viernes, 22 de julio de 2022

22 JULIO

 




ETA

 

ASESINA:

 

   GUARDIA  CIVIL

 

   OTRA  VICTIMA

 

 

22 de Julio de 2011 - 09:10:01 - M.J. Grech

 

 

Categoría: NO  DEBEMOS  OLVIDAR

 

 

 

22  julio  1980

42º ANIVERSARIO

 

ETA asesinaba en Villamediana-La Rioja-ESPAÑA al,

 

Teniente  de la Guardia Civil 

FRANCISCO LÓPEZ BESCOS



Al  hacer estallar varias cargas explosivas al paso de un convoy de  3 autobuses con  120  guardias civiles procedentes de Andalucía y Cataluña.

En aquellos años la Guardia Civil solía concentrar en La Rioja a agentes procedentes de varias comandancias que, tras unos días de adiestramiento, eran enviados al País Vasco para reforzar la lucha contra el terrorismo.

Ese día los guardias civiles iban a realizar prácticas en un tramo en construcción y fuera de servicio de la autopista Bilbao-Zaragoza, y estaban siendo trasladados en tres autobuses desde Logroño.

Para acceder desde el camino de obra paralelo al puente de la A-68, la autopista del Ebro por entonces en construcción, había una pequeña rampa que obligaba a los vehículos a reducir la velocidad.

Esta lentitud obligada había sido observada por los terroristas varios días antes como una circunstancia que permitiría atacar a un objetivo fácil, casi inmóvil.

Era la quinta salida que hacía el convoy a ese mismo lugar para realizar las prácticas, y todo estaba preparado para un asesinato en masa.

El convoy apenas había recorrido tres kilómetros desde Logroño hasta Villamediana por la carretera local 601.

Antes de tomar el llamado Camino Real junto a una fábrica de yesos y escayolas en el paraje de Santa María, miembros de la banda terrorista ETA activaron por control remoto las diez cargas que habían ocultado la noche anterior.

Sobre por qué no estallaron los diez artefactos hay dos versiones.

 

La oficial señaló que se había producido un fallo en la activación de los mecanismos.

 

Sin embargo, José, uno de los guardias civiles que iba en el convoy, recuerda nítidamente lo que sucedió ese día: "eran tres autobuses los que íbamos a hacer las prácticas, y un Land Rover por delante haciendo de escolta.

 

Un autobús con trabajadores que construían aquella autopista se coló entre los autobuses antes de que los etarras accionaran la bomba".

 

En opinión de este guardia civil, natural de Albolote, los etarras observaron esta coyuntura desde la distancia y decidieron no explosionar la mitad de las bombas para no afectar al vehículo de trabajadores. "Yo iba en uno de dos primeros autobuses que atravesaron la vía de servicio, luego pasó el de los trabajadores, y fue al paso del tercer autobús cuando explotaron los tres artefactos que alcanzaron de lleno al vehículo". Y añade: "querían matar a miembros del cuerpo y no a civiles". "Tras la explosión hubo un gran tumulto, ruido de voces, gritos, imagínate... algunos agentes salieron a ver si veían a alguien en los alrededores del lugar del atentado, pero no encontraron a nadie", recuerda José (testimonio recogido por Francisco J. Navarro en el blog Las palabras no caen en el vacío, 10/08/2008).

 

Las explosiones alcanzaron al autobús que circulaba en último lugar.

La onda expansiva y la metralla hirieron de gravedad al teniente Francisco López Bescos y a otros 36 miembros de la Guardia Civil.

El teniente fue trasladado inmediatamente a la Clínica Clavijo de Logroño, donde falleció minutos después de ingresar.

Del resto de guardias civiles, dos de ellos resultaron heridos de gravedad:

    El  sargento primero Rafael Ruiz Ruiz 

    Y  

    El  agente Sebastián Fernández Macías.

El resto fue distribuido entre diversos centros sanitarios de Logroño y algunos fueron trasladados a Zaragoza para ser intervenidos quirúrgicamente.

