Secuestro, tortura y
asesinato de Ybarra y tres víctimas más de ETA
22 de Junio de 2011 - 09:10:01 - M.J. Grech
Categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR
22 junio 1977
45º
aniversario
Se encontró
en el Alto de Barazar-Vizcaya-país
vasco-españa el cadáver del
empresario
JAVIER DE YBARRA Y BERGÉ
Secuestrado el 20 de mayo y posiblemente
asesinado 2 o 3 días antes.
La aparición del
cadáver de Ybarra conmocionó a la opinión pública, especialmente en el País
Vasco, y a la clase empresarial y política de la España de la Transición.
También supuso un
terremoto en el mundo proetarra y en ETA político-militar.
Algunos de sus
referentes, como Mario Onaindía, se habían opuesto
radicalmente tanto al secuestro como al asesinato de Ybarra.
El asesinato de
Ybarra fue "un golpe maestro de ETA" porque era "el ideólogo, el
intelectual de Neguri". "Le secuestran y le asesinan por ser la
cabeza pensante" (Mario Onaindía, Testamento Vasco 2004).
El cadáver de Ybarra presentaba un disparo en la
cabeza, y fue encontrado en el Alto de Barazar.
Tras un largo y cruel encierro a Javier Ybarra
y Bergé lo asesinaron el 22 junio 1977, convirtiéndole en el primer muerto
de la democracia española.
Sus últimas horas debieron ser trágicas.
El entonces comandante Guillermo Ostos de la Guardia Civil, que
participó en la recogida de su cadáver en el Alto de Barazar, recuerda la
escena: ‘El cuerpo, con un tiro en la cabeza, estaba metido dentro de una bolsa
de plástico enganchado a un clavo, con los brazos atados a la espalda, los ojos
vendados’.
Al hacerle la autopsia el doctor Toledo, forense del Hospital de
Basurto, determinó que tenía las paredes intestinales pegadas,
síntoma evidente de que los terroristas casi no le habían dado de comer durante
su confinamiento.
Tenía además el cuerpo llagado, señal inequívoca de que
estuvo todo el tiempo tumbado o metido en un saco sin poder moverse.
Un familiar directo de la víctima, que prefiere
mantenerse en el anonimato, ha contado, como que la autopsia reveló que tenía hierba
en el estómago, indicación clara de que tuvo que alimentarse
con lo que tenía a su alcance en el lugar donde lo tuvieron secuestrado.
Si todos los secuestros son en sí mismos una
tortura para la víctima, en el caso de Javier de Ybarra la banda asesina se ensañó con
el secuestrado y se comportó con especial crueldad.
Todo había empezado
el 20 de mayo de 1977, cuando una célula de los grupos especiales (bereziak) de ETA político-militar secuestraba en su
domicilio de Neguri (Guecho), al industrial y empresario Javier de Ybarra.
Uno de los hijos,
Javier, narró la llegada a la casa familiar, en torno a las 20:30 horas, de
"
4 terroristas" de la banda, "disfrazados de enfermeros y tapándose los
rostros con unas capuchas negras (...)
Una vez dentro de casa, los terroristas comenzaron a sacar las
metralletas de entre las batas de falsos enfermeros con
las que habían venido disfrazados.
Luego le dijeron a Marcelina [la empleada de hogar]: ‘Venimos a por don
Javier. Tú te pones delante de nosotros y nos conduces a él’.
De los 4 terroristas que entraron en casa, uno se quedó abajo, por los
salones, vigilando y curioseando fotos, libros y papeles (...).
Los otros 3 secuestradores marchaban, tras los pasos de Marcelina,
hacia el cuarto de baño de mi padre.
Por el camino, uno de ellos fue entrando en los dormitorios de mis
hermanos solteros: Enrique, Borja, Ana y Cosme (Ramón no había dormido esa
noche en casa), despertándoles a punta de metralleta mientras les decía:
‘Tranquilos, que no pasa nada’.
De todos los dormitorios en los que entraron los secuestradores, el que
les pareció más chocante fue el de nuestro hermano pequeño, Cosme, de 15 años,
que tenía las paredes empapeladas con todo tipo de carteles y banderas, entre
las que destacaban la ikurriña y un póster del Che Guevara.
