ETA
BANDA ASESINA
Pasadas las 22:30 del
7
agosto 1991
32º aniversario
El etarra
Juan Ramón Rojo González, encapuchado y armado con un subfusil, asesinaba a
tiros en Irán-Guipúzcoa-país
vasco-españa, a
FRANCISCO GIL MENDOZA
Mientras
su hermano Alfredo, que se encontraba con él en la plaza de Urdanibia de
la localidad guipuzcoana, consiguió huir antes de que lo asesinaran.
Esa noche los hermanos se encontraban sentados
en un banco de la plaza cuando advirtieron la presencia de un encapuchado que,
mientras se dirigía hacia ellos, sacó un subfusil que llevaba escondido debajo
del jersey.
Los dos jóvenes empezaron a correr, momento en
el que Rojo González, desde una distancia aproximada de treinta metros, lanzó
una ráfaga de disparos, alcanzando a Francisco en la cabeza y en la espalda.
Francisco Gil pudo
andar todavía unos metros hasta que, gravemente herido, cayó desplomado.
Antes, un grupo de
proetarras se negó a socorrer al joven herido, cuando su hermano,
desesperado, entró en el Bar Deportivo, situado en la misma plaza, pidiendo
ayuda a los dueños y clientes del establecimiento.
Los encargados del
bar, frecuentado por simpatizantes de Herri Batasuna, subieron el
volumen de la música y una de las camareras arrojó un vaso contra Alfredo que
arremetió contra el equipo de música
Desde mayo de 1980 ETA abrazó la causa de la lucha
contra supuestos traficantes de drogas, cometiendo auténticos
disparates, pues en la mayoría de los casos o los asesinados no tenían nada que
ver con el tráfico de drogas, o simplemente eran consumidores que trapicheaban
con pequeñas cantidades sólo para conseguir la dosis que necesitaban para su
propio consumo.
Este es el caso de Francisco Gil que, al igual
que su hermano Alfredo, era consumidor de droga, pero que en ningún
caso era un narcotraficante, que es de lo que les acusaba la
banda asesina.
Según fuentes de la Policía Municipal de Irún
habían sido detenidos alguna vez por traficar con drogas a pequeña escala.
Apenas quince días
antes de que ETA iniciase en 1980 su campaña de asesinatos para acabar
supuestamente con el narcotráfico, la Mesa Nacional de Herri
Batasuna había hecho pública una declaración en la que
afirmaba que la heroína se estaba introduciendo de forma masiva en el País
Vasco con clara intencionalidad política.
El objetivo era,
según HB, apartar a los jóvenes vascos de cualquier otro tipo de intereses y
preocupaciones, como los sociales, políticos, culturales etc.
Una campaña
parecida, pero contra las discotecas, la había iniciado ETA
con ese mismo tipo de argumentaciones -"destrozar a nuestro pueblo,
enajenarlo", conducirlo "a un mundo falso"- en 1972 afirmando,
además, que la Policía estaba muy interesada en el mantenimiento de las salas de
fiesta e, incluso, que las financiaban
A lo largo de su historia, la banda terrorista
ETA ha fagocitado causas que, a priori, podían contar con el apoyo de parte de
la sociedad, como la causa ecologista o la supuesta lucha contra las drogas.
Sin embargo, la familia de
Francisco Gil, a diferencia de lo que ocurrió en otros casos, no quiso callarse,
y dio la cara por el joven que, sí, era consumidor de drogas, pero no era un
narcotraficante.
En una carta a varios medios de comunicación
decían: "Es posible, casi seguro, que trapicheara con algunas dosis para
conseguir las pesetas suficientes para su autoconsumo" pero "no era un
narcotraficante.
No hacía dinero con la droga, ni tenía bienes
ni un gran tren de vida (...)
No entendemos por qué nos lo han matado, pero
sí sabemos que su muerte no servirá para nada, que los
drogadictos no dejarán la droga porque hayan matado a uno de ellos, ni los que
realmente trafican y hacen dinero con la desgracia ajena van a pararse por eso
(...)
El asesinato de Francisco Gil Mendoza fue
cometido por miembros del grupo Irún de ETA (Juan Ramón Rojo González, Iñaki
Recarte Ibarra y José Ramón Goñi Ruiz), grupo ‘legal’ de la banda de apoyo al
grupo Iparhaizea de ETA que actuaba en la comarca de Irún.
Las Fuerzas de Seguridad consideran que los
tres no sólo asesinaron al joven, sino que robaron armas en un cuartel y
colocaron explosivos en un bar de Irún y bajo el vehículo de un vecino de
Fuenterrabía.
Juan Ramón Rojo
González fue detenido por la Guardia Civil en enero de 1992 en Basauri (Vizcaya)
junto a Pedro Urra Guridi.
Desde un primer
momento, el etarra exculpó a José Ramón Goñi Ruiz, hijo del ex
gobernador civil de Guipúzcoa José Ramón Goñi Tirapu, del
asesinato de Gil Mendoza.
Por su parte,
Iñaki Recarte, detenido un año después del crimen, confesó que se había
jugado a cara o cruz con Rojo González quién de los dos perpetraba el asesinato de
los hermanos Gil Mendoza.
Finalmente fue
Rojo el que disparó.
De Goñi Ruiz no se
sabe nada desde 1992, cuando se dio a la fuga tras las detenciones de Rojo
González y Recarte Ibarra.
Pasó a la
clandestinidad y está en paradero desconocido
En
1996 la Audiencia Nacional condenó a sendas penas de 30 años de prisión mayor a
Juan
Ramón Rojo González
Iñaki
Recarte Ibarra por el asesinato de Francisco Gil. En la sentencia se recoge el
motivo por el que decidieron matarlo: "como entre los objetivos de ETA
figuraba eliminar corporalmente a dicha clase de traficantes, los procesados
decidieron dar muerte a los hermanos Gil".
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