparcamiento y mató a dos inmigrantes ecuatorianos
DIEGO ARMANDO ESTACIO SIVISAPA
CARLOS ALONSO PALATE SAILEMA
Que se
encontraban durmiendo dentro de sus respectivos vehículos esperando la llegada
de familiares al aeropuerto.
Además provocó heridas de diversa
consideración a más de cuarenta personas, entre ellas miembros de las Fuerzas
de Seguridad que trabajaban en el desalojo de la terminal.
Hacía tres años y
siete meses –desde el 30 de mayo de 2003, cuando la banda terrorista ETA
asesinó en Sangüesa (Navarra) a los policías nacionales Julián Embid Luna y
Bonifacio Martín Hernández– que la banda terrorista no había
provocado víctimas mortales, pero sí había cometido atentados con la intención
de causar muertes durante esos años.
La misma tarde en la que Rodríguez Zapatero
pronunciaba esas palabras, el etarra Mattin Sarasola estacionó en el módulo D
del aparcamiento de la T-4 de Barajas una furgoneta-bomba.
Eran las 18:51 horas del 29 de diciembre.
Sin embargo, en la sentencia de la Audiencia
Nacional se señala que Igor Portu, el etarra que efectuó la llamada, avisó de
que la explosión sería a las 9:00 horas.
"No intenten desactivarla, sería un
error", dijo el comunicante, que añadió que la bomba era "muy
potente".
Minutos después, el mismo comunicante llamó al
teléfono de los bomberos de Madrid y al número de emergencias 112 de Guipúzcoa,
repitiendo la misma información.
Los servicios policiales y de emergencia se
pusieron inmediatamente en marcha.
Mientras llegaban a la T-4, el comunicante
hizo una nueva llamada desde una cabina de San Sebastián, posiblemente al creer
que no se le había tomado en serio.
La llamada fue al SOS Deiak de la capital
donostiarra, dependiente del Departamento de Interior vasco.
El terrorista repitió los mismos datos de
lugar, tipo de vehículo y matrícula y que no se intentase desactivar.
Finalmente, la furgoneta-bomba fue localizada
a las 8:45 horas, por lo que las Fuerzas de Seguridad iniciaron el desalojo de
la terminal.
Cuando estaban efectuando dicho desalojo, a
las 8:59 horas estalló el potente artefacto explosivo.
En el aeropuerto madrileño de Barajas se
encontraban en ese momento unas veinte mil personas y, aunque se había
desalojado casi completamente el aparcamiento y casi todas las personas que
estaban en ese momento en el aeropuerto habían sido llevadas a las pistas de
servicio y rodadura, Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate no se
percataron de la orden de desalojo, quedando sepultados dentro de sus
respectivos vehículos bajo la montaña de escombros en la que quedaron convertidos
los cinco pisos del módulo D del aparcamiento de la T-4.
El estallido hirió a dos policías que
participaban en el desalojo y a un taxista que pasaba por la zona, todos de
carácter leve. Varias personas más resultaron heridas por cortes y otras con
afección de tímpanos.
La zona del edificio más próxima a la terminal
se vino abajo en su totalidad.
"Se ha colapsado más del 60% del
edificio, que está prácticamente derruido", declaró el vicepresidente
primero de la Comunidad de Madrid, Ignacio González.
Dentro, entre los forjados caídos de las cinco
plantas, se veían decenas de vehículos aplastados, algunos con las luces de
emergencia y las alarmas sonando.
Poco después de la brutal explosión, una
mujer, Verónica
Arequipa, se acercaba a la Policía para denunciar que su
pareja, Diego
Armando Estacio, había desaparecido.
Diego la había acompañado al aeropuerto a
recoger a unos familiares, pero, dado lo temprano de la hora, había preferido
quedarse dentro del aparcamiento echando una cabezada.
Horas después, otro ecuatoriano denunció que
su amigo Carlos Alonso Palate, que le había
acompañado al aeropuerto, también se había quedado en el aparcamiento mientras
él iba a recoger a su mujer y que, tras la explosión, no contestaba al teléfono
móvil.
Los restos mortales de Carlos Alonso Palate no
fueron recuperados hasta la madrugada del 4 de enero de 2007, mientras que los
de Diego Armando Estacio consiguieron extraerse del estacionamiento de la T-4
dos días después, el 6 de enero.
El atentado de la T-4 se produjo quince días
después del primer encuentro formal entre representantes del Gobierno y de la
banda terrorista ETA en el que, pese a que no se produjeron avances, sí se
llegó a la conclusión de que el proceso de paz seguía vivo.
Era la primera vez en la historia de las
treguas de la banda en la que ETA atentaba sin lanzar antes un comunicado de
ruptura de la misma, por lo que la explosión de la furgoneta-bomba supuso una
sorpresa para el Gobierno y para todas las fuerzas políticas.
Sin embargo, el atentado se produjo tras
varias señales de que la banda se estaba rearmando e iniciando una escalada de
violencia a través de numerosos actos de terrorismo callejero.
El 24 de octubre se había producido el robo de
350 pistolas en una armería de Vauvert (cerca de Nimes), y el 23 de diciembre
se produjo el hallazgo de un zulo en construcción en Amorebieta, con 50 kilos
de material para fabricar explosivos y varios detonadores.
A todas estas circunstancias se refirió el
ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, el primero en comparecer en
rueda de prensa.
El titular de Interior reconoció que su
departamento "no tenía ningún indicio del atentado" y que tras el
atentado, el proceso de paz quedaba "suspendido".