Al etarra se le escapó la frase de ‘¡Qué cuarto más agradable!’" (Nosotros, los
Ybarra, Javier Ybarra, Tusquets, 2002).
Cuando llegaron al cuarto de baño, llamaron a la
puerta y se identificaron como miembros de ETA, pero Javier pensó que se
trataba de una broma de sus hijos.
El empresario se había
negado a pagar la extorsión económica que la banda le
venía haciendo desde hacía diez años.
"Los etarras le telefoneaban para
recordárselo y amenazarle.
Él les llamaba majaderos y
colgaba", continúa el relato de su hijo Javier.
En una habitación contigua habían recluido a
todos los hijos y al personal de servicio, mientras el empresario se vestía.
Al cabo de un rato le llevaron a la habitación
donde estaban todos.
"En ese instante uno de ellos sacó del
bolsillo una vieja cámara fotográfica y comenzó a disparar fotos".
El que actuaba como jefe le dijo a Javier de
Ybarra que tenían que irse.
Dirigiéndose a sus hijos, dijo: "No os
preocupéis por mí.
Lo más que estos van a poder hacer es pegarme un tiro y, en ese
caso, iré
a reunirme con vuestra madre en el cielo".
Tras llevarse al industrial en un Seat 124
camuflado de ambulancia, otros etarras esposaron a todos los que estaban en la
casa y les taparon la boca para que no pudieran pedir socorro.
5 días más tarde,
los hijos recibieron la primera carta de ETA, fechada el 22 de mayo y firmada
por "el Comando de Intervención Popular Zaharra".
ETA pidió mil millones
de pesetas como rescate "a la
oligarquía de los Ybarra".
En caso contrario,
decía el comunicado, Javier de Ybarra sería "ejecutado", como lo
fue Ángel Berazadi.
La familia se movilizó de inmediato para lograr
el rescate.
El abogado José Ricardo Palacio les puso en
contacto con dos abogados próximos a ETA: Iñaki Esnaola y Juan Daniel
Barandiarán, que aceptaron la mediación "por motivos
humanitarios y profesionales".
Un sobrino de Javier de Ybarra, Pedro de
Ybarra y Güel, que había sido abogado de los etarras encausados
en el Proceso de Burgos (1970), le confirmó a su primo Juan Antonio de Ybarra e
Ybarra que Esnaola y Barandiarán eran las personas adecuadas para entablar
contacto con ETA político-militar.
Por su parte, el cuñado de Juan Antonio de
Ybarra, Gaizka Ortuzar, intentó localizar a algún representante de ETA en
Bruselas, pero sin éxito.
El abogado Juan María Bandrés también
hizo gestiones para lograr la liberación del secuestrado, pero no desembocaron
en buen fin.
Mientras los hijos hacían desesperadas gestiones
para pagar el rescate, el 2 de junio fue detenido en Hendaya (Francia) el
etarra Miguel
Ángel Apalategui, uno de los líderes de los grupos especiales
de ETA y sobre el que recaían las sospechas de haber ordenado el secuestro.
El 13 de junio los
Ybarra recibieron un ultimátum, en el que se fijaba la fecha del
15 de junio para entregar el rescate, fecha que luego se amplió hasta el 18 de
ese mes.
El 20 de junio se
recibió un comunicado en Radio Popular de San Sebastián en el que se indicaba
dónde había sido depositado el cadáver de Javier de Ybarra.
Hasta el lugar se desplazó la Guardia Civil, sin
encontrar nada.
Además, avisos telefónicos posteriores
aseguraron que el secuestrado seguía vivo.
El 22 de junio se encontró el cadáver cerca
del caserío Recarte, refugio de montañeros en el Alto de Barazar.
El secuestrado podría haber sido asesinado 2 o 3
días antes.
En el lugar se encontraron también diversos
efectos personales de la víctima: un rosario, un misal y sus gafas.
La última carta
que Javier envió a sus hijos (tenía diez), fechada el 4 de
junio, matasellada el 6 y recibida por éstos el 10, decía así:
Queridos hijos: nuevamente puedo escribiros y lo hago después de haber sabido de
vosotros y tantas cosas más por los periódicos, que comenzaron a llegar aquí
cuando os escribí mi carta anterior.
