ETA
ASESINA:
GUARDIA
CIVIL
OTRA
VICTIMA
22
de Julio de 2011 - 09:10:01 - M.J. Grech
Categoría: NO DEBEMOS
OLVIDAR
22
julio 1980
42º
ANIVERSARIO
ETA asesinaba en Villamediana-La Rioja-ESPAÑA al,
Teniente de la Guardia Civil
FRANCISCO LÓPEZ BESCOS
Al hacer
estallar varias cargas explosivas al paso de un convoy de 3 autobuses con 120 guardias civiles procedentes de Andalucía y
Cataluña.
En aquellos años la Guardia Civil solía
concentrar en La Rioja a agentes procedentes de varias comandancias que, tras
unos días de adiestramiento, eran enviados al País Vasco para reforzar la lucha
contra el terrorismo.
Ese día los guardias civiles iban a
realizar prácticas en un tramo en construcción y fuera de servicio de
la autopista Bilbao-Zaragoza, y estaban siendo trasladados en tres autobuses
desde Logroño.
Para acceder desde el camino de obra paralelo al
puente de la A-68, la autopista del Ebro por entonces en construcción, había
una pequeña rampa que obligaba a los vehículos a reducir la velocidad.
Esta lentitud obligada había sido observada por
los terroristas varios días antes como una circunstancia que permitiría atacar
a un objetivo fácil, casi inmóvil.
Era la quinta salida que hacía el convoy a ese
mismo lugar para realizar las prácticas, y todo estaba preparado para un
asesinato en masa.
El convoy apenas había recorrido tres kilómetros
desde Logroño hasta Villamediana por la carretera local 601.
Antes de tomar el llamado Camino Real junto a
una fábrica de yesos y escayolas en el paraje de Santa María, miembros de la
banda terrorista ETA activaron por control remoto las diez cargas
que habían ocultado la noche anterior.
Sobre
por qué no estallaron los diez artefactos hay dos versiones.
La
oficial señaló que se había producido un fallo en la activación de los
mecanismos.
Sin
embargo, José, uno de los guardias civiles que iba en el convoy, recuerda
nítidamente lo que sucedió ese día: "eran tres autobuses los que íbamos a
hacer las prácticas, y un Land Rover por delante haciendo de escolta.
Un
autobús con trabajadores que construían aquella autopista se coló entre los
autobuses antes de que los etarras accionaran la bomba".
En
opinión de este guardia civil, natural de Albolote, los etarras observaron esta
coyuntura desde la distancia y decidieron no explosionar la mitad de las bombas
para no afectar al vehículo de trabajadores. "Yo iba en uno de dos
primeros autobuses que atravesaron la vía de servicio, luego pasó el de los
trabajadores, y fue al paso del tercer autobús cuando explotaron los tres
artefactos que alcanzaron de lleno al vehículo". Y añade: "querían
matar a miembros del cuerpo y no a civiles". "Tras la
explosión hubo un gran tumulto, ruido de voces, gritos, imagínate... algunos
agentes salieron a ver si veían a alguien en los alrededores del lugar del
atentado, pero no encontraron a nadie", recuerda José (testimonio recogido
por Francisco J. Navarro en el blog Las
palabras no caen en el vacío, 10/08/2008).
Las explosiones alcanzaron al autobús que
circulaba en último lugar.
La onda expansiva y la metralla hirieron de
gravedad al teniente Francisco López Bescos y a otros 36 miembros
de la Guardia Civil.
El teniente fue trasladado inmediatamente a la
Clínica Clavijo de Logroño, donde falleció minutos después de ingresar.
Del resto de guardias civiles, dos de ellos
resultaron heridos de gravedad:
El sargento primero Rafael Ruiz
Ruiz
Y
El agente Sebastián Fernández Macías.
El resto fue distribuido entre diversos centros
sanitarios de Logroño y algunos fueron trasladados a Zaragoza para ser
intervenidos quirúrgicamente.
