Categoría: NO DEBEMOS OLVIDAR
ETA asesinaba en Guernica-Vizcaya-PAÍS VASCO-ESPAÑA, a otros 2 guardias
civiles mediante la explosión de un coche-bomba.
Pocos
minutos antes de las 22:30 del
9 septiembre 1987
35º ANIVERSARIO
cabo
FEDERICO CARRO JIMÉNEZ
Y
guardia civil
MANUEL ÁVILA GARCÍA
Que patrullaban vestidos de paisano en un vehículo
oficial, pero sin distintivo alguno, se acercaron a un automóvil, un Ford
Fiesta de color rojo que les resultó sospechoso.
Cuando se disponían a inspeccionarlo, se produjo
la explosión del mismo mediante un mando a distancia accionado por el asesino
Juan Carlos Balerdi, miembro del grupo Éibar de ETA.
La explosión provocó la muerte en el acto del
guardia Manuel Ávila y heridas gravísimas al cabo Federico Carro, con pérdida
del setenta por ciento de masa encefálica, falleciendo mientras se le
trasladaba al Hospital de Cruces.
A mitad de camino, a la altura del puente de
Balmasín, la ambulancia sufrió una avería y tuvo que ser asistida por una
dotación de la Cruz Roja de Baracaldo, que completó el traslado.
El coche-bomba estaba estacionado a unos
cincuenta metros de la casa cuartel de la Guardia Civil, a las afueras de
Guernica -en la carretera que conduce a Lequeitio-, en un camino vecinal y
junto a una chabola.
Los guardias civiles asesinados se ocupaban del
reconocimiento del itinerario que separa la fábrica de armas Astra, Unceta y
Cía. del acuartelamiento.
La onda expansiva del artefacto alcanzó a la
chabola próxima al coche bomba, que ardió completamente.
El fuego alcanzó también unos cables de
electricidad de alta tensión, por lo que algunos barrios de Guernica quedaron
sin suministro eléctrico durante varias horas.
Asimismo, las casas colindantes al cuartel
sufrieron diversos desperfectos, como rotura de cristales.
La casa cuartel, sin embargo, no resultó
afectada, pero el apagón de luz, que afectó a calles y carreteras colindantes,
provocó algún accidente y añadió confusión a la situación.
Tras producirse el atentado, efectivos de la
Guardia Civil, a los que se unieron miembros de la Policía Municipal de
Guernica y de la Ertzaintza, paralizaron el tráfico e hicieron discurrir la
circulación por una ruta alternativa, mientras varios centenares de vecinos se
congregaron en el lugar de los hechos para enterarse de lo ocurrido.
Asimismo, miembros del equipo de desactivación
de explosivos de la Guardia Civil rastrearon los alrededores con perros
adiestrados en previsión de que pudiera haber sido colocada alguna otra bomba.
La capilla ardiente con los restos mortales de
los guardias civiles asesinados se instaló al día siguiente por la mañana en el
Gobierno Civil de Vizcaya.
A las siete de la tarde se celebraron los
funerales en la parroquia de San José de los Padres Agustinos de Bilbao.
César Milano Manso,
gobernador civil de Álava y delegado del Gobierno en el País Vasco en
funciones, manifestó tras el atentado, en declaraciones a Antena 3, que el
Ejecutivo no iba a cambiar la estrategia de la lucha antiterrorista y que
seguiría "con las medidas policiales y las medidas políticas".
Milano hizo un
llamamiento a los ciudadanos para que ayudasen a todos los poderes públicos
"a acabar con esta lacra", y calificó el atentado de una nueva
venganza del "sindicato del crimen".
"ETA pretende
poner en tensión a la sociedad para conseguir sus objetivos, si es que los
tienen claros y si, por otro lado, fueran alcanzables".
Milano recordó que
él había calificado el asesinato del subteniente
de la Guardia Civil Cristóbal Martín Luengo el día anterior de
venganza de ETA por la desarticulación del grupo Barcelona, y dijo que este
nuevo atentado, en sólo cuarenta y ocho horas, era una nueva venganza por el
mismo motivo.
En 1994 la Audiencia Nacional condenó a
Jesús María Ciganda Sarratea
Juan Carlos Balerdi Iturralde, alias Enero
Fermín Urdiain Ciriza, alias Txiki
Iñaki Zugadi García
Miren Josune Onaindia Susaeta
A más de 62 años de cárcel a cada uno de ellos.
Pese a estas condenas, y a otras impuestas por otros asesinatos cometidos como
integrante del grupo Éibar de ETA, Fermín Urdiain fue
puesto en libertad en enero de 2006, tras haber cumplido sólo 16 años y 9 meses de
prisión.
En el atentado que
acabó con la vida de Manuel Ávila y Federico Carro también participó el etarra
Cándido Zubikarai Badiola, que fue quien trasladó a los etarras hasta Guernica para colocar el coche-bomba y los escondió posteriormente en su domicilio en Ondárroa
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