Son los cabos primeros:

     Francisco Méndez Pérez

     Juan Molina Lara

    Antonio Román Acebedo

    Santiago Moriches Cintas

Y  los guardias civiles

    Tomás Parra Baena

    Antonio Ruiz Peña

    Jesús Cabello Sánchez

    Antonio Muñoz López

    Joaquín Lago Chica

    Francisco Terrón Moreno

    Francisco Valenzuela

    Elías Romero Huerta

    Fernando Gordillo Morales

    Antonio Ruiz Peñas

    Manuel Rengel Borrego

    Santos Valseca Fernández

    Miguel Pazo Majaron

    Francisco Mata Camuñas

    Manuel López González

    Manuel Jiménez Gómez

    Teodoro Cabana Lavera

    Alfonso Rabadán Rodríguez

    Jesús López Cruz

    Bonifacio Bas Muñoz Hierro

    Rafael Ocaña Pérez

    Rafael Santana Cozar

    José Alcázar Eslava

    Antonio Romero Díaz

    Rafael Heredia García

    José Pérez Cabezas

    Miguel Infante Luque

    Andrés Sevilla.

Las 10 cargas explosivas estaban colocadas a una distancia de 50  m cada una, ocultas bajo tierra y piedras en un talud lateral junto al camino de obra que debían tomar antes de llegar a la autopista donde iban a realizar las prácticas de control de carretera.

Cada una de las cargas explosivas estaba compuesta por 5 kilos de Goma 2 y amonal, más abundante metralla formada por tuercas, tornillos de gran volumen y piezas de hierro.

En total fueron accionadas a distancia 3 de las cargas que sumaban aproximadamente 15 kilos de explosivos.

Las 7 bombas que no llegaron a estallar fueron desactivadas posteriormente por las Fuerzas de Seguridad.

El funeral en memoria del teniente López Bescos se celebró al día siguiente, miércoles 23 de julio, en el patio de la Segunda Comandancia de la Guardia Civil de Logroño.

La capilla ardiente se instaló al aire libre, donde tuvo lugar el acto religioso con la presencia de la viuda del teniente y sus cinco hijos.

La nutrida representación de autoridades civiles y militares estaba encabezada por el ministro del interior, Juan José Rosón, y por el general Aramburu Topete, director de la Guardia Civil.

Rosón tuvo que escuchar gritos contra su persona, que se extendieron en contra del presidente Suárez y contra la banda terrorista ETA.

Poco después, al abandonar el patio, algunos guardias gritaron "tres, sólo tres", en referencia a los meses de permanencia en comisión de servicio en el País Vasco.

 

Los ciento veinte guardias que viajaban en el convoy atacado estaban siendo preparados para cumplir su servicio de quince meses en el País Vasco.

 

Ese mismo día cuatro agentes solicitaron la baja en el Cuerpo y les fue aceptada inmediatamente.

 

Hubo guardias civiles que fueron expulsados del Cuerpo por no querer ir al País Vasco.

 

Un día después del funeral, cuatro mil personas se manifestaron en Logroño contra el terrorismo bajo el lema "Democracia, sí; Terrorismo, no".

 

Al día siguiente por la tarde, la banda terrorista ETA reivindicó el atentado en un comunicado en el que se señalaba "que de seguir la intensa actividad policial desarrollada actualmente en el País Vasco la organización responderá, si es preciso, con fórmulas de combate desconocidas hasta ahora".

 

 

Apenas una semana después del atentado, el 1 de agosto de 1980, fue detenido Manuel María Pastor, quien presuntamente pasó información sobre las rutinas y movimientos de la Guardia Civil de Logroño a ETA militar.

El seis de agosto de 1980, se detuvo a tres personas en Navarra. Uno de ellos, Iosu Goyeneche, cumplía en esos momentos el servicio militar en Logroño.

Muy probablemente, la información para atentar salió del cuartel de Infantería de Logroño, como evoca José, el guardia civil de Albolote cuyo testimonio recoge Francisco J. Navarro en el blog citado.

De los ciento veinte guardias en prácticas, un grupo estaba alojado en el Cuartel Móvil de la Guardia Civil y otro en Infantería, donde convivían los números en prácticas y los soldados que hacían la mili.

Por otra parte, "por la forma de proceder y el material utilizado" el atentado fue idea de Isidro María Garalde Bedialauneta, alias Mamarru, que se habría desplazado a Logroño con otros miembros de la banda terrorista, según se recoge en la página web de la Guardia Civil.

 

En 1983, la Audiencia Nacional condenó a Isidro Etxabe Urrestrilla como autor del atentado a una pena de 25 años de prisión mayor.

En 1996 fue también condenado Juan Manuel Soares Gamboa a 206 años por su participación en el mismo atentado.

El arrepentido Soares Gamboa declaró en la Audiencia Nacional que alquiló un piso franco en Logroño en 1980 donde alojó a un 'comando' de ETA, que preparó y ejecutó el atentado de Villamediana.

