Categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR
sobre
las 08:00 del
19
diciembre 1978
44º
aniversario
ETA asesinaban en Guecho-Vizcaya-PAÍS VASCO-ESPAÑA, al
Delineante
JOAQUÍN MARÍA AZAOLA MARTÍNEZ
Disparándole
tres tiros a bocajarro en la puerta de su garaje, en presencia de dos
compañeros de trabajo.
Joaquín María Azaola había pertenecido, años
atrás, a la propia ETA, habiendo participado en la planificación de la
Operación Pesca, en la que ETA pretendía secuestrar al entonces príncipe Juan
Carlos junto con otros miembros de la Familia Real.
En el momento de su asesinato, la víctima se había
acogido a la amnistía y se había desvinculado completamente de la banda
terrorista.
Pasadas
las 7:30 horas Joaquín María abandonó su vivienda, situada en el número 15 de la
calle Hispanidad, en el barrio de Algorta de la vizcaína localidad de Guecho y
se encaminó a la calle Areneazpi, donde se encontraba su garaje.
Allí se
reunía cada día a la misma hora con dos compañeros, Gonzalo Olano Gorbea y
Vicente Lorenzo Chasco, para acudir juntos a la empresa en la que trabajaban,
Mecánica de la Peña de Urduliz.
Como
cada día, se dirigían en el coche de Gonzalo Olano, un Seat 124 blanco,
hasta la empresa donde Joaquín María Azaola desempeñaba el puesto de delineante
proyectista.
Cuando
Azaola llegó al garaje se reunió con Gonzalo y juntos entraron en el mismo.
En ese
momento, 2 jóvenes armados con pistolas se acercaron a ellos diciéndoles que no
tuvieran miedo, ya que únicamente querían el coche.
Uno de
ellos encañonó a Gonzalo mientras el segundo terrorista montó en el vehículo y
se colocó al volante.
Los
terroristas llevaban la cara descubierta, pero la falta de luz impedía que los
testigos pudieran verles con claridad.
Vicente
Lorenzo llegó después de que el segundo etarra hubiese subido al vehículo y
rápidamente sintió cómo un tercer terrorista, que se había quedado vigilando,
le ponía una pistola en la nuca.
El que
había montado en el coche lo puso en marcha y, en ese momento, uno de los que
apuntaban a los tres compañeros, a unos tres metros de distancia de Azaola, le
descerrajó tres tiros con su pistola, alcanzándole en el vientre y el pecho.
Las dos
balas que impactaron en su pecho lo atravesaron, incrustándose en una columna
del garaje, pero la tercera quedó alojada en su cuerpo.
Los
asesinos gritaron “Gora Euskadi Askatuta” (País Vasco libre) y se dieron a la
fuga en el coche de Gonzalo Olano.
El
propietario del vehículo se dirigió hasta el puesto de Policía Municipal más
cercano y regresó al lugar del atentado junto con varios agentes. Joaquín María
Azaola fue trasladado en una ambulancia del Cuerpo de Socorro de Guecho al
Hospital Civil de Basurto, donde falleció poco después.
Alrededor
de las 12:00 horas el vehículo robado por los etarras y utilizado en la huida
fue encontrado junto a la parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes, en la
calle Barria de Las Arenas, en Guecho.
El coche
tenía las puertas abiertas y la llave de contacto puesta.
Tras
realizar la inspección pertinente y sin encontrar nada anormal, la Policía se
lo devolvió a su propietario.
Joaquín
María Azaola se había exiliado por primera vez en Francia en 1947, huyendo del
franquismo, permaneciendo en el país vecino durante tres años.
En 1957
volvería a exiliarse, esta vez durante nueve años, hasta 1966, debido a sus
actividades nacionalistas.
Tras su
segundo regreso al País Vasco, Azaola ingresó en las filas de ETA, lo que le
llevó a pasar nueve meses en prisión por su implicación en el secuestro del
industrial Lorenzo Zabala en 1972.
Poco
después de salir de prisión, en el primer trimestre de 1973, Joaquín María
Azaola, conocido en las filas de ETA como Jokin, se exiliaba por tercera y
última vez, recalando en el País Vasco francés.
El 15 de
diciembre de 1977 Joaquín María Azaola Martínez regresaba a España con un
pasaporte nuevo, tras acogerse a la amnistía política y laboral que le
permitiría reintegrarse a su antiguo puesto como delineante en la empresa
Mecánica de la Peña.
Sin
embargo, las causas de su muerte muy probablemente
se encontraban precisamente en esa etapa que Azaola creía enterrada.
A su
regreso del último exilio en Francia, en 1977, Joaquín María Azaola, bajo el
seudónimo de Odei Erreka,
había publicado un libro titulado Los
elegidos de Euskadi.
Un atentado al futuro.
En la
obra, el exmiembro de ETA detallaba con pelos y señales un plan, conocido como
'Operación Pesca', que la banda había diseñado en 1974 para secuestrar en
Mónaco al entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, junto con
otros miembros de la Familia Real.