Son los cabos primeros:
Francisco Méndez Pérez
Juan Molina Lara
Antonio Román Acebedo
Santiago Moriches Cintas
Y los guardias civiles
Tomás
Parra Baena
Antonio
Ruiz Peña
Jesús
Cabello Sánchez
Antonio
Muñoz López
Joaquín Lago Chica
Francisco Terrón Moreno
Francisco Valenzuela
Elías
Romero Huerta
Fernando Gordillo Morales
Antonio Ruiz Peñas
Manuel
Rengel Borrego
Santos
Valseca Fernández
Miguel
Pazo Majaron
Francisco Mata Camuñas
Manuel
López González
Manuel
Jiménez Gómez
Teodoro Cabana Lavera
Alfonso Rabadán Rodríguez
Jesús
López Cruz
Bonifacio Bas Muñoz Hierro
Rafael
Ocaña Pérez
Rafael
Santana Cozar
José
Alcázar Eslava
Antonio Romero Díaz
Rafael
Heredia García
José
Pérez Cabezas
Miguel
Infante Luque
Andrés
Sevilla.
Las 10 cargas explosivas estaban colocadas a una
distancia de 50 m cada una, ocultas bajo
tierra y piedras en un talud lateral junto al camino de
obra que debían tomar antes de llegar a la autopista donde iban a realizar las
prácticas de control de carretera.
Cada una de las cargas explosivas estaba
compuesta por 5 kilos de Goma 2 y amonal, más abundante
metralla formada por tuercas, tornillos de gran volumen y
piezas de hierro.
En total fueron accionadas a distancia 3 de las
cargas que sumaban aproximadamente 15 kilos de explosivos.
Las 7 bombas que no llegaron a estallar fueron
desactivadas posteriormente por las Fuerzas de Seguridad.
El funeral en memoria del teniente López Bescos
se celebró al día siguiente, miércoles 23 de julio, en el patio de la Segunda
Comandancia de la Guardia Civil de Logroño.
La capilla ardiente se instaló al aire libre,
donde tuvo lugar el acto religioso con la presencia de la viuda del teniente y
sus cinco hijos.
La nutrida representación de autoridades civiles
y militares estaba encabezada por el ministro del interior, Juan José
Rosón, y por el general Aramburu Topete,
director de la Guardia Civil.
Rosón tuvo que escuchar gritos contra su persona,
que se extendieron en contra del presidente Suárez y
contra la banda terrorista ETA.
Poco
después, al abandonar el patio, algunos guardias gritaron "tres,
sólo tres", en referencia a los meses de permanencia en
comisión de servicio en el País Vasco.
Los
ciento veinte guardias que viajaban en el convoy atacado estaban siendo
preparados para cumplir su servicio de quince meses en el País Vasco.
Ese
mismo día cuatro agentes solicitaron la baja en el Cuerpo y
les fue aceptada inmediatamente.
Hubo
guardias civiles que fueron expulsados del Cuerpo por no querer ir al País
Vasco.
Un día
después del funeral, cuatro mil personas se manifestaron en Logroño contra el
terrorismo bajo el lema "Democracia, sí; Terrorismo, no".
Al día
siguiente por la tarde, la banda terrorista ETA reivindicó el atentado en un
comunicado en el que se señalaba "que de seguir la intensa actividad
policial desarrollada actualmente en el País Vasco la organización responderá,
si es preciso, con fórmulas de combate desconocidas hasta ahora".
Apenas una semana después del atentado, el 1 de
agosto de 1980, fue detenido Manuel María Pastor, quien presuntamente pasó
información sobre las rutinas y movimientos de la Guardia Civil de Logroño a
ETA militar.
El seis de agosto de 1980, se detuvo a tres
personas en Navarra. Uno de ellos, Iosu Goyeneche, cumplía en esos momentos el
servicio militar en Logroño.
Muy probablemente, la
información para atentar salió del cuartel de Infantería de Logroño,
como evoca José, el guardia civil de Albolote cuyo testimonio recoge Francisco
J. Navarro en el blog citado.
De los ciento veinte guardias en prácticas, un
grupo estaba alojado en el Cuartel Móvil de la Guardia Civil y otro en
Infantería, donde convivían los números en prácticas y los soldados que hacían
la mili.
Por otra
parte, "por la forma de proceder y el material utilizado" el atentado
fue idea de Isidro María Garalde Bedialauneta, alias Mamarru, que se habría desplazado a Logroño con otros
miembros de la banda terrorista, según se recoge en la página web de la Guardia
Civil.
En 1983, la Audiencia Nacional condenó a Isidro
Etxabe Urrestrilla como autor del atentado a una pena de 25 años de prisión
mayor.
En 1996 fue también condenado Juan Manuel Soares
Gamboa a 206 años por su participación en el mismo atentado.
El arrepentido Soares Gamboa declaró en la
Audiencia Nacional que alquiló un piso franco en Logroño en 1980 donde alojó a
un 'comando' de ETA, que preparó y ejecutó el atentado de Villamediana.
Soares también facilitó a los etarras "palas
para que escondieran el explosivo".
22 julio 1995
27º aniversario
Fallecía
en Madrid
MARGARITA GONZÁLEZ MANSILLA
Después de haber permanecido en coma más de 3 meses
tras ser gravemente herida el 19 de abril de 1995 en el atentado contra el entonces líder de la
oposición y presidente del Partido Popular, José María
Aznar.
La víctima quedó sepultada mientras dormía por
los escombros en que quedó convertida su vivienda, una casa baja situada a
escasos metros del lugar donde explotó el coche-bomba, en la calle José Silva
de Madrid.
Su marido, Agustín Mansilla Gómez,
estaba en el baño en el momento de la explosión.
Eran aproximadamente las 8:05 horas cuando, al
paso del vehículo de José María Aznar, hizo explosión un potentísimo
coche-bomba cargado con 40 kilos de amosal y otros 40 de metralla.
La casa de Margarita y Agustín quedó
prácticamente destruida.
Él, atrapado hasta la cintura por los escombros,
oyó cómo su mujer le llamaba en 3 ocasiones tras derrumbarse la casa.
Los miembros del SAMUR, que fueron los primeros
en llegar, encontraron a Margarita en parada cardiorrespiratoria.
Consiguieron reanimarla y la trasladaron al
Hospital Ramón y Cajal, donde permaneció en coma hasta su
fallecimiento el 22 de julio.
Durante
su estancia en el hospital, uno de sus hijos contó, al mes siguiente del
atentado, cómo te acabas acostumbrando al dolor de ver a tu madre en esa
situación: "Al principio fue un auténtico drama.
No
sabías cuánto iba a durar, cuándo iba a morirse.
Ahora,
ya no te lo preguntas.
Vas al
hospital, acompañas a tu madre en sus últimos momentos.
Sabes
que en cualquier momento se te va a ir.
En el atentado resultaron heridas otra
veintena de personas que sufrieron quemaduras y
traumatismos de diversa consideración, entre ellas el líder del PP, aunque éste
de carácter leve.
El potente blindaje del
vehículo en el que viajaba, un Audi V8 con 500 kilos de chapa y 2000 kilos de
peso, le
salvó la vida a él, al chófer y al guardaespaldas.
La onda expansiva y la metralla impactaron de
lleno contra la puerta del lateral en el que viajaba el dirigente del PP.
Los terroristas activaron el coche-bomba con un cable de
trescientos metros de longitud, en vez de con su habitual
sistema de mando a distancia por radio.
Sabían que este método no les habría funcionado,
porque el coche del líder del PP iba equipado con un inhibidor de frecuencias
que habría interrumpido las emisiones del mando a distancia.
Además del blindaje, los terroristas activaron la
bomba con un ligero error de cálculo, obligados a efectuar la
detonación desde un punto de la calle de José Silva que les impidió precisar el
blanco.
José María Aznar fue asistido de urgencia en la
Clínica Belén, en la que entró a pie.
Externamente sólo presentaba ligeros rasguños en
la cara.
"Estoy bien, estoy bien. ¿Cómo están los
míos (los agentes de su escolta)?", fueron las primeras palabras que dijo
a los médicos.
A continuación fue trasladado a la Clínica
Ruber, de la calle de Juan Bravo, para ser sometido a una exploración
neurológica exhaustiva.
La clínica Belén, situada a pocos metros del
lugar del atentado, fue desalojada parcialmente poco después a causa de una
falsa amenaza de bomba.
La onda expansiva del coche-bomba perdió parte
de su poder mortífero por ser una calle muy abierta y de edificios bajos.
Una docena de automóviles aparcados en la misma
sufrió graves destrozos por el incendio causado tras la explosión, así como
numerosas viviendas de los alrededores, cuyos cristales saltaron hechos añicos.
Un total de 37 edificios, 126 viviendas, 16
locales comerciales, oficinas y 20 vehículos resultaron dañados en el atentado.
Dos de los edificios fueron declarados en ruina
total.
Los 2 etarras que perpetraron el atentado huyeron
en un Fiat Uno con matrícula falsa a cuyo volante les esperaba un tercer
terrorista.
Los etarras dejaron abandonado este vehículo en un descampado de la calle de Mauricio Legendre, cerca de la estación de Chamartín, con un artefacto incendiario de 3 o 4 kilos que estalló alrededor de las 09:00, borrando todas las huellas de los terroristas.
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