Soares también facilitó a los etarras "palas para que escondieran el explosivo".

 

22  julio  1995

 

27º  aniversario

 

 

Fallecía  en Madrid 

 

MARGARITA GONZÁLEZ MANSILLA

 

 

Después  de haber permanecido en coma más de 3 meses tras ser gravemente herida el 19 de abril de 1995  en el atentado contra el entonces líder de la oposición y presidente del Partido Popular, José María Aznar.

 

 

La víctima quedó sepultada mientras dormía por los escombros en que quedó convertida su vivienda, una casa baja situada a escasos metros del lugar donde explotó el coche-bomba, en la calle José Silva de Madrid.

Su marido, Agustín Mansilla Gómez, estaba en el baño en el momento de la explosión.

Eran aproximadamente las 8:05 horas cuando, al paso del vehículo de José María Aznar, hizo explosión un potentísimo coche-bomba cargado con 40 kilos de amosal y otros 40 de metralla.

La casa de Margarita y Agustín quedó prácticamente destruida.

Él, atrapado hasta la cintura por los escombros, oyó cómo su mujer le llamaba en 3 ocasiones tras derrumbarse la casa.

Los miembros del SAMUR, que fueron los primeros en llegar, encontraron a Margarita en parada cardiorrespiratoria.

Consiguieron reanimarla y la trasladaron al Hospital Ramón y Cajal, donde permaneció en coma hasta su fallecimiento el 22 de julio.

Durante su estancia en el hospital, uno de sus hijos contó, al mes siguiente del atentado, cómo te acabas acostumbrando al dolor de ver a tu madre en esa situación: "Al principio fue un auténtico drama.

 

No sabías cuánto iba a durar, cuándo iba a morirse.

 

Ahora, ya no te lo preguntas.

 

Vas al hospital, acompañas a tu madre en sus últimos momentos.

 

Sabes que en cualquier momento se te va a ir.

 

En el atentado resultaron heridas otra veintena de personas que sufrieron quemaduras y traumatismos de diversa consideración, entre ellas el líder del PP, aunque éste de carácter leve.

El potente blindaje del vehículo en el que viajaba, un Audi V8 con 500 kilos de chapa y 2000 kilos de peso, le salvó la vida a él, al chófer y al guardaespaldas.

La onda expansiva y la metralla impactaron de lleno contra la puerta del lateral en el que viajaba el dirigente del PP.

Los terroristas activaron el coche-bomba con un cable de trescientos metros de longitud, en vez de con su habitual sistema de mando a distancia por radio.

Sabían que este método no les habría funcionado, porque el coche del líder del PP iba equipado con un inhibidor de frecuencias que habría interrumpido las emisiones del mando a distancia.

Además del blindaje, los terroristas activaron la bomba con un ligero error de cálculo, obligados a efectuar la detonación desde un punto de la calle de José Silva que les impidió precisar el blanco.

José María Aznar fue asistido de urgencia en la Clínica Belén, en la que entró a pie.

Externamente sólo presentaba ligeros rasguños en la cara.

"Estoy bien, estoy bien. ¿Cómo están los míos (los agentes de su escolta)?", fueron las primeras palabras que dijo a los médicos.

A continuación fue trasladado a la Clínica Ruber, de la calle de Juan Bravo, para ser sometido a una exploración neurológica exhaustiva.

La clínica Belén, situada a pocos metros del lugar del atentado, fue desalojada parcialmente poco después a causa de una falsa amenaza de bomba.

La onda expansiva del coche-bomba perdió parte de su poder mortífero por ser una calle muy abierta y de edificios bajos.

Una docena de automóviles aparcados en la misma sufrió graves destrozos por el incendio causado tras la explosión, así como numerosas viviendas de los alrededores, cuyos cristales saltaron hechos añicos.

Un total de 37 edificios, 126 viviendas, 16 locales comerciales, oficinas y 20 vehículos resultaron dañados en el atentado.

Dos de los edificios fueron declarados en ruina total.

Los 2 etarras que perpetraron el atentado huyeron en un Fiat Uno con matrícula falsa a cuyo volante les esperaba un tercer terrorista.

Los etarras dejaron abandonado este vehículo en un descampado de la calle de Mauricio Legendre, cerca de la estación de Chamartín, con un artefacto incendiario de 3 o 4 kilos que estalló alrededor de las 09:00, borrando todas las huellas de los terroristas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario