Literatura infantil y juvenil es la
literatura escrita dirigida lectores no adultos, niños de cualquier edad, de prelectores
a adolescentes.
Como su mismo
nombre indica, se subdivide en literatura infantil y literatura juvenil.
Aunque este
último concepto de literatura juvenil se utiliza y analiza con menor
frecuencia, se trata de grupos de edad diferenciados, a los que se ofrecen
temas, estilos, formas narrativas y puntos de vista diferentes.
En los estudios
académicos y la red en español el conjunto se designa habitualmente con la
abreviatura LIJ (por ejemplo en la revista CLIJ).
''En la Edad Media y
el Renacimiento, el acceso a los libros era muy limitado, y
aquellos que podían llegar a los niños más afortunados tienen poco que ver con
lo que hoy entendemos por libro infantil.
Se trataban de abecedarios, silabarios, catones (estos
contenían frases completas) y bestiarios.
Lejos de relatar historias de aventuras, incluían lecciones morales que reflejaban
las creencias religiosas de la época.
Con la llegada y popularización de la imprenta, fueron
editándose historias para niños hasta entonces difundidas mediante la tradición
oral.
Junto con la traducción de las
Fábulas de Esopo
Alcanzó gran popularidad en España el
Fabulario de Sebastián Mey (1613)
En el que reunió 57
fábulas y cuentos que concluyen con una lección moral.
Mención aparte merecen Charles Perrault y sus
Cuentos de antaño (1697).
Entre las leyendas célticas y los relatos populares
franceses e italianos que recopiló, encontramos clásicos como
La Cenicienta
El gato con botas
Caperucita Roja
Pulgarcito.
Conforme aparecieron novelas ligeras de aventuras, la atención por la lectura infantil
fue en aumento.
Dos ejemplos clásicos son
Robinson Crusoe (1719)
Los viajes de Gulliver (1726)
Ambas escritas para adultos pero recomendadas con el paso
del tiempo también para niños.
Superada la faceta exclusívamente didáctica de los libros
infantiles, fue tomando forma la idea
de que el niño no es un adulto en miniatura, sino que tiene una
concepción diferente del mundo y la lectura, a la que había que adaptarse.
A principios del siglo XIX, la corriente del romanticismo propició
el auge de la fantasía.
De esta época datan dos iconos de la literatura infantil, de
gran talento literario.
Por un lado, los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm que,
desde
Blancanieves
Hasta
La bella durmiente
Popularizaron muchos de los personajes más famosos hoy en
día gracias a sus
Cuentos para la infancia y el
hogar (1812-1815).
No fue menos trascendente la aportación de Hans Christian
Andersen,
Cuentos para niños (1835)
Caracterizada por su sensibilidad a la hora de esculpir a
personajes tan dispares como
La sirenita
El patito feo.
La editorial Saturnino Calleja,
creada en 1876, fue la que divulgó las mejores piezas de literatura infantil en
España gracias a los denominados
“Cuentos de Calleja“
Que contaban con la colaboración de los mejores ilustradores
de la época.
Si diversos escritores decimonónicos como Oscar Wilde, Mark Twain, Rudyard Kipling, Robert Louis Stevenson, Jules Verne y E.T.A. Hoffmann ya
coquetearon con el género, sería en el siglo XX cuando la literatura infantil
adquiriría su completa autonomía y
madurez.
La psicología y los intereses del niño serían tenidos en
cuenta para trazar personajes y
tramas mucho más elaboradas, que evolucionan a lo largo de la historia.
La lista de clásicos infantiles no tendría fin, y podría
estar encabezada por libros tan conocidos como
El principito
Las crónicas de Narnia
Charlie
La fábrica de
chocolate
La historia interminable.
Aventuras todas ellas a años luz de las fábulas del siglo
XVII, pero que quizá no habrían nacido de no ser por aquellas.''
Categoría: DÍA MUNDIAL
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