CATEGORÍA: no debemos
olvidar
A las 8:30
del
23
febrero 1979
43º ANIVERSARIO
ETA, armados con metralletas, asesinaban al
guardia civil
BENITO ARROYO GUTIÉRREZ
Cuando se desplazaba en su automóvil particular desde
su residencia de Icíar al cuartel de la Guardia Civil en Deba-Guipúzcoa-PAÍS VASCO-ESPAÑA, en el que
trabajaba desde hacía más de veinte años.
Los terroristas esperaban a su víctima en el
stop que marca la confluencia de la carretera que baja de Icíar con la que une
Bilbao con San Sebastián.
Estaban escondidos en el recodo de la curva,
cuando divisaron el automóvil del guardia civil, un mini de color rojo.
En ese momento saltaron a la carretera y, a
una distancia no superior a diez metros, vaciaron los cargadores de sus armas
contra él.
Benito Arroyo perdió la vida en el acto al
impactar en su cuerpo dos de las catorce balas disparadas, que le alcanzaron el
tórax y la cabeza.
El vehículo en el que se desplazaba presentaba doce
impactos de bala y la Policía confirmó que los casquillos encontrados en el
lugar del suceso eran del calibre
Una vez logrado su objetivo, los asesinos
recorrieron rápidamente los cincuenta metros que les separaban de su automóvil,
un Seat 124, en el que esperaba al volante una tercera persona.
La realidad es que Benito estaba destinado en la
Intervención de Armas y se encargaba de tareas administrativas, como
tramitar los permisos de los cazadores para la tenencia de escopetas.
23 febrero 1984
38º aniversario
Era asesinado
en la puerta de su domicilio en San Sebastián-país
vasco-españa
secretario de organización
del PSE-PSOE, candidato número uno por Guipúzcoa en las elecciones autonómicas
y miembro de la Junta de Seguridad de la Comunidad Autónoma Vasca.
ENRIQUE CASAS VILA
El atentado se produjo en torno a las 14:50 horas.
Dos individuos llamaron a la puerta del domicilio
del dirigente socialista, en la Alameda de la Alondra del barrio de Bidebieta
2.
El senador, en un primer momento, se negó a abrir la
puerta a los dos jóvenes.
Pero estos insistieron en que eran obreros de la
canalización que se estaba haciendo al lado del edificio y solicitaban que el
senador sacara el coche del garaje, pues iban a abrir una zanja por delante.
Nada más abrir, los dos terroristas descargaron sus
armas contra Enrique, que retrocedió para intentar ponerse a salvo, pero uno de
ellos lo siguió hasta el interior de la vivienda.
El senador llegó a gritarles "asesinos y
cobardes", antes de caer mortalmente herido en una de las habitaciones del
domicilio.
Tenía seis impactos de bala, cuatro de ellos en el
tórax, uno en el cuello y otro en el rostro.
En ese momento se encontraban en la vivienda, además
de Enrique Casas, dos de sus hijos: el mayor, Richard, de 17 años de edad, que
estudiaba COU, y el más pequeño, de ocho meses, así como la mujer que cuidaba
del niño.
El servicio policial de protección de que disponía
el senador Casas para sus desplazamientos no se encontraba en el lugar del
crimen.
Al parecer tenían órdenes de acudir a su domicilio
pocos minutos antes de que fuera a salir a la calle.
El asesinato, primero del que era víctima un
parlamentario vasco y hombre clave del Partido Socialista en el País
Vasco, conmocionó extraordinariamente a la población y a la clase política, y los
actos electorales previstos para ese día, incluidos los de Herri Batasuna,
fueron inmediatamente suspendidos.
También hubo acuerdo en suspender lo que quedaba de
campaña electoral, y en el palacio presidencial de Ajuria Enea ondearon la
bandera española y la ikurriña a media asta.
Iñaki Esnaola, abogado y parlamentario de Herri
Batasuna, manifestó que el atentado le horrorizaba en la medida en que la
víctima era una persona política que desempeñaba una labor política.
"Ahora", dijo Esnaola, "el GAL tiene
la excusa para colocarnos en su punto de mira".
"Este atentado", añadió, "puede
efectivamente llevar a un enfrentamiento civil".
Esnaola especuló con la posibilidad de que el
atentado fuera reivindicado "por alguna sigla extraña, tras la que se
ocultaría una trama negra", o bien por los Comandos Autónomos
Anticapitalistas, de los que dijo "no aceptan la participación y están
dispuestos a desestabilizar cualquier tipo de sistema".
Esnaola descartó a ETA militar como autora del
asesinato, "porque eso supondría un salto cualitativo inmenso".
En un ambiente de extraordinaria emotividad el
cuerpo de Enrique Casas llegó a las 20:45 horas a la Casa del Pueblo, donde se
instaló la capilla ardiente por deseo expreso de las bases socialistas.
Allí esperaban varios centenares de militantes
socialistas, muchos de los cuales no pudieron contener las lágrimas ante la
presencia del cadáver.
El funeral se celebró el 24 de febrero a la
una de la tarde en la Iglesia de Santa María, en San Sebastián, y el entierro
se llevó a cabo a las cinco de la tarde en el cementerio donostiarra de Polloe.
Hacia las 12:30 horas era sacado de la Casa
del Pueblo el féretro con los restos mortales del senador asesinado, que fue
recibido con aplausos y gritos unánimes de "Viva el socialismo",
"ETA, asesina" y "ETA, traidores, matáis trabajadores", que
se mezclaron con otros aislados, llenos de rabia, como "Muerte a los
asesinos".
Tras un coche fúnebre con las coronas de
flores, se situaron los militantes del PSOE y UGT que portaban a hombros el
ataúd con los restos de Casas, envuelto con la bandera española, la ikurriña y
las de UGT y el PSOE.
A continuación marchaban dos coches con los
familiares y los vehículos que ocupaban Felipe González, Alfonso Guerra y los
demás dirigentes del partido. Detrás se constituyó lo que puede
considerarse una de las más importantes manifestaciones conocidas en San
Sebastiánpues eran miles las personas que componían la comitiva y las situadas
a lo largo de todo el trayecto. Todos los carteles electorales de Herri
Batasuna colocados en las paredes de los edificios situados a lo largo del
trayecto aparecían con enormes manchas de pintura roja-sangre, hechas por
militantes socialistas.
El acto religioso fue concelabrado por siete
sacerdotes.
El párroco de la basílica manifestó en su
homilía que todas las palabras y las protestas están dichas y hechas, pero
todavía no se ha inventado la palabra para calificar el asesinato de Casas.
"Hay demasiada sangre de Caín entre nosotros", afirmó.
A las cinco de la tarde tuvo lugar el entierro
y compañeros del senador asesinado, entre ellos Txiqui Benegas, llevaron a
hombros el ataúd hasta el panteón familiar.
El mismo día del atentado, en llamadas a varios
medios de información vascos, el grupo Mendeku (Venganza) y los Comandos
Autónomos Anticapitalistas reivindicaron el asesinato, mientras ETA militar
desmentía su participación en el mismo.
Algunos opinan que la larga relación de acciones
reivindicadas por los Comandos Autónomos no se sujetaba a ninguna línea de
actuación concreta y era indiscriminada, mientras desde otros sectores se
apunta a que hacían el trabajo sucio que ETA no era capaz de reivindicar
públicamente.
Tras el asesinato de Casas, las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado iniciaron una intensa actividad de caza y
captura de los asesinos, que se saldó un mes después con las detenciones de
Rosa María Jimeno, empleada del Ayuntamiento de Orio, y de José Luis Merino
Quijano.
Este último era el único superviviente del tiroteo
que se produjo el 22 de marzo de 1984 en Pasajes de San Juan, en el curso del
cual fallecieron Dionisio Aizpurúa, Isidro Izura, Rafael Delas y Pedro Isart.
Merino Quijano fue condenado a 29 años de prisión por sentencia de la Audiencia Nacional de 1985, como uno de los dos terroristas que acabaron con la vida del senado
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