También
contaba cómo fue él, personalmente, quien facilitó a las autoridades y a las
Fuerzas de Seguridad los datos necesarios para abortar el secuestro.
Poco
después, en mayo de 1978, Jokin relataba
todos los pormenores de la historia en las páginas del semanario Interviú.
Tal y
como lo explicó Joaquín María Azaola en el artículo de Interviú, la 'Operación Pesca' tenía como finalidad el
secuestro de varios miembros de la casa real, entre los que estaban el conde de
Barcelona, don Juan de Borbón; su hijo don Juan Carlos, Príncipe de España; la
esposa de éste, doña Sofía; sus tres hijos, Felipe, Elena y Cristina; don
Alfonso de Borbón y Dampierre, duque de Cádiz y la esposa de éste, Carmen
Martínez Bordiú.
La idea
de la banda era pedir, a cambio de la libertad de los secuestrados, entre 200 y
300 millones de pesetas y la liberación de un centenar de presos.
Entre los
etarras que participarían en la planificación y la ejecución del atentado
estaban, entre otros
Domingo Txomin Iturbe Abasolo
Isidro María Garalde, alias Mamarru
Miguel Ángel Apalategui Ayerbe, alias Apala
José Luis Arrieta, alias Azkoiti
José María Arruebarrena Esnaola, alias Tanke
José Antonio Garmendia Artola, alias El Tupa
Jesús María Muñoa Galarraga, alias Txaflis.
El plan de
la banda consistiría en que un grupo de etarras abordaría en alta mar el yate
de la Familia Real, otro los recogería en la orilla y los trasladaría a una
cárcel del pueblo construida en Niza.
Allí, un
tercer grupo se haría cargo del resto de la operación.
Para
llevarlo a cabo, los terroristas pretendían alquilar un yate de gran potencia,
el Stolvezen.
El papel
de Joaquín María Azaola era presentarse como secretario de un profesor belga,
con documentación falsa a nombre de “Van Pout”.
Pero
Azaola, Jokin, estaba
convencido de que Franco no cedería al chantaje, con lo que el único desenlace
posible sería el asesinato de los rehenes.
Sus dudas sobre
la utilidad de la operación fueron aumentando. Así, aprovechando
un viaje a Bayona para formalizar la renovación de sus papeles de exiliado,
acudió al cónsul español y le hizo entrega de un sobre cerrado dirigido al
comisario general de investigaciones de la Dirección General de
Seguridad, José Sáinz.
Ese
primer contacto escrito dio pie a otros personales, en los que Azaola le contó
a Sáinz los detalles de la operación para que abortara la acción terrorista.
Sáinz,
que había sido jefe superior de la Policía de Bilbao, puso
los hechos en conocimiento del entonces príncipe Juan Carlos y prometió a
Azaola que no se detendría a ninguno de sus compañeros en ETA ni se les
imputaría, en el futuro, ningún cargo por la participación en el intento de
secuestro.
Además,
Azaola decidió informar al presidente del Gobierno vasco en el exilio, Jesús María
Leizaola, que le pidió que obrara “en conciencia”.
Como
resultado de la colaboración de Jokin con
la Policía, la Familia Real no acudió a Mónaco, frustrándose así el intento de
secuestro. El conde de Barcelona, que no recibió la información a tiempo, se
desplazó con su yate “Giralda” hasta Cannes, donde fue informado por el
comisario Roberto Conesa, tras lo cual fue llevado de
nuevo a España en un avión Mystère.
Tras
darse por cancelada la operación, los miembros de ETA de los tres grupos que se
habían organizado regresaron desde Niza y Cannes a sus respectivos puntos de
origen en el País Vasco francés. En las páginas de Interviú, Jokin explicaba
por qué decidió sabotear la operación terrorista:
Yo estaba seguro de que Franco no iba
a ceder y que hubiéramos tenido que matarlos a todos; una
vez comenzada la acción no podíamos echarnos atrás. ¿Qué hubiera ocurrido?
Pues se cortaba toda posibilidad de evolución
hacia la democracia, hubiera habido un cambio radical a la derecha
y una represión horrible contra el pueblo vasco.
Si nuestro objetivo hubiera sido Franco, como al
principio pensé, no habría dudado, pero Juan Carlos...
Contando aquellos hechos yo sólo pretendo que el
Rey sepa que no fue secuestrado, que debe a un vasco probablemente la
vida y que toda una serie de señores
policías que se apuntaron el tanto nada hubieran podido
hacer por su cuenta […]
No pedí dinero ni nada a cambio, y mis condiciones
–que no se detuviera a nadie y nunca se les achacara su participación en la
acción– fueron cumplidas por José Sáinz. […]
Yo no sé lo que pensará la gente, pero yo he vivido
muchas noches sin dormir dándole vueltas a mi actuación.
En las Navidades de 1974 pude hablar con Jesús
María Leizaola, presidente del Gobierno vasco en el exilio, en San Juan de Luz.
Sin entrar mucho en detalles le conté las cosas y
le pedí su opinión.
Sólo me contestó: "No te preocupes, has hecho muy bien".
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