Lamento causar tantas molestias y agradezco el interés mostrado por personas y entidades, por la
situación especial en que me encuentro.
Con mi gratitud para
todos, deseo referirme a la preciosa carta que me ha escrito Antonio Oriol, que
ha publicado la prensa.
En mi soledad me refugio en
la oración y me auxilian mucho los dos únicos libros que
me traje conmigo.
Confiemos en la
Sagrada Familia... a la que sabéis la gran devoción que tengo, en la seguridad
de que todo ha de resolverse como mejor convenga al bien de nuestras
almas.
No os preocupéis por mí.
Yo estoy en las manos
de Dios, perdono a los que me prendieron y pido
perdón a quienes haya podido ofender y ofrezco mi vida por la
conversión de los pecadores y por el encuentro de las
almas con su divino redentor.
Con intenso cariño, os
bendice y abraza vuestro padre, Javier.
A
las 08:00 del
22
junio 1979
43º ANIVERSARIO
ETA asesinaba en San Sebastián-PAÍS VASCO-ESPAÑA
al
albañil
FRANCISCO MEDINA ALBALA
Francisco formaba parte de la plantilla de la
empresa de construcción Rivera Fresno y estaba afiliado a CCOO desde 1977.
La víctima se dirigía en su motocicleta desde el
barrio donostiarra del Antiguo hasta el de Inchaurrondo, donde estaba
trabajando en los nuevos edificios de viviendas que se estaban construyendo
para la Guardia Civil.
Cuando se encontraba a la altura del número 44 de
la avenida de Ametzagana, 3 terroristas le adelantaron y le cerraron el paso
con su vehículo.
Seguidamente, ametrallaron al albañil.
El cuerpo sin vida de Francisco Medina, en el
que habían impactado tres balas, una de ellas en la cabeza, quedó tendido en la
calzada en mitad de un gran charco de sangre.
Tras cometer el
asesinato, los terroristas se dieron rápidamente a la fuga en un coche robado
como siempre.
El automóvil
utilizado por los terroristas fue localizado por la Policía en el paseo de Jai
Alai, no muy lejano al lugar del atentado, y en el interior del vehículo
encontraron una metralleta Sten con dos cargadores, uno de ellos prácticamente
lleno.
Una llamada al
diario Egin permitió
localizar el paradero del propietario del vehículo, atado a un árbol en el Alto
de Zuloaga y con el rostro cubierto por un pasamontañas.
Al día siguiente, la banda reivindicó el atentado
mediante un comunicado enviado a diversos medios de comunicación en el que
vertía diversas
acusaciones, las habituales, contra la víctima.
Los compañeros de Francisco aseguraron en otro
comunicado que el asesinato era un atentado contra la clase obrera, contra su
libertad y contra sus derechos.
Exigieron, además, a la banda terrorista que
demostrase públicamente que Francisco Medina era "un
colaborador de los grupos represivos" y que
expusiesen "el código civil, militar o de derechos humanos que emplean
para cuando un delito tiene o no veredicto de pena de muerte".
ETA había acusado a Francisco Medina, entre
otras cosas, de haber "participado en varias ocasiones, junto a grupos ultraderechistas
y miembros de los cuerpos represivos vestidos de paisano, en actos vandálicos
contra la población de San Sebastián, a fin de sembrar el miedo y la coacción
en el movimiento popular vasco (sic)". La asamblea de trabajadores de la
empresa se quejó de que, con la lógica de ETA, no se podía trabajar en ninguna
empresa, porque directa o indirectamente, en todas se beneficia el capital o la
opresión: "¿Puede alguna fuerza política o social determinar en qué
empresa o tajo se puede trabajar? ¿Entre las que no se puede está la de Rivera
Fresno?"
CCOO repudió el asesinato y convocó a los
trabajadores para que celebrasen paros y asambleas en protesta por el atentado.
Los secretarios generales de veintitrés
federaciones del sindicato se reunieron con Marcelino Camacho y decidieron
solidarizarse con los compañeros y familiares de Francisco Medina.
