El
fenómeno de la persecución
religiosa durante la guerra civil española a los miembros de
la Iglesia católica que se enmarca en el
contexto histórico de la guerra civil española comprende a miles de
personas, religiosos y laicos que forman parte del conjunto de víctimas de la Guerra Civil,
e incluye también la destrucción de patrimonio artístico religioso y
documental. Entre estas personas se encontraron numerosos religiosos
pertenecientes al clero secular, órdenes, congregaciones y distintas
organizaciones dependientes de la Iglesia católica española que
sufrieron actos de violencia que culminaron en miles de asesinatos, alcanzando
las dimensiones de un fenómeno de persecución en las áreas de control
nominal republicano principal, aunque no
únicamente, durante los primeros meses del conflicto armado y de la revolución social que tuvo lugar en
dicha zona.
En la zona
bajo control de las fuerzas sublevadas existieron también episodios, aunque en
un número muchísimo menor y en momentos puntuales, hacia religiosos (católicos
o de otras confesiones).
Esta
violencia no solo se manifestó en contra de los derechos fundamentales de miles
de personas, muchas de las cuales fueron asesinadas —algunas, incluso, tras
sufrir tortura—,
sino que también se ejerció de manera sistemática contra aquellos bienes y
objetos considerados símbolos de la religiosidad, dañando o destruyendo gran
parte del patrimonio arquitectónico, artístico y documental.
La
interpretación del origen y motivaciones generales de estos hechos, así como de
las circunstancias de algunos de ellos, en particular en lo que respecta a su
consideración desde la dimensión política y religiosa, pero también sobre su
terminología, la actitud de la Iglesia y sus consecuencias en el desarrollo de
la contienda y la posterior represión del régimen franquista, son todavía
objeto de fuerte controversia entre los especialistas.
Citado
como referencia en numerosas otras obras, un detallado estudio publicado
en 1961 por Antonio Montero Moreno,
un total de 6832 víctimas religiosas asesinadas en el territorio
republicano, de las cuales:
13 obispos
4184 sacerdotes seculares
2365 religiosos
283 religiosas
La Iglesia católica, considerando que muchas de
estas víctimas lo fueron como consecuencia de su fe, las definió como mártires.
Esta
denominación de carácter religioso fue también adoptada por la propaganda
del bando sublevado y posteriormente, por la
dictadura franquista, haciéndola extensiva a todas las víctimas afines a su
causa, quienes fueron llamadas «mártires de la Cruzada»
o «mártires de la Guerra Civil».
Aunque
reclamado por el régimen franquista y a pesar de su estrecha relación con la
Iglesia católica, no fue hasta después de la Transición Española, que la Santa Sede,
durante el papado de san Juan Pablo II y
tras la modificación en 1983 del Normae servandae in inquisitionibus ab
episcopis faciendis in causis sanctorum el Código de Derecho Canónico aplicable y
vigente hasta entonces, que establecía un plazo mínimo de cincuenta años antes
de presentar los procesos en Roma,
impulsó numerosas causas de beatificación y canonización,
generando un polémico debate entre distintos sectores de la sociedad española,
que desembocaron a partir de 1987 en
las primeras ceremonias.
En el
contexto de la controvertida iniciativa del Gobierno español presidido por José Luis Rodríguez Zapatero sobre
la Ley de Memoria Histórica y
a pesar de las críticas recibidas, la Santa Sede,
prosiguiendo con las causas de beatificación que
comenzaron a abrirse más de veinte años antes, llevó a cabo una masiva
ceremonia de declaración de beatos mártires en
otoño de 2007.
Categoría: RECUERDO
RELIGIÓN
Católica
ASESINADOS EN 1936 EN ESPAÑA A
CAUSA DE SU
FE 86º ANIVERSARIO
DE LA
PERSECUCIÓN RELIGUOSA EN
ESPAÑA
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