No obstante, y haciendo una rápida
autocrítica, el ministro reconoció que era un error conceder que la actuación
de ETA pudiese responder a pautas racionales.
Recalcó que "nadie podrá lograr nunca
nada con la violencia" y que "el atentado muestra la incapacidad de
sus autores de vivir en paz y en libertad", para terminar afirmando que
los autores del atentado serán "identificados, apresados y puestos a
disposición judicial, como ha sucedido siempre".
Aunque el lapsus fue corregido inmediatamente,
era la segunda vez que se refería a los atentados terroristas como "accidentes".
La primera fue el 29 de
diciembre, la víspera del atentado, cuando, en respuesta a la
pregunta de un periodista, habló de "accidentes mortales" en
lugar de "atentados mortales".
La oferta de alto el fuego se rompió
oficialmente por parte de ETA el 5 de junio de 2007, seis meses después del
atentado de la T-4. En su comunicado al diario Berria la banda terrorista
declaraba el fin del "alto el fuego permanente" y advertía de que
quedaban "abiertos todos los frentes".
Entre enero y
febrero de 2008 fue desarticulado el grupo Elurra de ETA
responsable del atentado de la terminal 4 de Barajas.
El 6 de enero
fueron detenidos por la Guardia Civil en Guipúzcoa Igor Portu Juanena y Mattin
Sarasola Yarzabal.
Poco después, el
15 de febrero, fueron detenidos en San Juan de Luz (Francia) Mikel San
Sebastián Gaztelumendi, alias Pottoko,
y Joseba Iturbide Otxoteko, alias Makara.
Los dos primeros denunciaron torturas de la Guardia
Civil durante su detención.
En 2008 la Audiencia de Guipúzcoa condenó a cuatro guardias civiles
implicados en los hechos que, sin embargo, fueron absueltos en noviembre de
2011 por el Tribunal Supremo.
Previamente, en
febrero de 2009 la juez francesa Le Vert remitió a España una carta incautada
al exjefe de ETA, Garikoitz Azpiazu , alias Txeroki, en la que
reconocía que la denuncia de torturas por parte de Igor Portu era falsa.
En noviembre 2008 el juez de la Audiencia
Nacional, Santiago Pedraz, decretó la puesta en libertad de Joseba
Iturbide por no constar "que el mismo interviniera en
la planificación y ejecución del atentado" de la T-4.
En mayo de 2010 se celebró en la Audiencia
Nacional el juicio contra Igor Portu, Mattin Sarasola y Mikel San Sebastián
como autores materiales del atentado que costó la vida a Estacio Sivisapa y
Palate Sailema.
La Fiscalía solicitó un total de 900 años de
cárcel para cada uno de ellos, acusados de dos delitos de asesinato, cuarenta y
uno en grado de tentativa y uno de estragos.
Durante el mismo declaró el dueño de la
furgoneta utilizada por los terroristas para colocar los explosivos, que
permaneció secuestrado desde el 27 de diciembre y hasta dos horas después del
atentado.
Según el testigo, durante esos tres días
estuvo esposado y encapuchado dentro del maletero de otro vehículo, que hizo
caso a todo lo que le dijeron, porque "estaba aterrado", que sólo uno
de los terroristas le hablaba, y que entre ellos se comunicaban con silbidos.
Según el juez
instructor, Santiago Pedraz, en el atentado participaron también Garikoitz
Azpiazu, Txeroki, que fue quien ordenó y preparó el mismo, y Joseba
Aranibar.
Ninguno de los dos
compareció ante la Audiencia Nacional por estar encarcelados en Francia.
En su escrito de
acusación la Fiscalía sostiene que a finales de
septiembre de 2006 Txeroki se
reunió en el monte Auza (Navarra) con Aranibar, San Sebastián, Sarasola y Portu
para encargarles la ejecución del atentado.
El 21 y 22 de
octubre de ese año los tres últimos realizaron dos veces el trayecto entre
Navarra y el aeropuerto de Barajas, para preparar el posterior desplazamiento
de la furgoneta-bomba.
La noche del 27 de
diciembre los terroristas abordaron en un aparcamiento de Luz-Ardiden, en los
Pirineos franceses, a un ciudadano español dueño de una furgoneta, al que, a
punta de pistola e identificándose como miembros de ETA, sustrajeron
el vehículo.
Aranibar fue quien montó el explosivo en la
furgoneta y la entregó la mañana del día
A unos
Antes de entrar a
Barajas, Sarasola se colocó una peluca, una gorra y una máscara protectora de
pintor para dificultar su identificación.
Sobre las 19:00
horas, el etarra entró en el aparcamiento D de la terminal y estacionó la
furgoneta en la plaza 307 de la segunda planta, con la bomba programada para
explotar a las 9:00 horas del día siguiente.
Tras dejar la
mortífera carga en el aparcamiento, los tres etarras volvieron juntos a Lesaca
(Navarra).
Por
sentencia de la Audiencia Nacional de 21 de mayo de 2010
Portu
Sarasola
San
Sebastián
Fueron condenados a penas de más de 1.000 años de cárcel cada uno de ellos, que resultan de sumar 30 años por cada uno de los dos delitos de asesinato terrorista consumado, 20 años por delitos de estragos y 19 años, 11 meses y 29 días por cada uno de los 48 delitos de asesinato terrorista en grado de tentativa
No hay comentarios:
Publicar un comentario