A
las 09:00 del
22 junio
1979
43º
ANIVERSARIO
Fallecía en Basauri-Vizcaya-país
vasco-españa, el
agente comercial
DIEGO ALFARO ORIHUELA
Horas después de haber recibido un disparo en la
cabeza.
El vehículo en el que viajaba Diego, con otros 2
agentes comerciales, se vio fortuitamente involucrado en mitad de un fuego
cruzado entre terroristas y miembros de la Policía Nacional.
En torno a las 23:00 horas del día 21 de junio 2
autobuses con agentes de la Policía Nacional se dirigían al cuartel de Basauri,
después de terminar de prestar servicio en Bilbao.
El cuartel estaba junto a la cárcel y muy cerca
de la autopista Bilbao-Behobia.
Cuando los agentes, que acababan de ser
relevados de sus funciones de vigilancia en Bilbao, llegaban al patio del
acuartelamiento, miembros de la banda terrorista ETA comenzaron a dispararles
desde la autopista.
Los centinelas que estaban en las garitas y la
dotación de un blindado de la Policía que prestaba protección respondieron a la
agresión.
A ellos se unieron inmediatamente numerosos
efectivos de Policía que reaccionaron rápidamente ante el ataque.
Se inició entonces un intenso tiroteo que
sorprendió en medio del fuego cruzado a un Simca 1200 en el que viajaban 3
agentes comerciales.
Durante un espacio aproximado de 5 minutos los
efectivos policiales barrieron la zona próxima al lugar desde donde se había
efectuado el atentado, con frecuentes tiroteos e intercambios de disparos.
Al darse cuenta de lo que sucedía los ocupantes
del coche se agacharon para no ser alcanzados por las balas, dos de las cuales
penetraron en el vehículo por la luna trasera.
Diego Alfaro Orihuela -que viajaba en el asiento
posterior del automóvil-, fue alcanzado de lleno en la cabeza por un proyectil
que le fracturó el cráneo, provocándole pérdida de masa encefálica.
En medio de la confusión provocada por el
tiroteo, los policías se percataron de que los ocupantes del vehículo habían
resultado heridos, y los trasladaron urgentemente al Hospital Civil de Bilbao.
Los servicios médicos del hospital no pudieron
hacer nada por salvar la vida de Diego Alfaro.
Este mismo cuartel de la Policía Nacional en
Basauri había sufrido otro atentado hacía seis meses, el 20 de noviembre de
1978.
En aquella ocasión, un comando ametralló el
campo de deportes donde una treintena de agentes jugaba un partido de fútbol.
Dieciséis policías resultaron heridos y dos,
Benjamín Sancho Legido y José Benito Sánchez, resultaron muertos.
En
torno a las 18:40 horas del
22
junio 1983
39º ANIVERSARIO
ETA asesinaba en Pasajes de San Juan –Guipúzcoa-PAÍS VASCO-ESPAÑA, al
guardia civil
JUAN MALDONADO MORENO
Su cuerpo quedó destrozado por la explosión de
una bomba-lapa adosada a los bajos de su vehículo, que quedó convertido en un
amasijo de chatarra.
La explosión, de gran potencia, tuvo lugar en el
momento en el que el guardia civil, que vestía de paisano, accionó la llave de
contacto de su vehículo, un Renault 8 de color rojo, aparcado en una pequeña
plazoleta que se utiliza como aparcamiento en un extremo del pueblo, muy cerca
de su domicilio.
El cuerpo del agente fue seccionado en dos por
la onda expansiva.
Una mujer de nacionalidad portuguesa, que pasaba
por el lugar en el momento de la explosión, resultó herida al ser alcanzada por
los cristales del vehículo.
La mujer herida fue trasladada al Hospital de la
Cruz Roja en San Sebastián, donde le practicaron las primeras curas.
Tenía incrustadas en el rostro, y en diferentes
partes de su cuerpo, numerosas partículas de cristales, pero los médicos
consideraron que sus heridas no revestían gravedad.
La onda expansiva destrozó, además, otros vehículos aparcados en las inmediaciones y provocó la rotura de cristales en numerosas viviendas y comercios.
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